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Channel: La central hidroeléctrica de Seira ( Huesca )
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Jornadas sobre el Patrimonio Industrial, Benasque, 8 y 9 Septiembre de 2012

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Los atrevidos hombres que atravesaban el valle del Ésera a comienzos del siglo xx, se encontraban un paisaje virgen. Subidos a sus caballerías por estrechos caminos de herradura, se aventuraban a seguras peripecias.
La luz eléctrica ya se había instalado en Benasque, Graus y Campo, pero muchos habitantes de la Ribagorza, ajenos a esos avances, estaban sufriendo la falta de trabajo y debían emigrar en busca de sustento. La llegada de la Catalana al valle supuso un cambio radical en sus vidas. Miles de personas vinieron de todos los lugares de España y del extranjero. No todo fue bueno, por supuesto, pero el progreso había llegado para quedarse. Era el año 1912.
Para profundizar en la historia del rico patrimonio industrial del valle del Ésera, y con ocasión del centenario que este año celebra el inicio de las obras hidroeléctricas en el valle, se han organizado estas jornadas sobre el patrimonio industrial.
Los ponentes, reconocidos especialistas, nos llevarán, de la mano de la electricidad, a recorrer las instalaciones que hace un siglo permitieron que la luz eléctrica llegara, con todas sus consecuencias, a nuestros hogares.
Ponentes
La memoria de la luz en el Fondo Histórico de Endesa
por D. José Antonio Gutiérrez Pérez, director general de la Fundación Endesa

Un recorrido por la historia de Endesa y sus filiales desde los orígenes de la energía eléctrica hasta nuestros días, con especial referencia a los hitos tecnológicos más relevantes en la evo- lución de la industria eléctrica. Asimismo se describirá el proyecto del Fondo Histórico de Endesa destacando sus aspectos más interesantes.

El aprovechamiento hidroeléctrico de los ríos del Pirineo aragonés, un patrimonio industrial y cultural a conservar
por D. Francisco Galán Soraluce, ingeniero de caminos, canales y puertos y divulgador científico. Acciona Energía

A partir de 1912, comenzó el aprovechamiento hidroeléctrico de algunos ríos del Pirineo aragonés, concretamente el Aragón, el Gállego, el Cinca y el Ésera. Se construyeron centrales de gran potencia para la época y parte de esta energía se llevó a Bilbao (las centrales del Cinca) y a Barcelona (las del Ésera), y con la energía del Gállego se crearon los centros industriales aragoneses. Además de las centrales se construyeron presas, canales, túneles, tuberías de presión, etcétera, todo ello con magníficos diseños y gran calidad de ejecución, lo que ha permitido que hoy día se mantengan tal como se hicieron. Esas instalaciones, poco conocidas, son un ejemplo de buen hacer y forman parte del patrimonio industrial y cultural de Aragón.

Catalana de Gas y Electricidad y la central de Seira

por D. Pedro-A. Fábregas Vidal, director general de la Fundación Gas Natural - Fenosa.

Presentación de la estrategia industrial de la Sociedad Catalana para el Alumbrado por Gas en el entorno de 1900 y su progresiva orientación a la electricidad, inicialmente de origen térmico y posteriormente hidráulico. Esto dio lugar a la aparición de Catalana de Gas y Electricidad con una obra emblemática, la central de Seira, en el Pirineo de Huesca, propiedad de dicha compañía hasta su venta en 1987.

Los archivos fotográficos del mNACTEC en el proceso de electrificación del Pirineo: el fondo Catalana de Gas y Electricidad
por D. Jaume Perarnau Llorens, jefe de conservación del mNACTEC
El Museo de la Ciencia y de la Técnica de Cataluña conserva una importante colección de fotografías de la electrificación del valle de Arán, del Pirineo catalán y de las obras de Catalana de Gas y Electricidad. Todas estas se desarrollaron en la misma unidad geográfica, el Pirineo, y casi en la misma época. El ingente trabajo que ha realizado el Museo desde la llegada de los fondos, pasando por su digitalización y documentación, permitirá su posterior difusión.

La contribución de los ríos aragoneses a la Revolución Industrial española

por D. José Ramón Marcuello Calvín, periodista y escritor

Los ríos aragoneses contribuyeron al desarrollo de la primera Revolución Industrial, llamada del vapor o de la hulla negra, previa a la segunda Revolución Industrial, la de la electricidad, también llamada de la hulla blanca. Es en esta segunda en la que los ríos altoaragoneses, sobre todo los ribagorzanos Ésera y Noguera Ribagorzana, juegan un papel decisivo, pero no en exclusiva, ya que también tienen mucha importancia el Ebro, el Gállego y los ríos turolenses. Estos ríos fueron claves en la Revolución Industrial española, pues prestaron un gran servicio a empresas y colectivos humanos más allá de nuestras fronteras como comunidad, en especial en Cataluña.

El paisaje de la electricidad en Aragón y su valor patrimonial
por Dña. Pilar Biel Ibáñez, profesora titular de Historia del Arte. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Zaragoza 
Una reflexión en torno a las características que presenta el patrimonio de la electricidad y lo dotan de una personalidad propia dentro del concepto de patrimonio industrial mediante el análisis de varios ejemplos vinculados con este sector. A través de ellos se pondrá de manifiesto la necesidad de avanzar hacia una comprensión del patrimonio industrial, y en concreto el vinculado con la electricidad, en sus valores paisajísticos, ya que su dimensión territorial es la que sintetiza el conjunto de valores que presenta.

Horario

SÁBADO 8
10.00 h. Inauguración de las jornadas. Visita comentada a la exposición. 
11.00 h. El paisaje de la electricidad en Aragón y su valor patrimonial por Dña. Pilar Biel Ibáñez. 
Pausa de 15 minutos. 
12.00 h. Los archivos fotográficos del mNACTEC en el proceso de electrificación del Pirineo: el fondo Catalana de Gas y Electricidad por D. Jaume Perarnau Llorens.
13.00 h. Catalana de Gas y Electricidad y la central de Seira por D. Pedro-A. Fábregas Vidal. 14.00 h. Comida. 
16.00 h. Visita guiada por Benasque. 
17.00 h. El aprovechamiento hidroeléctrico de los ríos del Pirineo aragonés, un patrimonio industrial y cultural a conservar por D. Francisco Galán Soraluce. 
18.00 h. La memoria de la luz en el Fondo Histórico de Endesa por D. José Antonio Gutiérrez Pérez. 
Pausa de 15 minutos. 
19.00 h. La contribución de los ríos aragoneses a la Revolución Industrial española por D. José Ramón Marcuello Calvín.

DOMINGO 9
11.00 h. Seira: visita guiada al Museo de la Electricidad y a la central de Seira. (La visita tendrá una duración aproximada de una hora y media).

Inscripción
La inscripción a las jornadas es gratuita y permite asistir a las ponencias y a los actos que se organicen junto a estas. Los inscritos recibirán las comunicaciones, las informaciones y toda la documentación relacionada con ellas. Para obtener información o tramitar la inscripción se debe escribir a la siguiente dirección centenariocge@gmail.com.

Alojamiento
La oficina de turismo de Benasque gestionará cualquier información sobre alojamientos en el teléfono 974551289 ó en el correo electrónico info@turismobenasque.com





Web del centenario
Para cualquier consulta o duda, la página web del centenario es http://centenariocge.blogspot.com.es/ o su correo, centenariocge@gmail.com.

Actividades paralelas
Una exposición fotográfica, ubicada en el Palacio de los Condes de la Ribagorza de Benasque, con un centenar de fotografías y una importante selección de documentos y piezas relacionadas con la hidroelectricidad, nos ayudará a entender mejor aquella época. 

Las visitas guiadas a la central hidroeléctrica de Seira, que complementan la exposición, permiten conocer dónde están instalados los elementos que se muestran en ella y también el funcionamiento de una central hidráulica.
La visita es gratuita, pero requiere reserva en la Oficina de Turismo del Ayuntamiento de Benasque a través del teléfono 974551289. La duración estimada de la misma es de una hora y media. El Museo de la Electricidad, en los bajos del Ayuntamiento de Seira, servirá de punto de encuentro y de inicio del recorrido.

Las imágenes del fondo "Catalana de Gas" del mNACTEC en la red

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El Museo de la Técnica y de la Ciencia de Cataluña (mNACTEC) ha tenido una importante participación en la exposición y catálogo de la "La aventura hidroeléctrica en el valle del Ésera" pues conserva una de las colecciones fotográficas de Catalana de Gas. Ésta, gracias a su importante trabajo, se ha digitalizado y, aprovechando el centenario, este fondo de más de 2.000 imágenes  está disponible para su consulta en la red en el siguiente enlace:


Desde aquí queremos agradecer al mNACTEC su trabajo y la oportunidad que brindan a investigadores y, en general, a todos aquellos que deseen disfrutar con las imágenes de dicha colección.

El libro de la aventura hidroeléctrica en el valle del Ésera (1912/2012)

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Con motivo de la celebración del centenario del inicio de las obras de Catalana de Gas y Electricidad en el valle del Ésera se ha editado un libro titulado "La aventura hidroeléctrica en el valle del Ésera".

Este libro se ha organizado en tres partes bien diferenciadas. En la primera se hace un recorrido por la historia de la Ribagorza, de la mano del filólogo Carlos Bravo Suárez, desde los tiempos más remotos hasta finales del siglo XIX haciendo especial hincapié sobre "El valle antes de la central de Seira". También se da noticia de las escasas industrias del valle y se referencian las diferentes obras que se desarrollan en este territorio en aquellos momentos.

En la segunda parte, que comienza con el siglo XX, el autor -que suscribe estas líneas-  contextualiza la drámatica situación de la Ribagorza en aquella época y la dificil situación económica del momento tras las pérdidas de la colonias en 1898. Importante lugar, como no podía ser de otra manera, tienen las obras que se realizan en aquellos momentos en la zona y lugares próximos del Alto Aragón. "La aventura hidroeléctrica en el valle del Ésera" relata las aventuras y desventuras de aquellas personas que vinieron a buscar su sustento trabajando en las obras hidroeléctricas e intenta, haciendo especial énfasis en la parte humana, desarrollar los importantes logros conseguidos.
Capítulo aparte merecen las interesantísimas historias de los "charbonnages" del Ésera y sus proyectos y obras, o de la hinca de cajones por aire comprimido. Éste desconocido sistema de construcción de cimientos es objeto de un pequeño capítulo, por su importancia en el desarrollo de las obras y su complejidad técnica.
Un gran número de ilustraciones y fotografías -que estuvieron expuestas en la exposición de Benasque- acompañan y guían al lector en la evolución de las obras de las centrales.
El límite de esta parte viene marcado por la puesta en marcha de la central de Campo en 1929, última de las obras en el valle del Ésera, que marcó el fin de la aventura hidroeléctrica. 

Muchas de las fotografías del libro forman parte de la colección fotográfica que realizó Catalana de Gas y Electricidad. En un pequeño anexo titulado "La colección fotográfica de Catalana de Gas y Electricidad" se hace una descripción de las características de la colección, sus origenes y el estado actual. También, para completar, se dan unas pinceladas de la importante y singular colección de postales del "Salto del Run".

Para terminar Carlos Bravo Suárez en "El valle del Ésera después de la central de Seira", narra la influencia de las obras en el valle del Ésera y el devenir de su historia hasta nuestros días.

Este libro no hubiera visto la luz sin el apoyo de la Diputación Provincial de Huesca, editora del mismo, la importante colaboración de la Fundación Hospital de Benasque, promotora de "La aventura", y el  Ayuntamiento de Benasque que forma parte de la Fundación.
La exposición, el libro, las jornadas y las visitas a la central de Seira han estado patrocinadas por Acciona, la Fundación Endesa y la Fundación Gas Natural-Fenosa.
Han colaborado el mNACTEC (Museo de la Ciencia y de la Técnica de Cataluña), la Comarca de la Ribagorza y TICCIH España. 

El libro (ISBN  9788492749287) es posible conseguirlo en librerías, tiendas de libros on-line y la propia Diputación Provincial de Huesca.



 








Notas sobre la historia de la central de Seira (9). Los visitantes de las obras de “La Catalana”.

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Grupo en la Presa de Villanova.

Los habitantes del valle del Ésera no salen de su asombro al ver a unos individuos que, subidos en las rocas del Congosto de Ventamillo, pretenden hacer una carretera junto al río. Esta infraestructura, que servirá para romper el aislamiento de siglos, ha acumulado todos los retrasos posibles desde su inicio y no acaba de hacerse realidad. Las promesas por parte de los políticos llenan las hojas de los periódicos, pero los habitantes, con su escepticismo habitual, no acababan de creerse nada. Al final, tras años de demoras, la apertura de la carretera se completa  a finales del año 1911 y comienza la llegada de autos y coches a Benasque.

   Por alguna curiosa razón, las obras, en general, tienen un embrujo especial que despierta la curiosidad de todo aquel que se cruza con ellas. Los importantes trabajos de “La Catalana”, después de las obras de la carretera, atraen a cientos de trabajadores y allí se mueven miles de duros, despertando el interés de muchas personas. Los políticos  ven la oportunidad de llevar el agua a su molino, y, aprovechando la aglomeración, se acercan a “pescar” votos. 

  En esa época, la distribución de diputados en el Congreso de Madrid, está organizada por distritos electorales y en Huesca hay siete: Barbastro, Benabarre, Fraga, Huesca, Jaca, Sariñena y Boltaña. Seira pertenece a esta última y en las elecciones, que suelen ser cada dos años, se elige un diputado que se encarga de  representar a sus electores en Madrid. Desde 1910 el diputado por Boltaña es un médico, oriundo de Sariñena, llamado Luis Fatás Montes. Es habitual que estos “representantes” no sean de la tierra por la que han sido elegidos y  por ello se les denomina diputados “cuneros”, pues  no tienen vinculación con la zona y su partido –en este caso el liberal- que los ha “colocado” en el puesto.
 
  Las elecciones están cercanas y D. Luis debe arengar a sus amigos y partidarios locales para que lo voten. La visita al distrito se inicia en Barbastro el día 17 de agosto de 1913 y sigue, rumbo a Benasque, por la estela de la carretera. En Graus la comitiva es recibida por influyentes políticos y activos industriales afines a su partido. Al día siguiente hace breves paradas en Perarrúa y Santaliestra donde acuden nutridas comisiones de las poblaciones vecinas. En Campo, el pueblo en masa, aguarda la llegada de su diputado con el Ayuntamiento a la cabeza. El pueblo está en fiestas y, en su exaltación, le cantan algunas coplas: 

“Entre todas las vírgenes,
la mejor la del Pilar;
 y entre tos los diputaos,
 el mejor don Luis Fatás”.

  Como es habitual un periodista acompaña a Fatás y en su crónica confunde el nombre de Seira y lo rebautiza por “Gésera”. Abi tampoco tiene demasiada suerte y lo denomina “Ari”. En la narración de su visita, una vez en Seira, describe el espectáculo que se presentó ante su vista: 

  Casas nuevas recién construidas, un lindo chalet, estilo suizo, en construcción, que parecía haber encontrado el  sitio para su emplazamiento; esqueletos de grandes edificios; terraplenes; explanaciones; rampas; un hormigueo constante de gente trabajadora, y de cuando en cuando, como salvas de progreso, retumbando en las concavidades de los montes, los barrenos que corrigen incesantemente las obras de la naturaleza.



Un grupo de personas en las primeras fiestas de la Colonia de Seira.

  En las obras de “La Catalana” los reciben el ingeniero director Don Federico Jiménez del Yerro y, el también Ingeniero de Caminos, don Feliciano Enríquez Contra, compartiendo su mesa junto al párroco de “Salaruéns” mosén Pedro Raluy –los de Barbaruens también sufren las redenominaciones del periodista-. Los anfitriones agasajan a sus invitados y les muestras las importantes obras que ejecuta la compañía y, una vez terminada la visita, continúan su viaje hasta El Run, donde son recibidos y les demuestran su simpatía personas de todas las clases sociales. El recibimiento de la comitiva a su llegada a Benasque no tiene precedentes pues, según la vehemente pluma, no se recuerda otro diputado que con tanto ahinco y tanta fortuna haya trabajado por los intereses del distrito.

  Ésta visita es una de las primeras descripciones de la obras y abre las puertas de los comentarios, como los realizados por José María “de Sobrarbe” en el Diario de Huesca, que resalta la importancia en nuestra provincia de las explotaciones mineras e hidroeléctricas, motor insustituible de la industria moderna. Su artículo defiende la importancia de los beneficios que para  nuestra región se derivan y plantea la posibilidad de que estas obras posibiliten la llegada de los turistas, se construyan los balnearios y se exploten las minas…y el pueblo tenga una visión nueva de una vida más inteligente, que le despierte la noble ansia de la cultura; con su ejemplo acudirán los capitales, los hombres de negocios y gastos de toda clase y toda condición, que llegan a conocer el país y amarlo, y de todos ellos saldrán los otros industriales, los nuevos mineros, los futuros bañistas, los turistas de mañana. Visionarias palabras de José María que, infortunadamente, no tuvieron su reflejo en la realidad.

  Continúan las obras con algunos altibajos y en el invierno de 1914, cercanas las elecciones, Fatás visita de nuevo el valle del Ésera en busca de votos. En Seira, un día lluvioso de febrero, es recibido por el Alcalde José Aventín Fortuño y Ramón Bused [sic, Aused?], Juan Peired [sic] y Antonio Turmo. Buenos amigos con ganas de luchar y de vencer. Un mes después vuelve otra vez al Ésera y lo recibe una nutrida representación de los habitantes del valle que le agasajan con uno de esos  banquetes pantagruélicos, que dejan chiquitas la bodas de Camacho, con que se obsequia a los diputados, y a su acompañamiento, en los que el mejor gourmand lucha desesperadamente con la falta de elasticidad de su estómago y tiene al fin que declararse vencido deplorablemente ante la profusión y la cantidad de las viandas.  

  El domingo 8 de marzo se celebran las elecciones, las visitas han dado su fruto, y el candidato liberal Luis Fatás obtiene unos resultados ajustados, superando en 300 sufragios al candidato conservador. Jaca y Fraga quedan en manos de los conservadores y las restantes, entre ellas Boltaña, en las candidaturas liberales.

  En mayo se declaran en huelga los trabajadores en las obras de la Catalana, pero el conflicto se soluciona rápidamente por la “visita” de fuerzas de la benemérita. 

  Ya entrado el verano, en julio, quizás por el nuevo interés que ha tomado la línea de ferrocarril por el valle de Benasque, el Gobernador Civil de la Provincia Sr. Perea recorre el valle y las obras de Seira. El tiempo está revuelto para el mes que estamos y como consecuencia de las últimas tormentas, ha descendido la temperatura, hasta el punto de hacerse necesario usar abrigos por la noche…

  No dejan de despertar  la curiosidad las obras de Seira y  los miembros del Sindicato Agrícola de Ribagorza, camino de un mitin agrario que se celebra en Castejón de Sos, recorren varios kilómetros admirando los extraordinarios trabajos que en toda la zona comprendida entre Seira y El Run ha realizado la empresa.

  Las obras de algunos edificios, entre ellos la capilla, están terminadas y en julio de 1915 la barriada obrera de La Catalana de Gas y Electricidad Seria-Abi [sic] celebra las fiestas en honor de su patrona la Virgen del Carmen y a los grandes festejos asiste el ilustrísimo señor obispo de la diócesis. Para acercar a todos los habitantes del valle este evento la empresa de automóviles Litera-Ribagorzana crea un servicio especial de ida y vuelta desde Graus.





  Muchas personas visitaron las obras en estos años, como Leandro Pérez gerente del periódico oscense “El Porvenir”, pero sus impresiones y recuerdos no se conservan, por no existir ninguna copia de aquella cabecera. De otros visitantes anónimos solo tenemos sus imágenes plasmadas en las fotografías: sus nombres e historias también han quedado en el olvido.

Por José Antonio Cubero Guardiola

Este artículo se publicó en el número 10 de la revista "Els tres llugaróns", Abi, Seira y Barbaruens, editada por las asociaciones culturales de dichos pueblos en el invierno de 2012.



Notas sobre la historia de la central de Seira (10). La sonrisa de Ramón Félix Surigué.

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Ramón Félix ensayando unas dovelas  de hormigón.
Podemos contar cualquier historia sobre las construcciones y las obras, pero nada tendría sentido sin sus creadores y sus constructores. Serían unos edificios vacíos, sin vida, sin sentimiento. Las personas les aportan el “alma” y sin su intervención y la singularidad de cada uno, nada sería lo mismo. Todo se reduciría a números, estadísticas y plazos. La historia –el relato que cada uno hacemos de nuestra vida o la de los demás- estaría plagada de gráficas, cuadros con cifras y sería fría y carente de interés.

Sin embargo, existe otro factor, más importante si cabe que lo anterior, que sin estar incluido en el estadillo de filiación, ni en el salario, hace que todo sea mejor. Estoy hablando de la empatía y, por ende, de la satisfacción de la tarea bien realizada. Cualquier actividad, si la realizamos con ilusión -con cariño- nos llena el corazón de alegría y encontramos “la felicidad” en su práctica. En Seira, durante las obras, por la mañana, cuando los trabajadores de las mismas se levantaban al amanecer para trabajar de “sol a sol”, se encontraban al fotógrafo que venía a documentar su trabajo, algunos estaban “felices” allí y una sonrisa les iluminaba el rostro, como a Ramón Félix Surigué.

La primera vez que cayó en mis manos una imagen suya, sin reconocerlo todavía, me llamó poderosamente la atención al ver su alegría y la energía que despedía. Me chocaba fuertemente, en el difícil ambiente de trabajo que lo rodeaba, que tuviera esa actitud en la vida. Quizás fuera porque Ramón estaba acostumbrado a trabajar duro, muy duro.

Sus padres, Ramón Félix Simó y María Surigué Brualla, esperaban, como todos los habitantes de la Litera, las aguas del Canal de Tamarite que desde tiempos inmemoriales debían regar sus tierras. El día 9 de enero de 1882, según sus propias notas, nació Ramón Félix Surigué en Alcampell en la provincia de Huesca. Esta fecha no es segura pues en el registro civil figura el día 8 y su hijo Ángel, en su relato sobre su hermana María, lo ubica el día 6. En cualquier caso, nace un frío día “en el seno de una familia humilde” conocida como casa “La Morena”. Desde joven destaca por su gran inteligencia y “no [tardará] mucho tiempo en asumir la responsabilidad de la familia”. Sus cinco hermanos y sus padres, el “clan familiar” como los denomina su hijo Ángel, le acompañarán toda su vida por las obras. 
 
Excavadora en la presa de Villanova (a la derecha Ramón Félix)

Con 18 años ya lo encontramos en Barcelona en la nómina de la Sociedad Struch Hermanos, donde comienza a trabajar como “asentador” de vías. Progresa rápidamente en sus atribuciones “por [el] celo e inteligencia con que ha desempeñado” los trabajos y al poco ya está de encargado en las obras del ferrocarril de Manresa a Guardiola de Bagá, donde permanecerá tres años. También participa en algunas obras de hormigón armado, como el torreón del depósito de agua del Tibidabo.

La Constructora Struch Hermanos, donde trabaja Ramón, obtiene el contrato de construcción del ferrocarril de las minas de Langreo al puerto de Musel y lo trasladan allí. Este trabajo le supone un nuevo reto pues se tienen que construir túneles para el trazado de las vías. El año 1904, pese al interés de las obras, debe abandonar Asturias, pues la humedad de aquellas tierras le está afectando a su salud.

Ramón se casa con Florentina Torres Fumás el día 9 de septiembre de 1905 en Albelda, su pueblo natal. Pertenece a una familia acomodada conocida como Casa “El Bep” (“Bep, en la lengua vernácula albeldense quiere decir José” –aclara su hijo Ángel-).

En estas fechas no falta trabajo en Huesca pues están en su apogeo las obras, entre otras, del Canal de Aragón y Cataluña. El Estado, tras años de tentativas fallidas por las iniciativas privadas -por fin- las tiene a su tutela y se espera que en breve las aguas del río Ésera lleguen a los campos de la Litera. Son muchos kilómetros de canales y se han dividido en sectores que diferentes contratistas se encargan de construir. Uno de estos, José Serés y Plana, contrata a Ramón como su representante en la obras de los cinco kilómetros de canal que tiene asignados. Duran poco estos trabajos, pero el buen hacer de Ramón hace que continúe al servicio del Estado en la segunda sección de canal, a las órdenes del ingeniero de caminos José María Méndez Vigo. El día 27 de agosto de 1907 nace su hija María y al poco trasladan su residencia a Bellver de Cinca. En estas obras permanece hasta el año 1909. Este mismo año, en marzo, nace el segundo hijo varón –el primero falleció a los cinco meses de nacer- y lo llaman Ramón para perpetuar “el patronímico que desde generaciones se imponía al primer varón”.


Firma de Ramón Félix en un plano de la central de Seira (Gentileza Acciona Energía).
Continua en el Canal de Aragón y Cataluña y bajo las órdenes de Manuel Morales obtiene un destajo, terminadas las obras principales del Canal, para ejecutar nueve kilómetros de la acequia secundaria de “La Magdalena”, cerca de su pueblo, y un “acueducto de 90 arcadas en la 3ª sección” a las órdenes del Ingeniero de Caminos Félix de los Ríos.

Ramón, es un hombre autodidacta y complementa las experiencias que va adquiriendo, en una fecha que desconocemos, con unos estudios por correspondencia en la Escuela Libre de Ingenieros que el ingeniero militar Julio Cervera Baviera establece en Valencia. Esta es una escuela innovadora, por su método y por la calidad de su educación. En esta se desarrolla el espíritu de superación que muchos profesionales tenían pero sus limitadas posibilidades les impidieron acceder, por trabajo o por economía, a una formación oficial. Las experiencias de los alumnos que recoge la revista “Electricidad y Mecánica” -órgano de dicha escuela-, relatan experiencias similares a la de Ramón y coinciden plenamente con sus ideales y su situación.

A mediados del año 1910 entra a formar parte de una Sociedad para la construcción de la variante del Ferrocarril en la línea Tardienta-Jaca. Este trazado se ha interrumpido por la construcción del Pantano de la Peña y se deben realizar importantes obras de fábrica, que tienen un importante coste; más de un millón doscientas mil pesetas. El presupuesto final del pantano, incluidas estas obras, ascenderá casi siete millones de pesetas y este dato nos permite valorar la importancia de dichas obras. Allí estará en permanente contacto con Severino Bello Poëyusan, Director de las obras del Pantano, que escribe sobre su aptitudes diciendo: tiene una “notable disposición para organizar convenientemente el personal obrero y los medios auxiliares de la construcción, como, así mismo, una conducta ejemplar”. Viven en el cercano pueblo de Triste y allí nace, el 11 de diciembre, su hijo José. Una vez terminadas estas obras, el 15 de agosto de 1912, entrará al servicio de la Catalana de Gas y Electricidad.

Su figura es fácilmente reconocible por la boina y su traje de pana. A las órdenes de los ingenieros de caminos, Federico Jiménez y Feliciano Enríquez, desempeña la labor de encargado general de todas las obras. Es muy polifacético y dirige todo tipo de trabajos, túneles, presas y, gracias a las fotografías, podemos seguirlo por las mismas. En plena vorágine de estas, nace su cuarto y último hijo; Ángel.

Ramón realiza mejoras y documenta nuevas instalaciones en la cuenca del Ésera y son muchos los planos que llevan su firma. Diego Mayoral Estrimiana, responsable del Servicio Hidroeléctrico de Catalana de Gas, certificará que “estuvo en calidad de Jefe Constructor, encargado de las importantes obras de los Saltos del Run, Puente Argoné y Campo…prestando eminentes servicios a la entidad propietaria, por su inteligencia, celo y laboriosidad”.



Grupo en la puerta del Círculo Recreativo (ca. 1926). Sentados, desde la izq.: María Félix Torres, Ramón Félix Surigué, Florentina Torres Fumás, Prima Gómez, Carmen González Fernández (Señora de D. Federico), Federico Jiménez del Yerro, Carmen Jiménez, ?,  Lolita Jiménez, ?, ?. Sentada en el suelo: Pilar Jiménez. De pie a la derecha José Jiménez, izq. ?. (Archivo General Compañía del Salvador (AGCS), M 401,020)

Tras muchos retrasos en las obras de “La Catalana” se termina el pantano de Gradiello, en Campo, y a fines del año 1929 se pone en servicio la central homónima. Las obras de Seira ya han acabado y ese mismo año se traslada a Ramón a Barcelona. La familia Félix-Torres fija su residencia en la calle Trafalgar.

Fruto de su pasión por el trabajo, descuidó sobremanera su salud –nos relata su hijo Ángel- y la bronquitis asmática y una úlcera estomacal “le llevaron por el camino de la amargura” durante toda su vida. Falleció en Barcelona, a los sesenta años de edad, la noche del 19 de abril de 1942.

Esta semblanza biográfica difícilmente hubiera visto la luz con este detalle y extensión sin la buena memoria del hijo más pequeño del matrimonio, Ángel, que escribió en el año 1996 los recuerdos que atesoraba de su familia y de Seira. Gracias a la Hermana Cristina Parejo pudimos acceder a este documento y a las imágenes del Archivo que acompañan este texto y custodia la Compañía del Salvador, (Mi hermana María. Recuerdos personales de Ángel F. Félix Torres, [Barcelona], noviembre de 1996. Original: AGCS, M 603,002).

Por José Antonio Cubero Guardiola
Este artículo se publicó en el número 11 de la revista "Els tres llugaróns", Abi, Seira y Barbaruens, editada por las asociaciones culturales de dichos pueblos en el verano de 2013.


Joaquín Costa, la Sociedad Extractora de Barbastro y otras industrias

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(Real Cédula...,1746) Biblioteca Virtual de Aragón

Las industriosa ciudad de Barbastro.

“…es bien notorio, y manifiesto el atraso, y miseria, que experimenta, y padece el Reino de Aragón, sin tener al presente más recurso que los Frutos, que con abundancia logra, aunque con el desconsuelo de no poder venderlos por falta de Comercio”.

En estos términos se da noticia de la situación de Aragón el año 1746.“Cada día se aumenta la pobreza y despoblación”, continúa la Real Cédula (1). Fruto de esta iniciativa y del empuje de algunos aragoneses ilustrados e ilustres, comienzan a despegar importantes iniciativas para la construcción de canales, riegos e industrias por toda la geografía aragonesa.

Los resultados de estas acciones son bastante irregulares y una buena parte de las inversiones se quedan en la capital. Unos años más tarde, en 1777, tenemos referencias de la importante industria que se ubica en Barbastro. El partido tiene una gran producción de seda que se manufactura en la ciudad por los “Maestros Tafetaneros, que se encargan de dicha tarea y fabrican pañuelos, tafetanes –pañuelos de seda- y algún terciopelo”. Para la transformación de la lana hay “once telares de bayetas y cordellates –tejido basto de lana-“ y telares de cintas y paños (2). Las industrias de la ciudad también fabrican cordeles y son muy destacables sus tenerías. Aunque, no menos importante, las fértiles vegas del Somontano también producen vino y aceite, que proporcionan magníficas cosechas -los años buenos que la langosta y las riadas no azotan los campos-.

Unos de los primeros censos de población que se realizan del conjunto de España, el año 1797, nos da cuenta del tamaño de la ciudad que tiene 1.365 vecinos. Huesca, para hacerse una idea, tiene 2.127 y Zaragoza 8.315. (Para calcular la población real –de manera orientativa- deberíamos multiplicar estos valores por cinco) (3). El Reino de Aragón entero (4), en esa misma fecha, tiene 657.376 “personas” y el vecino Principado de Cataluña 858.818. Interesantes valores que nos indican la importancia de las grandes ciudades aragonesas, como Barbastro, y su importancia en relación con la capital del Reino y sus vecinos.

A comienzos del siglo XIX sigue pujante la industria de la seda y a ella “se dedican más de 60 casas” (5). La actividad industrial y agrícola permite, en el año 1843, que la ciudad tenga una importante actividad social y esta propicia la edición de un periódico en la ciudad: “La Atalaya”. En 1845, según nos cuenta Madoz, no ha decaído la industria de telares, tejidos y lozas, si bien “se ha disminuido algún tanto el número de talleres”. Los molinos y batanes, parte importante de la economía, se encuentran (6) “en estado floreciente y de adelanto conocido”.

La población, fruto de la actividad industrial, ha crecido bastante estos últimos años y entre los nuevos habitantes se encuentra la familia Rubio, que se instala en la ciudad de Barbastro, procedente de Huesca. Tiene su origen en  Torrijo de la Cañada, junto al río Manubles, en Zaragoza. La familia la compone Eugenio Rubio, el cabeza de familia, con su mujer e hijas. Tienen también un hijo, Hilarión Rubio González, que ha ido a estudiar a Barcelona. A la vuelta desempeñará la labor de Arquitecto aunque parece que no tiene el título (7).

Proyecto de un batán en los términos de la ciudad de Barbastro, ca. 1856,  Archivo Histórico Provincial de Huesca, Obras Públicas 373.

Junto al río Vero hay instaladas fábricas para aprovechar la fuerza de sus aguas. Algunas de ellas se dedican a transformar trapos, seda y lanas en tejidos. Para ello necesitan deshacer los paños y la lana. Esta es una dura tarea -que se denomina abatanar- y para realizarla se utilizan artefactos mecánicos denominados batanes. El barbastrense Bartolomé Argente pretende construir un batán, que utilizará para estos cometidos, en las tierras de su propiedad. Como fuerza motriz ha pensado utilizar las aguas del río Vero, pues discurre al lado de sus fincas. Aprovecha una corriente  denominada “la Raviosa”. Hilarión Rubio, el “arquitecto” se encarga de estudiar la  mejor ubicación, sus necesidades y le escribe una memoria que acompaña con planos para construirlo. En la introducción, donde demuestra una cuidada prosa, diserta sobre la situación de las industrias en España y, más concretamente, en la Ciudad de Barbastro;

 “Reconocida por todos la necesidad de dar vida a la industria de nuestra Nación, ya sea propagándola, ya desarrollándola allí donde haya empezado a florecer, debemos convenir igualmente, en que cuando uno o más particulares promueven empresas que al objeto se dirigen, adquieren un mérito para con el público que los hace dignos de la mayor consideración y acreedores a la protección más decidida,  dentro del círculo de la ley. No es artefacto un batán que pueda aspirar a la gloria de ocupar un lugar en nuestra industria, pero no deja de ser un componente, y como tal, comprendido en todo lo que en general se diga respecto del ramo de que forma parte. La ciudad de Barbastro, cuyo espíritu fabril se va desarrollando de pocos años acá  de una manera inesperada, recibirá con aprecio ésta nueva contribución que,  precursora sin duda de otras muchas, llevarán entre todas el nombre de la Ciudad con su comercio a los más apartados  ángulos de la península.” (8).

Firma de Hilarión Rubio, autor del proyecto del batán de Barbastro, ca. 1856,  Archivo Histórico Provincial de Huesca, Obras Públicas 373.

En Madrid, donde se deciden los designios económicos que comenta Hilarión, hay una persona muy cercana a Barbastro que ha sido elegido Ministro de Hacienda. Corre el año 1855 y Pascual Madoz, aquel joven venido de Pamplona que estudió en los Escolapios en 1820, es la persona que se encargará de dirigir la economía española (9). El mismo año de su elección como Ministro ve la luz la ley de desamortización de propios –más tarde conocida como la desamortización de Madoz-. Esta, como las anteriores desamortizaciones que se han hecho desde la de Godoy, el ya lejano 1798, o la de Mendizábal, en 1836,  pretenden expropiar y poner a la venta bienes privados, de la iglesia, de los conventos, o de propios –los pertenecientes a la ciudad- para recaudar dinero para las maltrechas arcas del Estado.

Pascual Madoz defiende el proyecto de ley ante las Cortes explicando la necesidad de la misma pues, según sus palabras, tras los “errores cometidos en una larga serie de años, la nación española ha podido reponerse de las desgracias consiguientes a la guerra civil [y] si ha conseguido verdaderos progresos materiales y aumentado la riqueza distribuida en mejores proporciones, [es] debido principalmente sin duda alguna al sucesivo desestancamiento de la propiedad” (10).

Afectadas por la desamortización, sólo en Aragón, hay más de veinte mil propiedades (11). Entre ellas encontramos en Barbastro un “batán derruido” que en 1856 sale a la venta por 48.000 reales de vellón y lo compra Lorenzo Bernardini. También, en la lista de propiedades, aparecen tres molinos harineros, dos de ellos los compra Juan Plana y otro –el Molined [sic]- por el citado Lorenzo Bernardini [sic]. En el listado encontramos además dos molinos olearios, un tejar, una posada y el edificio del pósito –lugar donde se guardan las semillas de cereales para prestarlas a los pequeños agricultores- (12).

Las ventas del patrimonio de propios, tienen su lado negativo pues los ayuntamientos –propietarios de estos bienes- y por ende los habitantes de la ciudad, beneficiarios de estos, dejan de ingresar el rédito que proporcionan estas propiedades y permiten emprender obras a costa de ellos. Otro resultado se obtiene en las arcas nacionales pues ingresan  una importante cantidad de dinero como resultado de dichas ventas y, gracias al sistema de pago a plazos, de muchas de las señales de propiedades que no terminan de enajenarse (13).

No obstante, la venta de los bienes desamortizados esta pensada para recaudar y nadie se ha planteado hacerlo bien. A la hora de escriturar, por ejemplo, la falta de datos sobre las cargas de las propiedades provoca que los nuevos dueños se encuentren, sin ellos saberlo, con unas obligaciones que no habían quedado contempladas en la escritura de venta y, lógicamente, no quieren hacerse cargo de ellas. Este es el caso del Molined –el actual Moliné- que, tras formalizar su nuevo propietario Lorenzo Bernardín, una hipoteca para las reformas “por su mal estado de conservación” es declarada nula la venta tras denunciarlo el Ayuntamiento por no limpiar el azud de Poyet y su acequia, de donde coge el agua. De esta carga, que no estaba escriturada, tienen que pasar cerca de 10 años de la compra para que se llegue a un acuerdo distribuyendo salomonicamente la misma; el azud lo limpiará el dueño del molino y la acequia el consistorio (14).

Pese a estos problemas y los enrevesados trámites de las compras, estas ventas han provocado cambios, directa o indirectamente. Se comienzan a modernizar muchas industrias, pues los nuevos propietarios están ampliando y modernizando las vetustas instalaciones, sustituyendo las antiguas turbinas de ruedas de madera por otras más modernas que accionen sus industrias y molinos. Los periódicos locales se hacen eco “con gran placer”  del “vuelo que toma en nuestra Ciudad la construcción de numerosos y bellos edificios privados, almacenes y fábricas” (15). Para la feria de este año se espera a “un comisionado alemán” que, supuestamente, proyecta una “fábrica de hilados en los términos de esta ciudad” (16).

Son varias las fábricas de la ciudad que producen sedas “poco conocidas…porque las fábricas de hilar con vapor se han introducido hace pocos años; pero sus productos reúnen condiciones tan buenas como las más apreciadas de España” (17). En la Exposición General de 1857, que se celebra en Madrid, en su apartado de agricultura, participan con sus madejas de seda, la barbastrense Manuela Altaoja,  Viuda de López (18),  y Joaquín Mediano, obteniendo, los dos, una medalla de bronce.

Quizás por toda esta actividad económica que generan estas fábricas, los proyectos, las modernizaciones y el propio comercio, en el año 1862, se establece en la capital de la provincia un banco para agilizar las transacciones de comerciantes y fabricantes. Un selecto grupo de propietarios de Huesca abre las oficinas de un banco de depósito y descuento llamado Crédito y Fomento del Alto Aragón. El funcionamiento  de este banco permite depositar a sus clientes un dinero en él y el banco se encarga de pagar y cobrar a cuenta de ellos. Es la forma de trabajar de la época y la instalación de dicha entidad supone un importante hito, pues tan sólo existen 27 ciudades en España que dispongan de una entidad como esta. El capital lo componen 12 millones de reales en  seis mil acciones de dos mil reales cada una. El comerciante barbastrense  Vicente Fuste posee una importante participación de cien acciones y Agustín Bizcarra, de Selgua, también participa con la misma cantidad (19).

Detalle de la acción del Banco Hipotecario de Barbastro, 1866, Gentileza de Francisco Molina.

Corre el año 1863 e Hilarión Rubio –el proyectista del batán de Argente- se casa con la grausina Aniceta Romero. Probablemente se hayan conocido en Barbastro pues su familia está instalada allí. Hilarión, que tiene grandes aspiraciones,  ha conseguido la plaza de Arquitecto en el ayuntamiento de Huesca y, ese mismo año, la joven pareja se traslada a vivir a la capital.  Allí sigue haciendo proyectos y no le va nada mal. Viven en una zona nueva de la ciudad, en la calle Vega Armijo (20). Ahora está ocupado en la restauración del castillo de Montearagón. Aniceta recibe una carta de su familia en Graus, pues un pariente lejano, grausino de adopción,  quiere trabajar en Huesca y  han pensado que puede ir allí para recomendarlo.  El joven se llama Joaquín Costa  y se presenta en Huesca el 7 de diciembre de 1863 (21).

Retrato de Joaquín Costa a los 24 años. Colección José María Auset Brunet. (Del libro “La imagen de Joaquín Costa”, Huesca, 1996).

Los trabajos de Joaquín Costa.

Joaquín es contratado, como chico para todo, en casa de Hilarión. Comienza a trabajar, no sin disgusto, en una fábrica de jabón que éste tiene con otros socios (22).  Aunque tan pronto lo encontramos de albañil en las obras de restauración en el castillo de Montearagón (23) o ensillando el caballo al tílburi (24) –con grandes problemas y sufrimientos- (25).  Si hay una palabra que pudiera definir esta parte de su vida, donde compatibiliza estas actividades “laborales” con sus estudios –sacando excepcionales calificaciones-, esta es sufrimiento.

Costa, al margen de sus penurias, considera a Hilarión como su protector y en su pensamiento no le cabe la manera de pagar el interés que está mostrando por él. Éste, que probablemente ve a Costa como un perfecto colaborador, sigue con sus proyectos y viajan juntos, en Semana Santa del año 1865, a Pertusa para replantear la acequia molinar de Ordás y Foncillas (26). Continúan las obras de Montearagón y allí lo encontramos en verano, con grandes ganas de aprender el oficio de albañil.

Comienzan el nuevo año -Hilarión y Costa- inmersos en nuevos proyectos. Uno de ellos es el Mercado de Huesca, “que tanto quehacer nos ha dado” (27). No pasan muchos días cuando aparece en la prensa local la noticia de un concurso para cubrir doce plazas de artesanos albañiles para la Exposición Universal que se celebrará en París el próximo año 1867 (28). Costa ha acumulado una importante experiencia como albañil estos años y se plantea participar en el mismo. Gracias a Hilarión consigue una recomendación de Manuel Camo –el cacique local- y de Mariano Carderera, que está en Madrid, y le intentarán ayudar.

Al cabo de un mes ya está Costa en Madrid para participar en la selección de pensionados. Es la primera gran ciudad que visita y le sorprende “la grandeza de las construcciones”. La paciencia no es una de las cualidades del joven Costa y pasa el tiempo  estudiando para no sufrir por la corrupción y la malicia que se encuentra. Más de un mes debe permanecer allí para las pruebas y cuando llega a Huesca nuevamente, en su diario, escribe “tuve los ejercicios …que me salieron a las mil maravillas. Me felicitaron algunos jueces y algunos espectadores y me dieron esperanza” (29).

Gracias al buen hacer de Costa y a la señalada colaboración de Carderera, después de salir el número trece, el 6 de febrero recibe un telegrama comunicándole que ha sido seleccionado con el número 11. Costa, que cuenta veinte años, probablemente, no es consciente de la oportunidad que se le presenta y de la magnitud que tiene la Exposición que está a punto de ver, pero está dispuesto a aprovecharla. No ha pasado ni un mes cuando viaja a París y, nada más llegar, comienza a recopilar información y materiales. Escribe a sus amigos de Huesca y estos le contestan animándole a publicar sus notas en “un periódico de la provincia” (30).

No es esta la única proposición que le hacen a Joaquín Costa, pues su su tío -el grausino José Salamero Martínez- le ha invitado a publicar unos artículos sobre dicha Exposición en el periódico “El Espíritu Católico”  que ha fundado y dirige. En marzo de 1867, se comienza a publicar, en el apartado de Variedades del periódico, una serie de artículos titulados “Revista de la Esposición” (sic). Allí Costa narra sus vivencias, según el encabezamiento, como “Corresponsal de París”. Describe vehementemente las innumerables novedades y descubrimientos que se presentan en dicha Exposición. La narración tiene también su parte divertida al narrar, en tono jocoso, que hay quien hace casi de todo, incluso el que “introdujera sesos en los cráneos que de ellos están faltos, y en este caso, tendría gran despacho, a no dudarlo” (31).

Podemos imaginarnos la impresión que le provoca París, que cuenta en estos momentos, según sus propias palabras, con “dos millones de almas” (32). Aunque, con sus poco más de veinte años, no sabemos que despierta más su admiración, si las superlativas dimensiones de la Exposición y los 150.000 metros cuadrados -15 hectáreas- de su pabellón central –sin incluir todos los recintos secundarios- o sus más de 50.000 participantes de todos los países del mundo. Entre estos no podemos olvidar la representación de la comunidad aragonesa con 95 participantes, presentando sus  productos agrícolas y los fabricados por las industrias extractivas y de transformación aragonesas (33).

En cualquier caso, entre la amplia variedad de artes y actividades que se muestran, uno de los aspectos que despiertan el interés de  Costa son las edificaciones y en su libreta de viaje anota todo lo que se refiere a los métodos constructivos, materiales y diseños. Plasma sus vistas en trabajados dibujos, para documentar todo, aunque centra su interés en las viviendas obreras. En la Exposición tiene la oportunidad de ver las mismas, “ejecutadas al natural” (34). Con sus planos y toda la información recopilada escribe una serie de artículos titulados “Habitaciones de alquiler barato” que envía a la Revista de Caminos Vecinales, aunque no llevan su firma, sino la de su jefe, Hilarión Rubio (35).  

La Sociedad Extractora de Barbastro.

A comienzos de septiembre de 1867, León Romero, el acaudalado barbastrense, viaja a París. Está emparentado con Hilarión Rubio -en un grado que desconocemos- desde su boda con Aniceta (36). Ha ido a la Exposición de París, entre otras cosas, para hablar con Costa sobre una fábrica para la extracción de aceite del orujo. Esta industria, que probablemente conoce por él, le interesa para obtener aceite para la fábrica de jabón de Hilarión. Aunque no está claro en este momento, el barbastrense será el socio económico de la  Sociedad Extractora de Barbastro. León le encarga –pues ha perfeccionado mucho su francés en su estancia en París- que se interese por el proceso y obtenga toda la información posible sobre el coste del mismo.

Patente nº 20.048 para extracción de aceites por Édouard Deiss, Apr. 27, 1858, U.S. Patent and Trademark Office (USPTO).

Unos días más tarde, el 9 de agosto de 1867, Joaquín Costa parte rumbo a Marsella. Ha quedado allí con el fabricante e inventor Édouard Deiss (37) para hablar sobre su proceso de extracción de aceite. Deiss no es demasiado amable –según la opinión de Costa- y no le deja muy buena sensación, pero lo importante es que ha visto funcionar el invento, todo parece real y  obtiene aceite. A Joaquín, que no va sobrado de dinero, le ha parecido una idea atractiva participar en la Sociedad y ha pensado invertir  los ahorros que está haciendo en su estancia en la Exposición Universal de París.

El proceso que ha patentado Deiss, según éste, obtiene más aceite, de un 16 a un 18 por ciento más, que con las prensas de viga y otros métodos. El aceite es “bello y limpio” y si se utiliza quemado, al ser más fluido, da un 20 por ciento más de luz y más rendimiento. Todos los métodos de extracción utilizan un producto, el Sulfuro de Carbono, que puede ser peligroso por las sustancias que contiene y por su inflamabilidad. Afortunadamente, en el proceso Deiss, los aparatos de generación de esta sustancia están a la intemperie y al obrero, según el inventor, “no le molesta en lo más mínimo el sulfuro” (38).

Tratado práctico de la extracción del aceite de los orujos…por Gumersindo Llofriu, Madrid, 1904.

La operación para sacar el aceite “de un grano oleaginoso cualquiera” comienza reduciendo el grano a polvo. El método de extracción, explicado de una manera sencilla, consiste en hacer pasar  el [bi]sulfuro de carbono por el polvo de la semilla, que se encuentra en el extractor –izquierda del dibujo, con la letra B- donde el sulfuro se combina con el aceite y lo arrastra. En un destilador  -un alambique, para entendernos-, situado a la derecha de la imagen con la letra D, se calienta el aceite obtenido y se evapora el sulfuro, pues hierve a una temperatura de 48 grados centígrados, y éste se condensa en el serpentín –centro de la imagen, letra C-, cayendo por un tubo hacia un depósito –en el centro, abajo, con la letra A- donde se guarda para nuevas operaciones. Una ventaja reseñable del método Deiss, dado el alto precio que tiene el sulfuro antes de su fabricación masiva, es la gran recuperación de éste.

Diagrama del proceso Deiss de extracción del aceite del orujo (se hace referencia en el texto), Llofriu, 1904.

Costa deja Marsella el 12 de agosto, pasa por Barcelona y tras algunos problemas por “la proximidad de revolución” llega Barbastro. Va camino de Graus y en su diario anota emocionado; “con qué placer atravesaba las calles de Barbastro” (39). Pasados unos días se ve en la ciudad del Vero con Hilarión Rubio y Manuel Bescos y con ellos regresa a París, pues comienza su semana de servicio en la Exposición a primeros de septiembre.

El grupo oscense visita a un ingeniero mecánico para gestionar los aparatos de la Sociedad pero ninguno de los tres tiene dinero para pagarlos y deben pedir “dineros a Barbastro y…no quisieron enviar, diciendo que ya no querían tal negocio”. Costa duda del éxito de la Sociedad e intenta disuadir a Hilarión, pero este busca denodadamente alguna industria “para aplicar a Huesca” (40). Convencidos de no seguir con la compra de los aparatos de la Sociedad, entablan contacto con un ingeniero francés y la cuestión, valorada en seis mil francos, vuelve a la palestra. Todavía no han llegado“los dineros” de Barbastro y, a mediados de octubre, regresan Hilarión y Bescós.

A mediados de noviembre contestan “los de Barbastro” probablemente convencidos por Hilarión y “dando el sí a la Sociedad”. Costa le envía una muestra de “bisulfuro carbónico” para que hagan ensayos con el cospillo. Este, a recomendación del ingeniero, adquiere “instrumentos y productos químicos” y constata que han sido “sencillamente engañados” (41), pues no era “un pozo de ciencia química” como decía.

Termina su estancia en París el joven Costa -sólo cuenta con veintiún años- y ya le esperan en Huesca para tomar decisiones sobre la Sociedad. Al final se decide comprar los aparatos “del cospillo” y construirlo en Zaragoza. La elegida es la Fundición Averly que ha patentado (42) una versión mejorada del método productivo de M. Deiss y telegrafían a la fábrica para concertar una cita y gestionar el pedido. Pero les falta un lugar donde ubicar la industria y a finales de año vuelve a Barbastro y con los hermanos Tomás y Pepita Cosín Fuentes, buscan un local para “el aparato” (43).

Portada del libro de Joaquín Costa sobre la Exposición Universal de 1867, Archivo Histórico Provincial de Huesca, Archivo Joaquín Costa, Caja 121, Carpeta 114.15.

En enero de 1868 comienza Joaquín Costa a escribir el folleto sobre la Exposición de París -su actividad es frenética- y lo termina en febrero y “se dio principio a su impresión el 19 [de] Marzo, y al público los primeros días de Mayo” (44). Muchas de las notas que componen el mismo estaban escritas en “puntos diversos del Campo de Marte”–donde se ubicaba la Exposición-. Los diferentes elementos mostrados en la misma y “la ausencia de alguna cosa” despiertan en su memoria “recuerdos tristes” e inspiran las “ideas concretas que hemos querido dejar apuntadas para que no se olviden”. Con este planteamiento organiza el libro, que consta de tres partes, y busca, en primer lugar, las causas del atraso de España, analizando todos los factores que a su juicio le afectan. La instrucción pública, las comunicaciones  y “nuestra clase obrera” son objeto de su incisiva mirada, entre otros interesantes temas. En la segunda parte, más cercana a nosotros, disecciona el “Estado de la provincia de Huesca” y su porvenir.

Verso de la portada del libro de Joaquín Costa sobre la Exposición Universal de 1867, con sus notas manuscritas, Archivo Histórico Provincial de Huesca, Archivo Joaquín Costa, Caja 121, Carpeta 114.15.

Pero Costa no se limita a analizar lo visible y constatar la “población escasa, [la] industria menguada” o la “agricultura bastante atrasada” (45) de la provincia. El texto aporta sus soluciones, las  ideas que, de manera visionaria, enmendarán los problemas planteados y regenerarán la provincia para avanzar, dejando atrás todo aquello que años de ostracismo y caciquismo han provocado. Para ello plantea potenciar la industria merced “a la abundancia de ciertas materias primeras [sic]” y “la baratura de los motores [hidráulicos]”, que permitirán “multiplicar las fábricas de harinas”, entre otras industrias. Muchas son las mejoras referentes a la  agricultura y la ganadería que propone, pero quizás la “exposición provincial agrícola y pecuaria” es, por sus resultados mayores que “veinte años de predicación en la prensa”, el asunto que centra una buena parte de la interminable lista de sus propuestas.

A mediados de 1868, no son éstos las únicos asuntos de interés para Costa, pues la nueva fábrica de extracción de aceite va tomando forma. Están montando el generador que alimentará el proceso. Costa, hombre de poca paciencia, sufre con la lenta evolución del  montaje de las máquinas. Quizás sea porque sabe que cuando esté montada la fábrica será él el director y se hará cargo de ella (46) y está deseoso por comenzar la actividad.

Dura poco su alegría pues las pruebas no son demasiado satisfactorias y las maniobras son muy lentas. Para complementar el éxito han tenido dos incendios y si bien no han tenido daños personales, se han perdido grandes cantidades de bisulfuro. Costa es  consciente de la toxicidad de éste y señala: “lo menos dos años de vida hemos perdido…Dos años digo…¿y no más?” (47).

Tras muchas pruebas consiguen hacer “dos operaciones por día”. Joaquín aprovecha los tiempos de espera para escribir, pues sigue pensando que este negocio no puede tener mucho futuro. Un montador viene a modificar la instalación y está cuarenta y siete días cuando debía costar, según Costa, “diez o doce” (48). Una vez montado, tras las pruebas se quedan sin bisulfuro; deben  pedirlo a Marsella y mientras tanto la fábrica está parada.

El diez de agosto llega el bisulfuro y tampoco se adelanta pues falta el agua y luego tiene fallos el proceso que se deben solucionar. Costa escribe: “el aparato de extracción de grasas no me satisface nada”, “¡Cuánto me hace rabiar este aparato!” (49).

Costa intenta evadirse de los rompimientos de cabeza que le proporciona la extractora y se dedica, cuando puede, a sus asuntos. Ha aparecido un anuncio de su libro sobre la Exposición Universal de París en la prensa oscense (50). Este no puede ser más oportuno, pues el 18 de septiembre de 1868 (51) se inaugura la Exposición Aragonesa de 1868 en Zaragoza. Esta intenta aglutinar -al “estilo” de la exposiciones universales como la participada y narrada por Costa- todas las novedades e industrias de la época. La capital aragonesa cuenta con 60.861 habitantes (52).  Para su localización se ha elegido la Glorieta de Pignatelli, en una zona donde se está expansionando la ciudad y allí se ha construido un  edificio –en tres meses- que tiene 5.000 metros cuadrados –media hectárea- para albergar los más de 3.000 expositores (53).

En esas mismas fechas Costa tienen una disputa con uno de los socios, el barbastrense Telésforo Lasala y  tras estas desavenencias, Costa -que ya está cansado- deja la sociedad (54).

Pero sigue la vida, y en Zaragoza,  artesanos y fabricantes de Aragón y todo tipo de personas muestran sus trabajos y obras, aunque en la lista de participantes encontramos representaciones de toda Europa.  En estas mismas fechas, por el descontento general con el régimen monárquico,  tiene lugar el levantamiento revolucionario y, a los pocos días, el 30 de septiembre la Reina Isabel II abandona España. Los organizadores de la muestra de Zaragoza, ante la complicada situación política del momento, deciden cerrarla. El nuevo gobierno, que no ve la Exposición como problema sino como un intento por avanzar en la mejora de la industria de la región, permite que continúe con su actividad. En Barbastro la revolución ha tenido una fuerte acogida. La “gloriosa” la han denominado, aunque nadie sabe como acabará todo.

Anuncio del libro de Joaquín Costa sobre la Exposición de 1867, El Oscense, 15 de septiembre de 1868, [Instituto de Estudios Altoaragoneses].
Como toda Exposición que se precie, esta tiene que otorgar premios y galardones. A Joaquín Costa, la Junta General del Jurado le concede la medalla de cobre[sic] (55) en la categoría de Ciencias, al trabajo realizado en su folleto “Ideas apuntadas en la Exposición Universal de 1867".

La Exposición tiene tal cantidad de objetos y productos y es tal la cantidad de galardones, que parece que todo el mundo ha recibido uno. Dentro de este variopinto grupo de obras y trabajos premiados hay varios barbastrenses, y gracias a estos premios conocemos su participación en la Exposición. En la categoría de Ciencias, se premia el trabajo presentado por Marcelo Monclús Arnaldo (56) –ciego- por “un cuadro escrito y dibujado por el sistema Braille y por medio de la máquina Foucault”. Asimismo resultan premiados, en la categoría de “Artes liberales” con una mención honorífica Ramón Royo y Casañez por “una guitarra” y Tomás Escuer y Vinyales por un “organo de cañas”. En el apartado de Agricultura obtienen  la mención honorífica, Juan Pujol y Cabal, el Marqués de Artasona y Pedro Codina González por sus vinos y los“Sres. Planas y compañía” por sus harinas. Y por último, no menos importante, el aguardiente de Raimundo Santías [sic] y Comas  también resulta premiado en dicho evento (57).

Diagrama del “aparato Averly, privilegiado” para extracción del aceite del orujo, Llofriu, 1904.
La historia de la Sociedad Extractora sigue y, en noviembre, Hilarión Rubio quiere vender su parte, aunque no encuentra comprador. El aceite que se ha fabricado hasta esta fecha no vale para la fabricación de jabón y varios compradores de Barcelona, e incluso de Marsella, no lo quieren. Ya entrado el año 1869, Averly, el fabricante del proceso, se desentiende de los resultados del proyecto. Costa se lamenta de su mala suerte: “¡Y yo que había de cobrar aún treinta duros!”. En mayo le escribe Hilarión a Costa comunicándole que se ha vendido, por fin, el aceite. Él duda de cobrar lo adeudado, pero ya no volverá a hablar de su dolorosa experiencia (58).

La industria barbastrense sigue...

No faltan las iniciativas industriales en la ciudad y el año 1883 todavía perduran las opiniones que en su día expresó Madoz y se sigue hablando de “la superioridad agrícola industrial y comercial que ha ejercido y ejerce todavía sobre muchas poblaciones del Reino de Aragón” la ciudad de Barbastro (59). Y aunque las circunstancias del siglo, plagado de guerras, cambios políticos y epidemias de todo tipo, no han sido las óptimas, el autor remarca; “no se ha arrendrado Barbastro”. La ciudad se ha adaptado a la época y,  el texto, nos describe la imagen industrial de la ciudad; “Sin dejar nunca de poseer todos los medios que produce la industria para la comodidad de la vida, han aparecido también allí las chimeneas de vapor que contribuyen a impulsar su nativa actividad. Lujosas son algunas de sus tiendas y renombrados sus pergamineros”.  Cierra la descripción la lista de negocios de la ciudad que cuenta, “sin contar otras industrias y comercios”, con “3 imprentas-librerías, 1 taller de encuadernación, 2 quincallerías, 2 relojerías, 1 marmolista, 8 curtidores, 30 prensas de aceite, numerosas tiendas de telas, pintores, doradores, etc. Las fábricas de vapor son 2, una de lanas. Hay otra de harinas y otras dos de listado de sedas.” (60).  

Larga es la relación de las industrias y la agricultura barbastrense. Como importantes son los vínculos de Joaquín Costa con Barbastro. Estos no acabarán en estas fechas, pues estará implicado profundamente en las nuevas instituciones de la Ciudad, pero eso ya es otra historia.

Notas:
1 Real Cédula del 27 de julio de 1746 citada por Canellas López, Ángel, La real compañía de comercio y fábricas de Zaragoza: historia de su primer trienio, Revista Jerónimo Zurita, IFC, III, 1952, p. 79-102. [Fernando VI, a comienzo de su reinado, dicta esta al considerar el lamentable estado de la industria aragonesa].
2 Asso, Ignacio de, Historia de la economía de Aragón, Francisco Magallón, Zaragoza. 1798.
3 Ubieto Arteta, Antonio, Los pueblos y los despoblados, Anubar, Zaragoza, 1986. [Las cifras son orientativas pues los censos de esta época no son demasiados rigurosos].
4 Polo y Catalina, Juan, Censo de frutos y manufacturas de España, Imprenta Real, Madrid, 1803.
5 Serra y Campdelacreu, José, Barbastro por..., Archivero del Ayuntamiento de Vich. Monografía ilustrada con varios grabados y dos heliografías, Tipografia Mariana, Lérida,  1883, p. 30. [Edición facsimil  a cargo de Manuel García Guatas, Barbastro, 2005].
6 Madoz, Pascual, Diccionario Geográfico-Estadistico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar, Madrid, 1845-50, t. 3, p. 395. [Pese a su relación con Barbastro, la única información sobre las industrias de la ciudad la copia de Asso como posteriormente hará López Novoa].
7 Costa, Joaquín, Memorias, Edición de Juan Carlos Ara Torralba, IEA, Colección Larumbe 73,  Huesca, 2011, p. 433. [Han sido fundamentales en la elaboración de este artículo las magnificas notas y el cuidado estudio del autor sobre las memorias de Joaquín Costa].
8 AHPH (Archivo Histórico Provincial de Huesca), Obras públicas,  legajo 373.  [1856].
9 Bibián, José, Pascual Madoz y su vinculación con Barbastro, Especial Fiestas,  El Cruzado Aragonés, Barbastro, 2007, p. 75.
10 Gaceta de Madrid, 7 de febrero de 1855, n. 767, p. 2.
11 GEA, voz Desamortización. [Dato referido al lapso entre los años 1859 y 1895].
12  Allanegui Burriel, Guillermo, Noticias sobre batanes,… y otros inmuebles en la Provincia de Huesca, en documentos de la Desamortización de Pascual Madoz. [en línea].
13 Enajenar, según el diccionario de la RAE, significa “pasar o transmitir a otro el dominio de una cosa o algún otro derecho de ella”.
14 Nieto Callén, Juan José, Notas para la historia de las acequias de Barbastro y “El Moliné”, El Cruzado Aragonés, Especial fiestas 2000, p. 24-25.
15 La Esposición de Sobrarbe, Barbastro, 28 de junio de 1857, p. 4.
16 La Esposición de Sobrarbe, Barbastro, 30 de agosto de 1857, p. 4.
 17 Memoria sobre los productos de la agricultura española reunidos en la Exposición General de 1857, presentados al excelentísimo señor Ministro de Fomento por la junta directiva de aquel concurso, Imprenta Nacional, Madrid, 1859-1861, p. 1093.
18 La Esposición de Sobrarbe, Barbastro, 23 de septiembre de 1857, p. 1. [Suponemos que  Manuela Altaoja y la viuda de López es la misma persona].
19 Gil Novales, Alberto, La revolución de 1868 en el Alto Aragón, Guara, Zaragoza, 1980, p. 19.
20 Martínez Verón, Jesús, Arquitectos en Aragón, Diccionario histórico, Zaragoza, IFC, 2000, p. 400.  [Voz Hilarión Rubio. La calle Vega Armijo la “alineará”, él mismo, el año 1865].
21 Costa, 2011, p. 433.
22 Costa, 2012, p. 11/434. [La estancia en la fábrica la narra en sus memorias “aprendí a fabricar el jabón, aunque con rabias y rabias”].
23 Ara Torralba, Juan Carlos, Costa en su “Memorias”, o la inexorable voluntad de ser alguien, en Joaquín Costa: el fabricante de ideas: memoria de un centenario, Zaragoza, 2012, p. 29.
24 El tílburi, según el diccionario de la RAE, es un carruaje de dos ruedas grandes, ligero y sin cubierta, o con ella, para dos personas y tirado por una sola caballería.
25 Costa, 2011, p 9.
26 Costa, 2011, p. 13. [Juan Carlos Ara, en sus notas, sugiere a Pablo Ordás Ginto o Mariano Ordás y Forruella. Para Foncillas propone al abogado oscense Manuel Foncillas].
27 Costa, 2011, p. 17. [También trabajan en el proyecto del seminario de Huesca].
28 Costa, 2011, p. 22. [El 15 de octubre de 1866 es su primera cita en sus memorias sobre los pensionados para la Exposición de 1867, el 21 de noviembre llega a Madrid y el 28 de diciembre ya está otra vez en Huesca, después de las pruebas].
29 Costa, 2011, p. 28.
30 Costa, Joaquín, Ideas apuntadas de la Exposición Universal de 1867 para España y para Huesca por…, Antonio Arizón, Huesca, 1868. p. 3.
31 Espíritu Católico, El. Marzo, 1867.
32 Espíritu Católico, El. Marzo, 1867. [Suponemos que se refiere a París y sus alrededores].
33 Ayuntamiento de Zaragoza [http://www.zaragoza.es/ciudad/museos/es/chistoria/exposiciones.htm#primero].
34 AHPH, Archivo Costa, caja 118, carpeta 112.32 [Cuaderno de notas del viaje a la Exposición Universal de Paris].
35 Ara, 2012, p. 69. [Para la autoría del texto], [Cheyne, George J. G., Estudio bibliográfico de la obra de Joaquín Costa (1846-1911), Guara, Zaragoza, 1981, nº 512, para la publicación].
36 Costa, 2011, p. 434.
37 Deiss, Édouard, United States Pattent Office, Patent nº 20,048, dated April 27, 1858. [Para poder viajar a Huesca –por las quintas- debe pedir autorización a la Comisión Regia de la Exposición en AHPH, Archivo Joaquín Costa, Caja 118, Carpeta 112-20].
38 Llofriu, Gumersindo, Tratado práctico de la extracción de aceite de los orujos de oliva y uva por medio del sulfuro de carbono, por…, Hijos de Cuesta, Madrid, 1904, p.49 y sig.
39 Costa, 2012, p. 54.
40 Costa, 2012, p. 58.
41 Costa, 2012, p. 62.
42 Sancho Sora, Agustín, Relaciones interindustriales: industrias agroalimentarias e industrias de construcción mecánicas (1880-1930), Sociedad Española de Historia Agraria, Cuadro 1 [Patente 26.085] [En línea].
43 Costa, 2012, p. 70.
44 AHPH, Archivo Joaquín Costa, caja 121, carpeta 114-15 [Notas manuscritas en el libro Costa, Joaquín, Ideas apuntadas de la Exposición Universal de 1867 para España y para Huesca por…, Antonio Arizón, Huesca, 1868].
45 Costa, 1868, p. 105.
46 Costa,  2011, p. 452.
47 Costa,  2011, p. 75
48 Costa,  2011, p. 80. [Cheyne mantiene que compraron la máquina de París, aunque el diario no aclara este término, bien pudiera ser pues las reformas delatan la inclusión de algunas mejoras en el proceso o, incluso, comprar otras máquinas a Averly].
49 Costa,  2011, p. 84-85.
50 El Oscense, 15 de septiembre de 1868, año I,  nº 20. [Se repite el anuncio el día 25 del mismo mes].
51 El Oscense, 19 de septiembre de 1868, año I,  nº 22. 
52 Ubieto,  1986, censo Zaragoza en el año 1857.
53 Ayuntamiento de Zaragoza [http://www.zaragoza.es/ciudad/museos/es/chistoria/exposiciones.htm#primero]. [Si hacemos caso de las cifras, la densidad de expositores era bastante alta…],  [Estas cifras se han incluido para poder comparar la entidad de la exposición aragonesa con la de París de 1867].
54 Costa,  2011, p. 87-88. [Así lo afirma Costa: “He dejado la fábrica para siempre”].
55 Exposición Aragonesa de 1868, Catálogo de los expositores premiados, Calixto Ariño, Zaragoza, ca. 1868, p. 3. [La obtiene en la división de Ciencias. Él cita que le ha correspondido la medalla de bronce, Costa, 2011, p. 116].
56 AHPH, Archivo Joaquín Costa, caja 91, carpeta 26-19, p.485 y sig. [El segundo apellido de Marcelo Monclús aparece en el libro Exposición aragonesa de 1868. Catálogo de la exposición, Calixto Ariño, Zaragoza, 1868, p. 32, que se encuentra en esta carpeta].
57 Exposición aragonesa de 1868, Catálogo de los expositores…, ca. 1868, p. 8, 22, 40, 41, 42.
58 Costa,  2011, p. 110.
59 Serra, 1883, p. 29.
60 Serra, 1883, p 30. [Esta lista es más prosaica que descriptiva, pero es interesante].

Nota final: Este artículo, junto a otros, aparece en el blog seirapowerplant.blogspot.com para intercambiar ideas, sugerencias y comentarios sobre los errores que, seguro, he cometido. Cualquier colaboración o comentario sobre el asunto tratado será bienvenida en este correo: josanmefecit@gmail.com.

Lista de agradecimientos (pido perdón a los que, por olvido, no cite): Enrique Albert, José María Auset, Charo Bordes, Laura Fontova, José Jiménez, Marta Mastral, Francisco Molina, Ana Oliva, Jesús Paraíso, Conchita Pintado.

Este artículo se publicó en el extra de fiestas de El Cruzado Aragonés de septiembre del 2013.

Notas sobre la historia de la central de Seira (11). D. Diego Mayoral Estrimiana, ingeniero jefe del Servicio Hidroeléctrico de Catalana de Gas y Electricidad.

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En septiembre de 1868 se produce un levantamiento popular que destrona a la reina Isabel II. Comienza una época de inestabilidades políticas y sociales. Tras unos años de gobierno provisional, en 1871, el italiano Amadeo de Saboya reina en España.

En Cádiz, en el Puerto de Santa María, a las diez de la mañana del 21 de septiembre de 1871, nace un niño al que le ponen por nombre Diego José. Su padre, José Mayoral, es natural de Logroño y ejerce de Profesor de Instrucción Primaria en la ciudad. Su madre, Cesárea Estrimiana, es también logroñesa, de un pequeño pueblo -a unos cincuenta kilómetros de la capital- llamado San Asensio y se dedica, como se expresa en aquellos momentos, “a las labores de su sexo” (1).

La familia lleva en la ciudad -al menos- desde 1862, fecha en la que el padre de Diego, José Mayoral Zaldívar escribía en un Periódico local dedicado a la literatura, las ciencias y la educación (2). José tiene un espíritu claramente emprendedor, pues en el año 1864 se embarca como parte de la sociedad “M. Sabino y Cía”para prestar dinero con interés. Esta sociedad tiene una vida efímera y se disuelve rápidamente en el año 1867, pero su actividad no cesa. José, que según otras fuentes ejerce  como maestro de la Escuela Superior, en un intento por ampliar las posibilidades de su escuela, solicita al Ayuntamiento de la ciudad, el año 1870, la creación del “Colegio Español” agregado a la Escuela Pública Superior, donde él ejerce, para impartir “enseñanzas superiores” (3).

Todas estas actitudes –probablemente- influencian al joven Diego desde sus primeros años de vida, pues está inmerso en la escuela y las  actividades de su padre y, seguro, bucea entre los libros de la biblioteca “popular” de la ciudad, recién creada, y de la que su padre es el bibliotecario (4).




Firma del Ingeniero Diego Mayoral, Año 1939, Archivo Histórico del Ministerio de Fomento (AHMF), Madrid.


Aunque no conocemos como es su trayectoria por las escuelas gaditanas, no nos cabe ninguna duda de la importancia de la labor de su padre en su formación y en la preparación del difícil examen de entrada en la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos. Diego termina sus estudios en 1895 y queda el tercero de los 42 titulados de su promoción. Ya finalizada la carrera, solicita hacer las prácticas en su Cádiz natal. Acabadas estas, el Ingeniero de la demarcación, por el gran volumen de carreteras emprendidas por su jefatura le lleva a pedir al  Director General una ampliación del plazo de sus prácticas pues será de reconocida conveniencia la cooperación de un auxiliar de los conocimientos del Sr. Mayoral y de edad tan a propósito para los trabajos siempre rudos y penosos del mar y de las sierras (5).

Tras esta etapa, Diego Mayoral Estrimiana se incorpora al escalafón, pues no olvidemos que en aquellas fechas los Ingenieros de Caminos eran funcionarios del Estado. Es nombrado ingeniero aspirante el día 21 de Septiembre de 1897 y se le asigna un sueldo anual de 2.000 pesetas. Ocho días después conoce su primer destino en la Jefatura de Obras Públicas de Orense. Este no llega a tener efecto y el 19 de octubre se cambia el mismo por la Jefatura de Cádiz, tomando posesión de su cargo el 16 de noviembre del mismo año.

La electricidad está comenzando a utilizarse en alumbrados de ciudades y pueblos e inicia su despegue como actividad industrial. En 1899, Diego Mayoral, viendo este auge,  solicita su pase a supernumerario –una excedencia- para poder ampliar en el extranjero los conocimientos propios de su profesión. Se traslada a Zurich para cursar estudios en su  Escuela Politécnica.

Comienza el siglo XX y el joven ingeniero Diego Mayoral es convocado, por una Real Orden, el 12 de junio (6). Cuenta 29 años y se le encomienda la labor de representar a España en el Congreso de Electricidad que se celebrará en Paris en agosto del año 1900 (7). A este Congreso, en el apartado de ferrocarriles, acude el excepcional Ingeniero de Caminos y matemático José Echegaray, polifacético personaje que resultará galardonado con el Premio Nobel de literatura en 1904.  También participa el oscense Mariano Carderera y Ponzán (8).






Cubierta y portada del libro de Memorias del Congreso de Ferrocarriles, Tranvías y Electricidad de París del año 1900 en el que participó D. Diego Mayoral.


Diego Mayoral en las conclusiones de dicho congreso agradece su elección a la superioridad:

“…por haberme honrado inmerecidamente con la representación del Ministerio de Obras Públicas en este Congreso, haciendo votos por que el modesto trabajo que tengo el honor de presentar, sea de alguna utilidad a las personas que en nuestra Patria siguen con interés las modernas aplicaciones de la electricidad a la industria” (9). 

En enero de 1901 el Director General de Obras Públicas recibe una comunicación para felicitar al Ingeniero Diego Mayoral en los siguientes términos:

“Considerando que el referido ingeniero demuestra  en aquella [memoria] el profundo y detenido estudio que ha hecho de cuantos asuntos fueron tratados en el Congreso…S.M. el Rey (q. D. g.), y en su nombre la Reina Regente del Reino, ha tenido a bien disponer se le manifieste el agrado y satisfacción con que ha visto su importante trabajo y que se le den las gracias en su Real nombre por el acierto con que ha desempeñado la Comisión que se le confirió…” (10).

Un importante hito en la vida de Diego Mayoral tiene lugar en el Puerto de Santa María –según su nieto José Ignacio-, al contraer matrimonio con Carmen Sancho Vernacci. Ella es también del Puerto y vive con unos parientes, pues han fallecido sus padres. No conocemos su lugar de residencia, aunque las primeras noticias de su actividad profesional lo ubican en Sevilla. El año 1907 trabaja en la Sociedad Española Oerlikon, y consta como su dirección la calle Unión número 1 de la capital hispalense (11). Con 37 años constituye en esta ciudad, con otros socios, la Cooperativa de Electricidad (12). En 1910 ejerce de representante de la misma en las nuevas instalaciones y líneas eléctricas (13).


Gracias a las páginas de sociedad del Heraldo de Madrid situamos al matrimonio Mayoral-Sancho en el Balneario de Marmolejo, en Jaén, el verano de 1910 (14). Carmen da a luz en Madrid, el año 1911, al único hijo de la pareja. Le ponen por nombre José, alternando –como hicieran con su padre y abuelo- los nombres de Diego y José.

Ese mismo año 1911, en septiembre, se incorpora Diego Mayoral al Servicio Hidroeléctrico de Catalana de Gas y Electricidad, donde comienza a dirigir los trabajos preliminares del transporte de fuerza Seira-Barcelona (15).




El ingeniero D. Mayoral en el interior de las fundaciones de la Presa de Villanova (identificado por el jefe de la Central en los años 20 D. Miguel Canals Tello) (gentileza Jaume Canals).


Desde estas fechas dirige las obras que “La Catalana” realiza en el valle del Ésera. En Barcelona, organiza los suministros que la gran guerra esta alterando y encareciendo. En sus informes anuales, del estado de la obra, narra la epopeya que está suponiendo la construcción del salto que, año tras año, está retrasando su puesta en servicio. Los problemas de suministro se unen a lo abrupto y apartado de la región, y su escasez de recursos, [que] han hecho necesaria la ejecución de numerosas obras para el desarrollo de las actividades de la compañía (16).

Uno de los obstáculos, en la larga y accidentada carrera de la construcción de la central, es la ardua tarea de convencer a los cerca de 1000 propietarios de los terrenos que tiene que atravesar la línea de alta tensión que unirá Seira con Barcelona. La competencia está realizando una efectiva tarea para conminarlos para lo contrario y así dificultar la puesta en marcha de la misma.
No son estos los únicos problemas con los que se encuentra, y los retrasos con los suministros de los proveedores del país, se unen con las dificultades en el extranjero en la búsqueda de materiales como el acero, el cobre y las tuberías. Estas últimas le traen de cabeza intentando convencer a los aliados –los ingleses- para que les dejen pasarlas por terreno francés, ahora ocupado por los alemanes. En Lisboa tiene “La Catalana”, desde comienzo de la contienda, los aisladores que transportaba un vapor alemán, y no consigue reexpedirlos (17). Pero esto no es más que una parte de la larga lista de despropósitos que dificultan el desarrollo de las obras.

Aunque las dificultades no son solo con los materiales, pues las numerosas obras que simultáneamente tienen lugar en aquellos momentos requieren numerosos trabajadores, y se hacen competencia entre ellas. Aquellos más especializados  se buscan insertando anuncios en periódicos y publicaciones técnicas, como Madrid Científico, que incluye un anuncio para contratar un auxiliar para la Dirección Facultativa de las obras de varios saltos de agua, con residencia en Barcelona. La empresa que realiza la búsqueda no es directamente la contratante, pues encargan a una gestora de personal, Haasenstein y Vogler, dicha labor. El sueldo que le asignan al puesto es de 9.000 pesetas.

Unos meses más tarde aparece en la misma publicación una nota de la persona que ha sido contratada y revela el nombre de la empresa y las características del trabajo. El texto merece la pena transcribirlo pues nos ilustra de la situación en aquellos momentos del trabajo en el servicio Hidroeléctrico:

“…me contestaron de la Catalana de Gas y Electricidad, diciéndome que en principio les convenían mis servicios. Vine, traté y me quedé. Y aquí me tienen  de súbdito del excelente ingeniero de Caminos Sr. Mayoral, estudiando postes, líneas y subestaciones para ir trayendo por lo pronto a Barcelona 30.000 caballos desde el salto del Run, en la provincia de Huesca, con una línea de 250 kilómetros a 110.000 voltios, en competencia con la Canadiense. Tengo entendido que las concesiones de mi Sociedad alcanzan a 100.000 caballos, y de esta capacidad será la estación de reserva que montaremos aquí. Como ven, la instalación es muy interesante, y al lado de Mayoral, que es todo un ingeniero, he de aprender mucho” (18).

Intentar citar, aunque fuera de manera breve, las tareas y proyectos que desempeña Diego Mayoral en Catalana de Gas es una tarea ímproba que se aleja del espacio y de la intención de este texto. En cualquier caso, su figura resulta imprescindible para entender los avances y el desarrollo de la industria eléctrica y, por tanto, no es extraño que participe, el año 1924, en The first World Power Conference, en Londres. Su ponencia Algunos aspectos de las empresas hidroeléctricas modernas, acompaña a las de importantes ingenieros como Pedro González Quijano –jefe del servicio técnico del Consejo de la Energía español- (19) En su exposición, Mayoral, expresa sus opiniones personales basadas en la experiencia adquirida en numerosas instalaciones realizadas durante los últimos veinticinco años, y muy especialmente en las de Catalana de Gas y Electricidad de Barcelona (20). En esta ciudad tiene lugar una sesión especial de la Conferencia Mundial de la Energía el año 1929 y es nombrado Presidente del Comité Local organizador la misma.



Imagen de D. Diego Mayoral publicada por la revista de la Confederación Sindical Hidrográfica del Ebro, Zaragoza, junio 1929, número 24. (Fondo Fotográfico de la Confederación Hidrográfica del Ebro.)

Ese mismo año cierra su trayectoria en la empresa privada tras dieciocho años en “La Catalana”. En una carta se dirige a sus subordinados agradeciéndoles su eficaz colaboración gracias a la cual debo el haber llevado a feliz término una obra erizada en ocasiones de dificultades de todo género, representativa de un noble esfuerzo colectivo y de un deber cumplido, por el que todos debemos sentirnos satisfechos. Los empleados que habían estado a su cargo le agradecen esta confianza y le dedican un libro con las firmas de todos ellos –unas 327- como testimonio de agradecimiento a su carácter noble y bondadoso, y de admiración por sus excepcionales cualidades y vastos conocimientos (21). Tras esta etapa termina, el 15 de febrero de 1930, la excedencia que comenzó en 1899, para viajar a Suiza. Pasa al servicio del Estado y un año después es nombrado Jefe del Comité Técnico de electrificación de Ferrocarriles, importante cargo al que siguen otros muchos como Inspector Regional o Presidente del Consejo de Obras Hidráulicas.

No sólo es reconocida su trayectoria profesional en España, pues su trabajo y trayectoria traspasa las fronteras y es invitado a congresos (probablemente las nuevas ediciones de la World Power Conference) en Alemania y Suecia (22) –nos cuenta su nieto José Ignacio-. Pero la salud, ajena a todo reconocimiento, le pasa factura por los trabajos durísimos, principalmente en el periodo 1911-1929 en los Altos Pirineos de Huesca (23). A estos problemas se unen los provocados por la guerra civil. Pasada esta, en septiembre de 1941, se jubila a los 70 años de edad. Esta circunstancia no le impide seguir manteniendo una fluida relación con el negocio eléctrico y en 1945, al crearse la Empresa Nacional de Electricidad, S.A. (ENDESA), es nombrado Vicepresidente del Consejo de Administración (24) bajo las órdenes del primer presidente de la entidad, el excepcional ingeniero, Esteban Terradas. Sin apenas tiempo para disfrutar de este cargo, pocos días después de su 76 cumpleaños, fallece en su casa de Madrid.

(Me gustaría agradecer a José Ignacio y Diego Mayoral Elizagárate, nietos de Diego Mayoral, y a Carmen Gil-Casares -nieta política- toda su colaboración y amabilidad. También a Jaume Canals i Casabó hijo del jefe de la central Miguel Canals, que posibilitó, con las postales de su padre, el primer reconocimiento de la imagen de Diego Mayoral).

(También es necesario expresar mi agradecimiento a Conchita Pintado, del Archivo del Ministerio de Fomento, y Marta Buñuel, de la Biblioteca del Senado, por sus eficaces respuestas.)

Por José Antonio Cubero Guardiola
Este artículo se publicó en el número 12 de la revista "Els tres llugaróns", Abi, Seira y Barbaruens, editada por las asociaciones culturales de dichos pueblos en el invierno de 2013.

Notas
(1) Archivo del Ministerio de Fomento (AHMF), Madrid, Legajo 5460, Expediente personal de Diego Mayoral Estrimiana.
(2) Herrera Rodríguez, Francisco, La información científica en revistas gaditanas de la segunda mitad del siglo XIX, Revista Llull, vol. 18, 1995, 93-111. [En línea, Dialnet].
(3) Gómez Fernández, Juan, Formar hombres de bien. La enseñanza en el Puerto de Santa María en el siglo XIX, Universidad de Cádiz, 2006, p. 151.
(4) Gómez, 2006, p. 105.
(5) AHMF, Legajo 5460, Carta del Ingeniero Jefe de Cádiz al Director General de Obras Públicas, Cádiz, 3 de Junio de 1896.
(6) Noticias. Telégrafos, La Energía Eléctrica,  Madrid, 6 de julio de 1900, nº 1, p. 16.
(7) Congresos internacionales de ferrocarriles, tranvías y electricidad celebrados en Paris en el año de 1900. Memoria del delegado del Gobierno Español Don Diego Mayoral. Madrid, 1900. [Biblioteca del Senado. Gentileza de Marta Buñuel]. 
Tras la consulta de las imágenes enviadas desde esta biblioteca tuve la oportunidad de encontrar el libro original y allí obtuve las imágenes del artículo.
(8) Hijo del pedagogo Mariano Carderera y Potó. Autor de un libro sobre Taquimetría en 1877. Huesca, 1846-?, 1916. Número uno de su promoción (1870).
(9) Congresos, 1901, p.256.
(10) AHMF, Legajo 5460, Carta de agradecimiento por los servicios prestados en el Congreso de Electricidad de Paris, Madrid, 15 de enero de 1901.
(11) Anuario técnico e industrial de España, Madrid, 1911, 1ª edición, cuarta parte p. 93.
(12) Historia de la Banca en Andalucía 1780-1936. http://bancaandalucia.blogspot.com.es/2011/02/utrera.html [En línea].
(13) Notas Varias, Línea de transporte, Madrid científico, Madrid, 10 de noviembre de 1910,  nº 684, p. 19.
(14) Playas y Balnearios, Marmolejo, Heraldo de Madrid, Madrid, 16 mayo de 1910.
(15) Carta de agradecimiento a los antiguos empleados de CGE, Barcelona, 15 de abril de 1929. [gentileza de José Ignacio Mayoral Elizagárate].
(16) Servicio Hidroeléctrico, Memorias de las obras ejercicios 1913-1920, Memoria 1914. Archivo Histórico Fundación Gas Natural-Fenosa  (AHFGNF), Sabadell.
(17) Servicio Hidroeléctrico. Memorias de las obras ejercicios 1913-1920, Memoria 1914 (AHFGNF).
(18) Los ingenieros y los anuncios, Madrid Científico, Madrid, 15 de octubre de 1913, n. 790.
(19) González Quijano, Pedro M., Avance para una evaluación de la energía hidráulica en España, Madrid, 1932, p. 11.
(20) González Quijano, Pedro M., Colaboración española en la Conferencia internacional de la Energía, Londres, Revista de Obras Públicas, número 2414, p.  359.
(21) Los empleados y obreros del Servicio Hidro-Eléctrico de la C.G.E. a Don Diego Mayoral con todo el afecto a que se ha hecho acreedor en la dirección del mismo. [ Gentileza de José Ignacio Mayoral Elizagárate].
(22) Probablemente sean la segunda edición de la World Power Conference de Berlin 1930 y una reunión sectorial en Estocolmo.
(23) AHMF, Legajo 5460, Carta informando al Ministerio de un problema de salud, Madrid, 21 de febrero de 1937.
(24) Anés y Álvarez de Castrillón, Gonzalo, et al., Endesa en su historia (1944-2000), Madrid, 2001, p. 67.

Notas sobre la historia de la central de Seira (12). Pilar Jiménez González, una gran mujer.

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Martes, 1 de enero de 1918. Comienza el año y nadie, ni en sus mejores sueños, puede imaginar el sinnúmero de eventos -unos buenos y otros no tanto- que va a deparar este año que ahora comienza. La Gran Guerra continúa y los infernales combates siguen dejando un largo reguero de cadáveres. Un día avanzan unos y el siguiente los contrarios recuperan el terreno perdido. El presidente de los Estados Unidos  presenta “catorce puntos para la paz” y su colaboración probablemente, por lo que cuentan los periódicos, será decisiva.


Las obras de la Central de Seira están en su parte más delicada, los ingenieros de Escher Wyss y de Oerlikon ya han llegado, y tienen la tarea de poner en funcionamiento las turbinas y los alternadores. El polvo de las obras de fábrica todavía flota en el aire y grandes cajas con sus rótulos en alemán comienzan a llenar la sala de un multicolor puzzle. El verano no está resultando especialmente festivo para los trabajadores y los turnos se suceden. La sala de máquinas es un continuo tránsito de personas y materiales. En julio han comenzado las pruebas y en agosto -por fin- se sincroniza la máquina número 1 de la central de Seira. El martes uno de agosto, a las 12 y dieciséis minutos, comienza a producir energía la central y mediante la línea eléctrica, recién terminada, parte rumbo a Barcelona.

Tras este importante hito comienza la obra de la central de Puente Argoné, aguas abajo de Seira, para poder seguir aprovechando las aguas del río Ésera en un nuevo salto. Las obras de éste se alargarán todo el año 1919.

La familia Jiménez-González en la comunión de su hijo José. Pilar recordaba: Se hicieron para la comida “doce docenas de huevos hilados”(sic).  En la fila superior (de izq. a der.): Federico Jiménez del Yerro, ?, Federico Jiménez Fernández, Carmen González Fernández, ?, ?, ?, ?,  Josefina Jiménez del Yerro, Josefa del Yerro [y Yerro ?], ?, ?, Venancia. En la fila inferior: ?, José Jiménez González, ?, Lolita Jiménez González, Carmen Jiménez González, ?. Seira ca. 1915.  Colección familia Jiménez-Mateos.

Federico Jiménez del Yerro, ingeniero de Caminos que dirige la obra, hace tiempo que ha realizado los trámites para volver al servicio del Estado. Las obras han tenido demasiados altibajos y ahora su trabajo aquí no tiene demasiado futuro. Con Carmen –su esposa- ha hablado para bajar a Monzón e intentar conseguir un puesto en las oficinas del Canal. Federico cierra sus ojos y sueña con el día que pueda volver a su Madrid natal -al Ministerio-, aunque lo ve lejano.  Sus hijos José, Lolita y Carmen, ya corren alegres por los jardines de su casa.  Su padre, también se llama Federico, con la pipa en ristre, no para de pintar. Josefina, la hermana del ingeniero, sigue con sus achaques.

A comienzos de 1920, ya está la familia Jiménez-González en Monzón. Todavía no ha terminado Federico sus papeles para el reingreso, pero ya están establecidos en la ciudad. Han alquilado una vivienda en la misma casa donde naciera el ilustre polígrafo Joaquín Costa. A pocos metros de esta, en la iglesia de Santa María, el cura párroco Cosme Pueo, bautiza a su cuarto hijo. Le han puesto por nombre María del Pilar y de la Cruz y recibe las primeras aguas de su vida  el día ocho de mayo. Pilar nace –según le dicen al párroco- el día tres, a las cuatro y cuarenta y cinco de la madrugada. Sus hermanos, José  -que ya cuenta catorce años- y Carmen –de once-, hacen de padrinos. Lolita, la más pequeña -con nueve- corretea juguetona alrededor de los asistentes.

No dura mucho la estancia de la familia en Monzón y en 1921 Federico es destinado a Huesca. Allí debe desempeñar el cargo de Ingeniero Director del Pantano de Santa María de Belsué, que está a pocos kilómetros de la capital. Una vez tomada posesión del cargo, la familia Jiménez se instala en el edificio de Obras Públicas, en el céntrico Coso oscense. Es un gran piso distribuido en numerosas alcobas y en su largo pasillo Pilar da sus primeros pasos de la mano de Venancia.

La familia Jiménez-González y la familia Félix-Torres en Seira sobre el año 1922.  De pie: Ramón Félix Surigué, Federico Jiménez del Yerro, sentados, de izq. a der.: Florentina Torres Fumás, Carmen González Fernández, José Jiménez González, en el suelo, Carmen Jiménez González, Pilar Jiménez González, Lolita Jiménez Fernández, María Félix Torres?, Ramón Félix Torres ?. Colección familia Jiménez-Mateos.

La infancia de Pilar está siendo complicada, siempre está enferma. Pero mejor que nos lo cuente ella:


Como yo de pequeña no iba casi nunca al colegio, que era de monjas y estaba al lado de casa, por las mañanas me llevaba Venancia al mercado con ella y los domingos, que en el Olimpia ponían alguna película que yo no podía ver, después de comer Venancia y yo, cuando hacía buen tiempo, nos íbamos a pasar la tarde al convento de la Miguelas que estaba por la carretera de Barbastro


Una vez allí, mientras ella jugaba a las cartas con la hermana portera, yo me entretenía en la huerta, que era enorme, con un perro que tenían muy grande -blanco- que se llevaba estupendamente conmigo. A la vuelta a casa, ya anochecido, si el tiempo había refrescado, Venancia me cogía en brazos y me arropaba con su mantón.

De vez en cuando aprovechan algún viaje de Federico para pasar el día en la tranquilidad del Pantano de Belsué. Su hijo José, que ya pinta bigote, lleva a sus hermanas con una barca por el pantano. A Pilar no le dejan montar con ellos y observa curiosa a su abuelo que no para de pintar en las paredes de los gallineros. Las gallinas y otros animales del corral posan sorprendidos. Unos trabajadores de la obra le traen cartones para que pinte en ellos dibujos. Rápidamente, ante su perplejidad, aparecen reconocibles figuras en ellos.

Me crié como una cabra, veía pasar las matas rodando por el aire junto [a] la casa del pantano –piensa Pilar-.

En verano, Federico tiene el derecho de conservación de la central, y suben a pasar varios meses al chalet de Seira. Pilar tiene la mejor habitación, sobre el comedor, con una gran cristalera frente a la carretera. Allí pasará, hasta cumplir los trece años, los veranos más felices de su vida. Doña Prima -la maestra de Seira- y su marido, pasan interminables veladas con la familia Jiménez en sus estancias veraniegas. 

José, Lolita, Carmen y Pilar Jiménez González.
         Colección familia Jiménez-Mateos
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Aquellas tertulias hasta que se hacía de noche eran encantadoras aunque yo casi siempre me dormía en brazos de mamá.

De nuevo en la capital, en sus crudos inviernos, Pilar se ponía enferma.  


Siempre invariablemente tenía una gripe con una larga convalecencia, así que sin radio ni tele lo único que tenía para entretenerme era leer y leer. Un año –tendría yo siete u ocho- estando con la gripe y mas aburrida que una mona,  recibí una caja muy grande y al ver lo que contenía me puse loca de contenta ¡cuentos y más cuentos! y una carta de ¡Doña Prima!. Ese año pase la gripe más feliz de mi vida.

Cuenta diez años Pilar cuando una mala caída lleva al hospital a su abuelo Federico. No resiste mucho tiempo y fallece a los 90 años. El pasillo donde tanto paseara con su bata y la pipa escondida en el bolsillo, pierde un habitante.

María Pilar Jiménez González en 1929. Ubicación desconocida. Colección familia Jiménez-Mateos.

Pilar es una niña y su inocencia contrasta con la alegría juvenil de Lolita y Carmen, que ya pasan de los veinte años y salen a pasear por Huesca junto a su hermano José y sus amigos. Pilarín Riazuelo –que tiene la edad de una de sus hermanas- algunos años viene a pasar las fiestas de San Lorenzo a su casa.

Carmen, su madre, de vez en cuando, les encarga que lleven a pasear a Pilar. Esta mira sorprendida como pasean cogidas de la mano de dos jóvenes. La vida discurre apaciblemente cuando un buen día su padre les comunica que ha conseguido una plaza en Madrid. Esta muy contento aunque sus hijos no lo están tanto. Lolita, Carmen y José, que ya han planteado su vida, deciden quedarse en Huesca. El resto de la familia parte rumbo a Madrid. Se instalan en la céntrica calle Fuencarral, a un paseo del Ministerio donde trabaja Federico. Pilar, que ya tiene dieciséis años, es ahora la que pasea cogida de la mano de un joven. Desde la ventana la mira Venancia  -con su saya negra- que sonríe contenta. Es la niña de sus ojos, la vio nacer, y como a sus hermanos, la ha criado y la ha querido como a una hija.
Un fatídico día de julio de 1936 la radio interrumpe sus programas para informar que se ha producido un golpe de estado contra el gobierno de la república. Este ha tenido un éxito irregular y Huesca ha quedado en la zona donde ha triunfado el alzamiento aunque Madrid ha sido fiel a la republica. Esa noche se oyen disparos lejanos. Las calles están desiertas y todos están en sus casas esperando noticias. A Federico le han recomendado que no vaya en un tiempo al Ministerio y que se cambie el sombrero por una boina. Las noticias son confusas y el joven que paseaba con Pilar –Emilio- está en paradero desconocido. La familia Jiménez intenta ponerse en contacto con sus hijos en Huesca, pero los teléfonos no funcionan.

Venancia, como todos los días, baja al mercado, pero algunos productos básicos ya escasean. Al volver mira asustada como pasan un camión con jóvenes armados. A Pilar, que no sale de casa, los días se le hacen muy largos sin noticias de Emilio.

Con todo el calor de agosto una noche suena la sirena y todos se despiertan asustados. Bajan corriendo hacia el refugio cercano unicamente con lo puesto. Allí se reúne la familia Jiménez, Venancia y algunos vecinos. Todos están en silencio en la oscuridad del cuarto. El reloj arrastra sus agujas sin casi moverse. Pilar cierra los ojos abrazada a sus padres y de pronto un gran estruendo la despierta sobresaltada. El llanto de unos niños rompe el silencio y un nuevo estruendo vuelve a repetirse. Todo el mundo espera intranquilo el nuevo impacto.

En mayo de 1938, el día 3, las sirenas suenan nuevamente. Pilar cumple hoy dieciocho años y está mucho más delgada que hace dos veranos. Venancia cambia sus cupones en el estraperlo por chocolate para intentar animarla. Siguen sin tener noticias sobre Emilio y todavía no han podido comunicarse con Huesca, aunque allí siguen la vida ajenos a todos los sufrimientos de Madrid.

Emilio, al final, tras un tiempo en la División Azul, aparece sano y salvo. Se casa con Pilar en 1945 y tienen dos hijos y una hija.


La vida ha pasado muy rápida. En mayo cumplirá Pilar noventa y cuatro años. En Madrid, en su piso de la calle del Acuerdo, tras el largo pasillo de entrada, está sentada en su sillón. Ha abierto los ojos tras una cabezada.  Nuska, su perrita, la ha despertado con sus ladridos. Todo ha sido un sueño. Se toca los ojos y su mano se empapa con sus lágrimas. En su mirada todavía perdura la imagen de Venancia.

Querida Venancia ¿estarás en el cielo con tu cesta de la compra al brazo y tu mantoncito negro?

 
Dulcemente, sin poder evitarlo, vuelve a cerrar los ojos. Venancia, vestida de negro, aparece delante de la verja del jardín de su casa de Seira, como tantas noches, a buscarla. En el Centro proyectan una película de Charlot y su padre le ha prometido que le comprará una gaseosa de pito.

Como entre nubes aparece Federico, el abuelo pintor, que está junto a un lienzo con su paleta, la mira y, sonriendo, la invita a acompañarlo. Alrededor de su caballete corren gallinas y conejos. Su hermano José, aquel que fue alumno del pintor Carlos de Haes, está junto a él, cubierto con su gorra. Federico y Carmen, sus padres, también están allí. Un poco más abajo, en un jardín cubierto de flores, está José con Lolita y Carmen que la llaman.

Al final, ese sueño, que no es tal, termina. Su mirada es serena. Está feliz por una vida plena y una sonrisa la acompaña en la despedida de los suyos en su último viaje.

[Dedicado a Pilar Jiménez González (Monzón, 3-5-1920-Madrid, 11-1-2014), allá donde esté. Su inteligencia y fino humor estarán siempre unidos a sus historias, plagadas de recuerdos y emociones. Tu memoria estará siempre con nosotros.]

 
Por José Antonio Cubero Guardiola




Este artículo se publicó en el número 13 de la revista "Els tres llugaróns", Abi, Seira y Barbaruens, editada por las asociaciones culturales de dichos pueblos en el verano de 2014. Esta revista apareció, por razones varias, en otoño de dicho año.


Notas sobre la historia de la central de Seira (13). “La conducta general del elemento obrero”.

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“La ley inexorable de la necesidad obliga al hombre a arrancar a la naturaleza, con incesante esfuerzo, casi todo lo que ha menester para subsistir.”

El trabajo es parte indispensable de cualquier actividad humana, primero, al desarrollarlo para la propia subsistencia y, más tarde, cuando le surge la necesidad al obrero, por su propia idea o inducida por elementos externos, de ampliar su patrimonio o necesidades, con el dinero obtenido al trabajar por cuenta ajena. 

Cuando el obrero inicia su relación laboral con el patrono se les supone a uno y a otro “la buena fe”. Desde el medievo, en las ordenaciones que regían las ciudades, pasando por los fueros, hasta las leyes modernas, todas estas relaciones estaban regladas. La existencia de reglas no suponía que las condiciones de trabajo fueran dignas ni razonables. Los cambios en la sociedad y las formas de trabajo, que trajo la revolución industrial en el siglo XIX, fueron el comienzo de la  humanización las mismas. 

Ya lo anticipa el geógrafo anarquista Élisée Reclus en sus escritos: “No habrá tranquilidad en el mundo, ni equilibrio instable en la sociedad, mientras los hombres, condenados en número infinito a la miseria, no tengan todos, después de la diaria tarea, un momento de descanso para regenerar el vigor y mantenerse así con la dignidad de seres libres y pensantes.”

En cualquier caso las leyes, a comienzo del siglo XX, no garantizan nada pues son demasiado permisivas y dejan en manos del contratador el control de la relación laboral. La palabra policía, en una acepción ahora en desuso, describe a la perfección como debe ser esta: “cortesía, buena crianza y urbanidad en el trato y costumbres”. Los manuales de policía industrial editados a comienzos del siglo XX recopilan las condiciones que se deben cumplir en la regulación de las condiciones laborales, el control de huelgas y accidentes y todo lo relacionado con los establecimientos industriales para “impedir los posibles abusos de los individuos en esa orbita de la labor humana”.

Aún suponiendo un férreo cumplimiento de las leyes, no cabe ninguna duda que los responsables de las obras públicas intentan pagar lo mínimo posible y las obras de La Catalana no son una excepción. Las importantes fluctuaciones en los flujos obreros, por la demanda de trabajadores, provoca que las empresas tengan que adaptar, muy a su pesar, los sueldos y las condiciones laborales a las existentes en otras obras coetáneas para evitar el trasvase de personal entre ellas.


Las reivindiciones, aún así, están a la orden del día y  las obras de Seira son un buen ejemplo de ello. El 14 de mayo de 1914 se convoca una huelga que secundan 300 obreros –según los periódicos- y 150 –según la empresa-. Piden “la destitución de todo el personal de encargados y jefes inmediatos y la disminución de horas de trabajo”. En previsión de conflictos se concentran 50 guardia civiles en la zona por orden del Gobernador Civil –y recomendación de la empresa-. Se inicia un tira y afloja y los huelguistas hacen parar a los 580 trabajadores que no secundan la huelga y realizan varios actos de sabotaje para presionar a la empresa. La intervención de la Guardia Civil impide que estos causen daños importantes en instalaciones y materiales. El día 18 se reanudan los trabajos sin que las pretensiones de los obreros sean atendidas. “Los promotores de la huelga son despedidos”. 

No conocemos los motivos que llevan a esta huelga y si las razones tienen justificación, pero nos sorprende que no haya ninguna contraprestación ni modificación de las condiciones laborales. Un antecedente de esta huelga, la de Capdella de junio de 1913, sirvió para mejorar sensiblemente las condiciones de trabajo –que eran absolutamente lamentables- y tuvo una duración similar, aunque, eso sí, tuvo un seguimiento muy importante y entre los promotores había personas de varias nacionalidades. Quizás el origen rural de muchos de los trabajadores de La Catalana y su poca experiencia laboral sea una de las razones del poco éxito de la misma. En cualquier caso es en las grandes ciudades donde está el caldo de cultivo de huelgas y movilizaciones y sus resultados llegan, gracias a los periódicos y la itinerancia de muchos trabajadores, a todos los lugares promoviendo las reivindicaciones como la relatada. 

Una de las informaciones que nos permitirían conocer la idiosincrasia y los orígenes de las personas que participaron en esta obra sería el registro de personal pero infortunadamente no disponemos de esta información y la única fuente son los datos que podemos obtener en los periódicos o publicaciones por accidentes e informaciones. Gracias a estos pequeños retazos podemos intentar recomponer las relaciones que existen entre los obreros y los patronos y los  problemas de convivencia entre ellos y la sociedad local, dejando a un lado la información sobre los accidentes laborales que no es el objeto de este artículo.
Un buen ejemplo de las situaciones laborales que se viven en aquellas fechas lo conocemos gracias al relato del accidente de un joven, del que se desconoce el nombre, que fallece en el montaje de la línea de alta tensión –a  la altura de Puente de Montaña-. En dicho accidente “la víctima no pudo ser identificada por llevar muy pocos días en las obras, representa unos veinticinco años y por un documento que le fue encontrado supónese es natural de Villas de Don Diego (Zamora)”.

Esta lamentable situación nos ilustra sobre las condiciones de contratación,  provocadas, en gran manera, por la falta de documentos que permitan la identificación de las personas de manera efectiva. Esta situación faculta a cualquier persona a ponerse el nombre, apellidos y origen que él decida, ocultando su identidad real. Esta circunstancia y la cercanía del camino de Francia, permite el “refugio temporal de emigrantes y aventureros, y también probablemente de prófugos y malhechores con nombres supuestos.”
No es extraño, por tanto, leer en las noticias de los periódicos de la época discusiones que acaban a tiros y con alguno de los participantes rumbo a Francia.


Todos estos problemas tienen su origen en la costumbre de la época de llevar armas de fuego. El primer incidente con las mismas, relacionado con personal de las obras, ocurre en 1913, cuando Ramón, de 30 años, natural de Liri, fallece de manera accidental al examinar con “un compañero suyo una pistola brow[n]ing [que] se le disparó, entrando el proyectil por la tetilla izquierda y ocasionándole la muerte instantánea". Las indagaciones, según la noticia, apuntan a un suceso fortuito, o un suicidio, pero unos días después se detiene al capataz Laureano como autor de dicho asesinato.

Un accidente similar le ocurre a Manuel, un joven carretero natural de Salillas, “que presta sus servicios en la Catalana de Gas”, junto al Mesón de “Anselmo” cerca de Campo, al colocarse “la faja [tuvo la desgracia] que se le cayera la pistola brow[n]ing que llevaba. Al dispararse el arma el proyectil le produjo una herida calificada de pronostico reservado en la pantorrilla izquierda”. 

No son estos los únicos incidentes con las armas de fuego pues en el año 1918 a José, un “obrero de la Catalana”, de veintiún años, “se le disparó el revólver que llevaba en el bolsillo, resultando herido en el costado.”

A tenor de estas noticias no resulta sorprendente que en una discusión en una tienda de Castejón de Sos uno de los participantes de la misma “sacó una pistola con la que les apuntó” y en el forcejeo por desarmarlo se disparara la misma causando lesiones a uno de ellos. En el juicio “El fiscal calificó los hechos como constitutivos de un delito de lesiones graves por imprudencia temeraria”, y dejando la tenencia de armas sin licencia simplemente como “una falta incidental”.

Una fuente de interés que nos aportan estos artículos es la procedencia de los trabajadores y su actividad. La información más extensa la encontramos en los relatos del accidente del viernes 26 de mayo de 1916, el más grave en todas las obras de La Catalana. Este fatídico día la rotura de una viga de un andamio provoca la caída de todas las personas que están encima. El número de accidentadas y fallecidas se eleva en total a 17. La mayoría de ellos proceden de la provincia de Huesca a excepción de uno, que es de Zaragoza. Cinco son ribagorzanos (dos de Camporrells, uno de Calvera, uno de  Benabarre y uno de Caserras), sietes son sobrarbenses (tres de Palo, uno de Toledo [de Lanata], uno  de Rañiu, uno de Murillo de Monclús y uno de Arcusa), y el resto proceden de poblaciones del resto de la provincia encontrando uno de Albelda, uno de Tamarite y uno de Bespén.


En otros accidentes encontramos datos sobre procedencias más lejanas, como Guadalajara y Castellón. También está documentada, de manera oral en conversaciones con Pilar Jiménez, la presencia de trabajadores de Murcia, que bien pueden haber sido los activistas que han provocado la huelga de 1914, pues son bastante problemáticos, según los comentarios que recuerdaa de su padre, D. Federico Jiménez. En cualquier caso si tenemos en cuenta el número de estos trabajadores de otras provincias suponen una minoría en relación con los que provienen de las cercanas comarcas.

Otro aspecto de la “conducta  obrera” que aparece de manera  señalada entre las noticias de las obras son los robos. Para alojar a los trabajadores la Compañía había habilitado unos barracones, pero algunos trabajadores se alojan en casas particulares en pueblos cercanos a las obras. Pero no todos los hospedados son honrados y José Campo Pallaruelo, un vecino de El Run, que tiene cinco obreros en su casa, denuncia “que le han robado veinticinco pesetas que tenía en un baúl en su casa y un cinto o correa”. Ese mismo día uno de los hospedados, de nombre Castor, de Quintanar de la Sierra (Burgos), es detenido por la Guardia Civil con dicho cinto y diez pesetas.

No llaman la atención estos hechos si pensamos en la forma que tienen en Madrid para librarse de las personas molestas y buscarles trabajo, que es, tal como nos cuenta un periódico de la época, enviar “una expedición de golfos, recogidos en las calles, con la pretensión de que trabajen en las obras de Riegos del Altoaragón. Esta nueva expedición es de 36, y muchos de ellos ancianos  e imposibilitados. Algunos de los golfos regresaron a Madrid el mismo día, y los útiles para el trabajo, en vista de los escasos jornales que se pagan en las obras de riegos, han marchado a El Run, donde les pagan más elevados jornales en las obras de la Compañía Catalana de Gas. El pueblo censura la falta de criterio que supone el envío de gentes inútiles para el trabajo”.


No es el objeto de este artículo el criminalizar la actuación de los obreros de la época sino señalar las actitudes reprobables que tiene lugar en las mismas. Para terminar, el suceso más llamativo de los “accidentes” que tienen lugar en las obras nos describe los daños que sufre Juan, un obrero de Lérida, de veinticinco años, que  “estando este trabajador en sus funciones junto a una máquina de aquellas obras, colocó el brazo entre los dientes del engranaje, para señalar a un compañero suyo el sitio donde estaba una carta [sic] con 1.200 pesetas, que se le había caído. Este fue alcanzado por la máquina con tanta desgracia, que resultó con extenso magullamiento en la parte superior del brazo derecho. Fue trasladado al Hospital. Las pesquisas realizadas para encontrar la cartera que se extravió, resultaron inútiles. Como presunto autor de la sustracción ha sido detenido un “compañero” del herido”.


Como contrapunto de este artículo y explicación, decir que el título de este artículo se ha tomado de un apartado del estudio “Servicios de carácter social en las obras públicas” que realizó el ingeniero de caminos y director de las obras del Pantano de la Peña, Severino Bello Poëyusan. En este excepcional trabajo se describe la conducta de los trabajadores que participan en las mismas, entre otros interesantes asuntos. En los once años que duran las obras que dirige “sólo” cuatro hechos punibles tienen lugar y únicamente en uno de ellos tienen que participar las autoridades. La mayoría de los problemas se solucionan internamente con el despido de los implicados. Una característica que describe el ambiente “verdaderamente ejemplar” de dichas obras, es que una de las soluciones para los conflictos consiste en “descuentos voluntarios” a favor de la cooperativa obrera o el recargo con servicios temporales extraordinarios para castigar las infracciones. Otra circunstancia que nos habla del  carácter especial de la dirección de estas obras es la amonestación que se hace a dos mulateros “por golpear a las bestias y vociferar”.

Por José Antonio Cubero Guardiola




Este artículo se publicó en el número 14 de la revista "Els tres llugaróns", Abi, Seira y Barbaruens, editada por las asociaciones culturales de dichos pueblos en el invierno de 2014

Notas sobre la historia de la central hidroeléctrica de Seira, Huesca (3)

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"La importancia de los pequeños detalles

Vicente, un anónimo trabajador de las obras de la central, no se hubiera podido imaginar que sus notas manuscritas a su novia Adelaida, en una postal, explicando la ubicación de todos los puntos de su interés, llegarían a servir para descubrir el uso de algunos edificios.

Aquel invierno de 1914, “nevando copiosamente” según las propias palabras de Vicente, nos muestra en sus notas, las actividades que iba realizando: “la iglesia que pintamos”, “el mesón donde pasamos algunos ratos”, o “el café donde vamos los domingos”. Es una sencilla y descriptiva enumeración de actividades humanas: donde vivo, donde duermo, donde como y donde trabajo.



Tengo que agradecer a Feliu Izard, amigo, coleccionista y gran conocedor de las postales de Catalana, la amabilidad de prestarme estas postales para poder compartirlas en este relato. Él también es, como yo, un enamorado de las obras hidráulicas.

Hay multitud de edificios que se levantaron durante las obras, y luego fueron derruidos o desmontados. El invernadero, por ejemplo, pasó a ser el laboratorio que durante años estuvo en el interior de la Subestación. De alguno de ellos conocemos su utilidad, pero de muchos otros no. Esta imagen nos permite darle a algunos lugares nombre y utilidad.

Es muy difícil, hoy, encontrar alguna persona que, por su edad, pueda ayudarnos a reconocer o darnos pistas sobre algunas incógnitas que nos surgen sobre semejante obra; los nombres de las personas que aparecen en las postales, las utilidades de ciertos aparatos. Es una ardua labor que, muy de vez en cuando, se ve recompensada con hallazgos como éste y el que os voy a contar a continuación.

María Pilar Jiménez

Hay personas que, por su carácter, su personalidad, e incluso por su inteligencia, irradian una energía que, unida a su fino sentido del humor, convierte los grandes problemas personales y físicos en algo intranscendente y banal; estoy hablando de María Pilar Jiménez. La hija de D. Federico, a sus 89 años, tiene una cabeza perfectamente lúcida y una memoria que muchos quisiéramos tener.

Las dificultades para encontrar a la familia de D. Federico Jiménez del Hierro, tras años de búsqueda, tuvieron un final inesperado y agradable al encontrar a su hija María Pilar. Rafael, hijo de María del Carmen y nieto de D. Federico, me puso en contacto con ella. Hubiera querido marchar, con lo puesto, rumbo a La Granja, donde estaba pasando el verano, para poder conocerla. Al final no pude ir por cuestiones de trabajo y, por teléfono, hablé con ella. Me pareció algo difícilmente explicable pero maravilloso.

Rafael me comentó que ella nació en Monzón y me quedé de piedra. ¿En Monzón? Ella con sus padres estuvo viviendo allí, en la casa que viviera Joaquín Costa, al terminar las obras de Seira. Sin pensarlo cogí la cámara y me dirigí a la iglesia para intentar conseguir su partida de nacimiento y allí, mirando en el año 1920, encontré sus orígenes: "una niña, nacida, según dijeron, a las cuatro cuarenta y cinco del día tres de los corrientes, a quien puse los nombres de María del Pilar y de la Cruz, hija legítima de D. Federico Jiménez del Hierro".

Un lluvioso día de septiembre tuve la oportunidad de conocerla en su casa de Madrid y, allí, bajo los tristes ojos de su perrita que he olvidado como se llama, estuve compartiendo con ella momentos de una vida intensa y plagada de recuerdos.

[ 20100121, La hija de María Pilar, Pilar, me dijo el nombre de la perrita: Nuska ]

Sus vacaciones - de seis meses - en Seira, donde su padre tenía el derecho de "conservación". Luego en Huesca, en el Pantano de Belsué, donde su padre era el Ingeniero Jefe, paseando en barca con sus hermanas por aquellas tranquilas aguas. "Me críe como una cabra", me decía divertida, hablando de sus estancias en aquella solitaria casa. Cuando nos despedimos, tras haber hablado con ella más de dos horas, escribí: “Salgo a la calle y la lluvia cae fina sobre mi cabeza, pero no me mojo, estoy en un sueño. He retrocedido noventa años en la historia, es increíble. Gracias Pilar”.

[ Mientras estaba editando este artículo hablé por teléfono con Pilar y me dijo; “ se ha muerto mi perrita”. Aquella mirada perdida escondía la tristeza de quien intuye el final y, tras más de 11 años haciéndole compañía, sabe que va a abandonarla. ][*]

Pilar, con su memoria, recordaba el nombre de la esposa de Diego Mayoral; Carmen. Las dos esposas, de los dos ingenieros, se llamaban igual y dieron el nombre y la advocación de la iglesia. Con sus hijas jugaba Pilar en aquellos interminables veranos en Seira, hospedados en su casa, en “el chalet de Don Federico”, lo que es, actualmente, el Albergue Ventamillo.



Inauguración de la nueva iglesia en Seira

Para cubrir las necesidades religiosas, Catalana de Gas y Electricidad edificó la iglesia, bajo la advocación de la Virgen del Carmen, y el 16 de julio de 1915 se desplazó el “Ilmo. Obispo de Barbastro Dr. Badia” para inaugurarla oficialmente con ocasión de las fiestas. Seira lo recibió con toda la Colonia y el Centro engalanado con flores, orlas y carteles. Una procesión con la virgen, desde el chalet de Don Federico - presidida por el Obispo - por las calles, terminando en la nueva iglesia. Allí celebró misa el Canónigo y Secretario del Obispado, Juan Castellá, siendo padrino Diego Mayoral, Ingeniero Jefe de CGE y madrinas, la esposa de éste, Carmen y la esposa de D. Federico Jiménez, Carmen González de Jiménez. De esta inauguración se hizo eco la revista religiosa “La Hormiga de oro”, que en sus páginas nos relata, adornada de algunas imágenes, este importante evento.



Para poner el toque musical estuvo la Banda de Música de Tamarite y " se disparó un castillo de fuegos artificiales". El Ribagorzano de Graus, habla de las "brillantes fiestas religiosas y profanas que han producido la alegría y animación de aquellos pintorescos contornos" y enumera los actos celebrados en ellas: "conciertos, corridas de sacos, cucañas, rondallas, fuegos artificiales y otros espectáculos variados y amenos".


El Círculo Instructivo y Recreativo

Para entretener los ánimos de los obreros y de todo el personal, se hizo - en tiempo récord - un edificio para el ocio; el actual Centro Recreativo de Seira. Según las imágenes, las 32 personas, que se pueden contar en la fotografía, hicieron el milagro de construir el edificio en… ¡nueve días!, incluido el tejado que es, sencillamente, perfecto. La cantidad de obreros en las obras, alrededor de dos mil, según algunas fuentes, y el suministro de materiales - básico para llevar un ritmo continuado -; piedras, madera, y cal, entre otros, permitía un avance espectacular de las obras. En algunas fotografías, sobre todo en las obras del canal, se pueden contar más de cincuenta personas trabajando al mismo tiempo, sin tener en cuenta los animales, vagonetas y elementos auxiliares.



Se instaló una máquina de cine y desde la central, mediante cables, se traía la corriente continua que alimentaba la lámpara de arco voltaico. “Por cinco céntimos te daban una gaseosa de aquellas de bolita, que se metía una bolita para adentro, y ponían películas de Charlot”, recordaba Pilar de aquellas tardes de su infancia en el Círculo.

El edificio del Círculo Instructivo y Recreativo, CIR, albergaba en su sótano el horno de pan. Las escasas infraestructuras de la zona se quedaron pequeñas ante semejante avalancha de obreros. Años después de terminar las obras, en aquel lugar, Jesús Guillén puso la “fábrica” de gaseosas y sifones que llevaba su nombre.

La Serrería, el taller de ferralla, la fábrica de ladrillos y la de tejas

Para manipular toda la madera, empleada en andamios, vigas y túneles, se instaló una serrería. En la fotografía del taller de ferralla, cercano a la misma, además de los medios de trabajo para manipularla, podemos ver la vestimenta típica con el calzón de la época y abarcas, que algunas personas de las obras utilizaban.



No se disponía de fábricas de ladrillos ni de tejas en muchos kilómetros y en la misma explanada se instaló, bajo un sencillo tejado, una máquina para fabricarlos. Las tejas también se fabricaron en Seira, en algún lugar desconocido. En la imagen podemos ver a dos operarios en el proceso de prensado, y a su lado, en la derecha, las terminadas.



Imagen gentileza de María Pilar Jiménez / Javier Mateos

Agradecimientos


Desde aquí quiero aprovechar para agradecer la ayuda y colaboración que me han proporcionado muchas personas, que por espacio no puedo enumerar. A todas ellas, gracias.

Para todos aquellos que no puedan seguir los artículos se ha creado un blog donde aparecen todos ellos acompañados de más información sobre el tema: seirapowerplant.blogspot.com

Si en alguna de las imágenes publicadas en cualquiera de los artículos, reconocieran a alguien o supieran de alguna historia relacionada con estas épocas y personas, agradecería su colaboración. Pueden ponerse en contacto con la revista o conmigo directamente, a través de mi correo electrónico: josan.1966@terra.es Gracias.


Continuará

José Antonio Cubero Guardiola
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Este artículo se publicó en el número 4 de la revista " Els tres llugaróns ", Abi, Seira y Barbaruens, editada por las asociaciones culturales de dichos pueblos en diciembre de 2009.

[*] 20100119 Este fragmento no lo puse en el artículo pero hoy hablando con Pilar, se lo he leído y me ha dicho que lo pusiera.

Venancia, un texto de María Pilar Jiménez.

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Fotografía gentileza de María Pilar Jiménez. De izq. a der.; Venancia, cocinero, criada, chófer, niñera y pinche, de excursión por Seira. ( años 20 )

Introducción al texto:

Hace mucho tiempo que le pido a María Pilar que me escriba algo sobre Doña Prima, con sus recuerdos y sus historias. Me las estuvo contando cuando me marchaba, la primera vez que nos vimos, y me supo mal que no quedaran escritas. Cada vez que hablo con ella se lo vuelvo a pedir, y esta última visita lo tenía escrito. Gracias Pilar.

A María Pilar le encanta escribir y en sus veranos en La Granja y en su casa de Madrid ha ido escribiendo historias, recuerdos y también cuentos para sus nietos. Muchos de ellos hablan de Seira, de sus veranos entre 1920 y la guerra civil cuando veraneaban allí y de los magníficos recuerdos que guarda de entonces. De ellos he elegido, con su permiso, tres que poco a poco iré poniendo en el blog.

Los textos entre [ ] son leves variaciones y omisiones de José Antonio, con la inestimable ayuda de Charo y la licencia de Pilar, para contemporizar el texto. Los textos entre paréntesis son de Pilar.

Venancia.

Venancia G., [ nació en un pequeño pueblo perdido en la ] provincia de León. Entró en casa de mis padres a los catorce años como niñera de mi hermano Pepe, recién nacido en León en el año 1906, y se fue a vivir ( malvivir ) con una sobrina suya que le sacó todos sus ahorros, en 1952, así que estuvo con la familia de la que formaba parte como una más ¡46 años¡.

Venancia no se casó, ni creo que tuviese nunca novio, pues aunque era una bellísima persona, era muy bajita y realmente fea, así que dedicó toda su vida a cuidar de nosotros. Cuando yo nací, mi hermano Pepe tenía catorce años, Carmen once y Lolita nueve, así que Venancia puso en su niña - como ella decía - todo su cariño y todo su afán, así que en los recuerdos de mí infancia, en todos ellos, está la figura de Venancia. La veo con su mantoncillo negro y la cesta de la compra al brazo. Sentada al lado de mí cama en las gripes de todos los inviernos, contándome cuentos que ella misma se inventaba o recordando cosas de cuando era ella niña en su pueblo [ ], que era muy chiquito y estaba perdido en las montañas de León. Cuando ella llegó a casa no sabía leer ni escribir pues en vez de ir a la escuela cuidaba y ordeñaba a las vacas de sus vecinos, pues en casa eran tan pobres que no tenían mas que dos cabras y un borrico en el que su padre traía la leña para calentarse en los largos inviernos cuando la nieve los dejaba incomunicados. A sus catorce años no había probado la leche ni muchas otras cosas así que lo que se hacía para desayunar era o unas sopas de ajo o unas patatas guisadas, todo ello con abundante pimentón muy picante.

Como yo de pequeña no iba casi nunca al colegio, que era de monjas y estaba al lado de casa, por las mañanas me llevaba Venancia al mercado con ella y los domingos, que en el Olimpia ponían alguna película que yo no podía ver, después de comer Venancia y yo, cuando hacía buen tiempo, nos íbamos a a pasar la tarde al convento de la Miguelas que estaba por la carretera de Barbastro. Una vez allí, mientras ella jugaba a las cartas con la hermana portera, yo me entretenía en la huerta, que era enorme, con un perro que tenían muy grande - blanco - que se llevaba estupendamente conmigo. A la vuelta a casa, ya anochecido, si el tiempo había refrescado, Venancia me cogía en brazos y me arropaba con su mantón.

Durante los tres años terribles de la Guerra Civil, que pasamos en Madrid, donde la comida no es que escaseaba sino que casi no existía. Venancia me tomó bajo su protección, pues yo a pesar de tener ya dieciséis años, seguía siendo para ella Pilarín, su niña. Ahora, recordando, al pasar de los años, me doy cuenta de que más de una vez mi ración de pan diaria - 30 gramos - aumentaba de peso y daba para unas sopas de ajo que yo egoístamente me comía sin intentar averiguar de donde habían salido ! tenía tanta hambre ¡.

Cuando yo dejé de ser una niña ( para ella ), Venancia se convirtió en la cocinera y como en Seira la había enseñado a cocinar un francés que habían traído para la casa de empleados - que era como un buen hotel -, sabía no solo cocina española sino también francesa así que en casa se comía siempre muy bien.

Al correr de los años, además de cocinera, Venancia pasó a ser como una ama de llaves que tenía toda clase de atribuciones. Mamá la daba carta blanca para la compra y para la comida. Ella también era la que traía a casa las criadas de turno cuando la que había se iba casada. Lo malo era que en cuanto mamá [le] decía que estaba contenta con la chica ella le tomaba unos celos terribles, por eso mamá se callaba y no decía ni pio.

Cuando trajo a casa a una sobrina suya a todos nos dio muy mala espina y tuvimos razón al desconfiar de ella pues cuando a los dos años de estar en casa se llevó a su tía a vivir con ella, vendió las pocas tierras que esta tenía en el pueblo, le gastó el dinero de la cartilla y [le] hizo la vida imposible hasta que murió al poco tiempo.

Fue una persona muy importante en nuestras vidas y a mí me dejó unos recuerdos tan tiernos y bonitos que aún ahora que, ya estoy vieja y cansada, me hacen llorar al pensar en ellos.

Querida Venancia, ¿ estarás en el cielo con tu cesta de la compra al brazo y tu mantoncito negro ? Creo y espero que así sea.

María Pilar Jiménez González, La Granja, 20 de Octubre de 2000.

Notas sobre la historia de la central hidroeléctrica de Seira, Huesca (4)

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El Cumpleaños de María Pilar.

El pasado día 3 de mayo cumplió 90 años María Pilar Jiménez – la hija pequeña de D. Federico -. Sigue consu buen humor y, según ella, no ha notado diferencias apreciables por ese año más. Desde aquí aprovecho la oportunidadpara desearle un feliz cumpleaños.

Las carreteras del valle del Esera.

“ El paisaje, que ya venía adquiriendo progresivamente una recia hermosura, transfórmase de súbito y alcanza una grandiosidad bárbara, al estrecharse la ruta entre erguidos peñascales de una altivez gigantesca, que se levantan en rocas casi verticales, algunas de las cuales se elevan a más de cien metros de altura” (J. García Mercadal, Del llano a las cumbres, 1923).

Muchas, y muy poéticas, descripciones se han escrito sobre la belleza del magnífico Congosto del Ventamillo, perotambién, todas, coincidían en la problemáticapara el tráfico de personas ymercancías.

Los problemas que acarreaba - por fin - parecía que se solucionarían cuando, en 1898, el día 23 de marzo a la una de la tarde, salió a subasta la obra para construir una carretera por su interior – a768.969,19 pesetas subía “el presupuesto de contrata”.

Corría el mes de mayo, del mismo año, cuando“marchaban al terreno del emplazamiento de las obras del paso del congosto del Ventamillo,… los ingenieros Sres. Sans, Soler y Moreno con el representante del contratista Sr. Gallifa, para dar desde luego comienzo a los trabajos y proseguirlos sin interrupción. “

Todos los medios de comunicación eran conscientes de la importancia del evento y podemos leer en uno de ellos: “Las comarcas de Campo y Benasque ven así satisfechas legítimas aspiraciones hace muchos años acariciadas y estériles hasta ahora.”.

Las obras estuvieron llenas de “habladurías insidiosas, …de que se pretendía demorar la ejecución de las obras “.M. Gallifa, el contratista de las mismas,tenía grandes dificultades en los trabajos “por la falta de braceros” “aun pagándoles un real más de jornal”.Y pedía por carta, al Alcalde de Benasque, “rogándole ayuda y colaboración moral, para aumentar cien peones, que el no pudo encontrar”.

61.482,07 metros cúbicos de roca dura a 2,30 pesetas el metro cúbico – la roca floja a 1,50 y la tierra a 0,70 – era necesario desmontar en el Congosto de Ventamillo, según el presupuesto de la obra, para poder atravesarlo.

El congosto de Argoné, y el de Ventamillo eran, y son, el verdadero problema de las comunicaciones del valle. Los relatos de los diferentes viajeros que a lo largo del tiempo han recorrido esta tierra permite hacernos una idea delos problemas que generaba.

En 1908, los empleados del Canal de Aragón y Cataluña queestudiaban el posible aumento de caudales, y se dirigían al nacimiento del Esera, debieron dejar el automóvil del Canal en Argoné y seguir el camino en caballerías.

En ese mismo año, también los Correos tenían que coger caballerías desde Campo pues “no existe carretera ni camino para que por ellos transiten carruajes, aunque sean de dos ruedas, desde Argoné“.

El Congosto, según la jefatura de carreteras, no se abrió al público hasta el 31 de enero de 1912.

El mismo viajero que nos describía las bellezas, también nos narra las diferentes instalaciones de las obras de catalana que se encontraba.

Durante las obras de la Central se instalaron “puentes colgantes tendidos por el río para facilitar el acceso de los obreros a los sitios de trabajo”. Asimismo, también en el Congosto, “La previsión de la “Catalana de Gas” alumbró este túnel, de trecho en trecho, con lámparas eléctricas”, como se observa en la postal de la nevada deenero de 1914.

Los medios de transporte de tracción “animal”.

CGE contrataba a cualquiera que pudiera venir con sus medios de transporte, los obreros escaseaban, los medios de transporte para las piedras de las obras,también. Amontonadas, en la cercana cantera, esperaban pacientes su transporte a los muros que subían rápidamente por la multitud de obreros que afanosamente se disponían a colocarlas.

Todos los tajos aparecen cubiertos con vías, para arrastrar, mediante animales o tiradas por los propios obreros, vagonetas cargadas de materiales.La mayoría de estas vías – sistema Decauville –, tenían en común su fácil desmontaje y transporte. Una vez terminada una obra se vendían y es habitual ver anuncios en la prensa de la época. En Seira, también es habitual ver los antiguos railes de la obra hincados para vallas, soportes y demás utilidades.


Los medios de transporte de tracción mecánica.

Pilar, recordando su infancia y los relatos de su padre, me contaba; “Hasta la construcción del Chalet [ de Don Federico ], residió en Barbastro primero y luego en Graus, donde Catalana tenía unas oficinas”.

Para los desplazamientos de la jefatura y movimientos de piezas y materiales se adquirieron varios vehículos. En algunas fotografías de la obra podemos ver algunos de ellos y como les llamaba la atención a los niños de la época que posaban orgullosos a su lado.

Un periódico, en la sección de anuncios, muestra un anuncio de un distribuidor de vehículos que,haciendo gala de sus ventas,cita: “ Han sido entregados por el Automóvil Salón, durante los últimos días, los siguientes automóviles: Un 22-36 HP. Berliet a Catalana de Gas y Electricidad, Un 26-38 HP. Minerva ( sin válvulas ) a Catalana de Gas”. En el mismo anuncio podemos leer que Francisco Bastos – exconcesionario del Salto del Run - compraba para él un Minerva de 18-26 HP.

Bastos y Cía, empresa que todavía existe en la actualidad, se constituyó el 22 de enero de 1913 como “Sociedad Güell, Bastos y Bertran hermanos” con un capital de 250.000 pesetas. Dicha sociedad es, posiblemente, la más breve del Registro Mercantil de Barcelona, pues duró 24 días.

Según nos cuenta una breve historia de la firma en su 150 aniversario; “…el Señor Barón de Güell no ha pensado jamás en practicar ni ha practicado acto alguno de gerente”. Imagino que erróneamente los otros tres socios lo pondrían en los títulos – por aquello de que invirtió en la sociedad el doble de dinero que ellos -, pero al Barón no le pareció bien.

Bastos, Bertran Hnos. y Cía, como pasó a denominarse después del cambio de nombre, se dedicaba a la venta de maquinaria industrial, especialmente la relacionada con el mundo textil. Francisco Bastos Ansart era uno de los socios de dicha empresa, entre otras de sus muchas actividades. Dicha firma de Barcelona sorprendió a la población local con los materiales que suministraba, según nos cuenta otro periódico local:

“Estos últimos días ha llamado la atención del público un magnífico tren, compuesto de un tractor á vapor y cinco vagones, que la S.A. CGE ha adquirido, para su servicio hidro-eléctrico, de la Casa BASTOS, BERTRAN Hnos. y Cª, sucesores de John M. Sumner &Cº, de esta. Como á primera prueba se hizo la ascensión del tren cargado al Tibidabo, con resultado completamente satisfactorio, á pesar del estado fangoso del camino por las últimas lluvias”


Notas necrológicas:

Comenzábamos el artículo con una noticia agradable y lo terminamos con una triste; la pérdida de “dos Eduardos”. En Gerona, en casa de su hijo Javier, falleció el pasado día 12 de marzo Eduardo Aguilar, jefe de la Zona de Seira durante más de 25 años, gran persona, altruista y muy dedicado a su trabajo. El día 20 de abril falleció Eduardo Roda, compañero de trabajo, otra gran persona también, y mente inquieta e imaginativa en todos los trabajos.

Continuará.

José Antonio Cubero Guardiola

Este artículo se publicó en el número 5 de la revista " Els tres llugaróns ", Abi, Seira y Barbaruens, editada por las asociaciones culturales de dichos pueblos en el verano de 2010.


Escher Wyss y la central de Seira (1)

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Hans Caspar Escher

La familia Escher, a la que pertenecía Hans Caspar Escher, era una de las más importantes de Zurich. Durante más de quinientos años, miembros de dicha familia de patricios, habían sido comerciantes, industriales y diplomáticos.

A Hans Caspar Escher, ingeniero e industrial, siguiendo la tradición familiar, se le ocurrió fundar un taller donde perfeccionar los telares de su fábrica textil.



Pero la historia de la fundación de esta empresa, a comienzos del siglo XIX, no fue realmente tan sencilla y Hans Caspar Escher, cambió los planes que su padre había hecho para él, y estudió Arquitectura, que era lo que realmente le gustaba. La ocupación francesa de Suiza y su actividad militar le abrieron los ojos a su verdadera vocación: crear su propia empresa textil.


En 1803 construyó su anhelado telar en la bodega familiar y 1805, junto a su padre y varios socios más, fundó, con la asesoría jurídica del banquero Salomon Wyss -que puso el segundo nombre a la compañía-, una empresa para poder mejorar los defectos que había encontrado en sus telares. Esta sociedad, en pocos años, tendría renombre mundial y fue el germen de la industrialización de aquella parte del país.


La trayectoria, a partir de esa fecha, vinculada primero a la industria textil y más tarde a la construcción de máquinas de todo tipo, revolucionó con las ideas y el espíritu de Hans Casper la construcción mecánica. Una historia apasionante que va unida indisolublemente a la evolución de las turbinas hidráulicas.

Taller de Escher Wyss en 1875

La construcción de máquinas hidráulicas comenzó con la utilización de éstas en las fábricas de papel para aprovechar allí mismo su fuerza. A comienzo del siglo XX, con el transporte de la energía a larga distancia, en sus talleres de Zurich, construyeron las turbinas de la "Canadian Niagara Power Company" de 10.000 caballos cada una - las más grandes de la época -.



Escher Wyss y la Central de Seira

Escher Wyss & Co, en adelante EW, suministró las tuberías metálicas, las tres turbinas principales -con sus reguladores e instalaciones auxiliares- y las dos turbinas Pelton auxiliares, de la central de Seira.



Catalana de Gas y Electricidad, en previsión de la ingente cantidad de material que debía recibir, construyó un apartadero en la estación de Barbastro para poder recepcionar todos los materiales y suministros que vinieron por ferrocarril.


Todos los materiales que suministró EW recorrieron el trayecto de Zurich, donde estaba su fábrica, por ferrocarril hasta Barbastro y luego en carros hasta Seira. Allí se juntaban turbinas y tuberías con otros elementos menos tecnológicos como el grano necesario para alimentar las caballerías. Todos ellos subían por los polvorientos caminos de la Ribagorza en un lento peregrinar de caballerías.



La concesión del salto del Run con sus 138 metros de salto neto y un caudal de 7 m3/s, por sus valores, sugerían turbinas Francis. Mediante una doble rueda de 1.400 mm. de diámetro y 200 mm. de ancho se obtenían 10.600 caballos de potencia. La rueda estaba fundida en bronce y la cámara espiral -el caracol- junto a los codos de aspiración están hechos en fundición. Actualmente el acero inoxidable, más resistente a la cavitación, ha “jubilado” a los viejos rodetes. Un ejemplar original lo podemos ver en la puerta del museo de la electricidad de Seira.



El 3 de febrero de 1915, según el pedido 1560 [1550 según algunos documentos], se encargaron tres turbinas que llevan el número 5476, 5477 y 5478.


Como anécdota, el encargado de colocar las letras en el molde de la fundición se equivocó en el orden de las mismas, en la número 5476, y se lee "ESCHRE WYSS".



Las dos turbinas Pelton de 600 caballos que suministró también EW se utilizaban para producir, mediante dinamos, la corriente continua necesaria para la excitación de los alternadores y la continua, necesaria para los servicios auxiliares de la central –no tenían baterías-. Mediante dos alternadores se suministraba fluido eléctrico para la central, sus edificios y, en sus inicios, para los habitantes del valle.


BIBLIOGRAFIA:

Dr. B. Fehr, y otros, ESCHER WYSS 1805-1955. 150 ans d’evolution, Zurich, 1955, 286 p. [remplace le tome 27/28 du Bulletin Escher Wyss]

NOTAS:

La imagen de
Hans Caspar Escher y del taller de Escher Wyss está sacada de la wikipedia.

Las imágenes restantes (4) están sacadas de un catálogo de la marca del año 1922.

Las imágenes en blanco y negro, mostrando detalles de las turbinas y sus accionamientos, fueron tomadas durante la modernización de los años 90.

Notas sobre la historia de la central de Seira (5).

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El cambio de la forma de vida en la Ribagorza.

"…se disponen a su recolección [de la cosecha de cereales] las mujeres y los niños, por cuanto los hombres todos salen a la tierra baja a ganar con su frente sudorosa el pan para sus esposas e hijos".


La situación económica de la época, por las continuas sequías y la perdida de cosechas, era muy mala. La economía del Altoaragón se sustentaba en el autoconsumo. Todo eran pequeños agricultores y ganaderos que malvivían con sus pequeña producción. Algunas concesiones de minas –todas ellas con nombres femeninos- se leían en los periódicos, pero casi nunca dejaron de ser más que eso y…una clara expresión del caciquismo del momento. La situación se complicaba en las zonas de montaña, allí se autoabastecían de todo y, según las palabras de un viajero de la época: Seira tenía “…riqueza en ganados, 200 en vacuno, 240 cabrío, 1210 lanar y 115 de cerda; un molino harinero capaz de 300 Kg. diarios; 13 hornos capaces para 500 Kg. diarios; una fuente ; producción, trigo, patata y judía, déficit en trigo y exceso en patata”.

Todas las zonas afectadas por alguna “gran obra” estaban a punto de realizar una transformación absoluta de sus costumbres y trabajos. Se iba a producir el abandono del patrimonio propio, por parte de los hombres, para trasladarse a trabajar a las obras y la explotación de las tierras y ganados se llevaría a cabo por las mujeres y los niños.


Huesca y la cercana Lérida gracias a la construcción de carreteras, ferrocarriles, pantanos, canales y centrales hidroeléctricas iban a aglutinar a miles de obreros venidos de todas partes de España. Los trabajadores, en grupos, se desplazaban en busca de trabajo y de unas mejores condiciones laborales. Un periódico de la época nos lo explica: " En pocos días han pasado por esta ciudad unos 200 murcianos en dirección a Capdella en busca de trabajo; daban lástima por su estado precario, tanto, que el Ayuntamiento… tuvo que socorrerles...".

Los obreros de la Catalana.

No se conoce, con exactitud, el número de obreros que pudieron trabajar en la obra de Seira, no he encontrado documentación, pero a las personas que les he preguntado siempre hablan de 2.000, aunque a mí me parecen pocos. Las cantidades son muy difíciles de conocer porque fluctuaban mucho y, lógicamente, dependían de los trabajos a realizar. En 1913 al comienzo de las obras -para hacerse una idea-, pagaban 800.000 pesetas en jornales al mes. En el verano de 1917, un corresponsal nos cuenta: “Actualmente trabajan unos 1.500 obreros, pero este número se elevará a 3.000 ó 4.000 cuando hayan terminado las faenas de recolección, que ahora están en su apogeo”.. En la Central de Capdella en Lérida, coetánea de Seira, para hacer la carretera reunieron a 3.000 personas que, en tres meses, abrieron el acceso a las obras.

Hemeroteca del Diario del Altoaragón.

El Canal de Aragón y Cataluña fue la primera gran obra del Altoaragón y allí se reunieron miles de obreros. En 1904 se iniciaron las obras del Pantano de la Peña, cerca de Ayerbe, y allí, al terminar los trabajos del canal, fueron desplazándose multitud en busca de trabajo. Mientras duraron las obras del pantano, en 1912, se iniciaron los trabajos en de Seira (S.G.F.H / Catalana de Gas ) , Capdella (Energía Eléctrica de Cataluña), Serós (Riegos y Fuerzas del Ebro) y el ferrocarril Zuera-Canfranc que complicó la estabilidad de los obreros en los tajos. Los comentarios, que corrían de boca en boca o leyendo los anuncios de la prensa, eran el reclamo para atraer a inmensos grupos que abandonaban una obra, en busca de mejores condiciones de trabajo y, por supuesto, mejor sueldo. En algunos casos tuvo que prohibir el acceso la guardia civil para evitar altercados, pues al llegar allí se encontraban con todo cubierto, y las obras no podían darles trabajo. Para evitar estos problemas, las obras empezaron a poner primas por tiempo, y enganchar a los trabajadores en los meses de verano que, los locales, empleaban para ayudar en las labores del campo. En el Pantano de la Peña, modelo de eficiencia y ejemplo de organización, tuvieron que traer canteros de Lugo.

Carpinteros de Seira. Fototeca. DPH.

En el Diario de Huesca aparece en junio de 1913 el primer anuncio, de Catalana de Gas y Electricidad, buscando “peones, carpinteros y canteros”. Como todavía no estaban terminadas las oficinas de Seira, los dirigen “a la oficina de obras de Graus” que temporalmente fue el lugar donde se organizaba todo. En esos momentos se construyen las oficinas, el chalet de Don Federico –que reside en Graus-, y los talleres e instalaciones anexas.

En Santaliestra, el carpintero le enseña a su hijo, el joven José María Aventín, las artes de su gremio, y este se sube a Seira para trabajar en las obras. En la foto podemos ver a todos los carpinteros, entre los que se encuentra José María, en una caseta de las obras junto a sus herramientas -que debían traer para trabajar- mostrándolas orgullosos. Más tarde decide aprender el oficio de ebanista en Huesca y allí se convertirá en un prestigioso profesional para, más tarde, dedicarse a la escultura.(*)


Los mineros se comenzaron a utilizar en 1916 para los casi nueve kilómetros de túnel que se debía excavar mediante compresores y dinamita. Casi todos los accidentes que se produjeron en la obra, y en otras coetáneas, fueron debidos al uso de la misma. En los periódicos de la época se buscan “mineros y peones” y más tarde “barreneros y peones”.
Pasado esta parte de los trabajos, en 1917, se buscan albañiles. Siempre, en todas las demandas, se buscan peones.

En otras obras llegaron obreros suizos, alemanes, e italianos, por la naturaleza de los accionistas probablemente, pero en Seira, siguiendo los accidentes y reseñas, la mayoría de los trabajadores eran españoles. Otros acababan en Seira por diversas circunstancias: “Ha enviado el Gobierno otra expedición de golfos, recogidos en las calles de Madrid, con la pretensión de que trabajen en las obras de Riegos del Altoaragón… muchos de ellos, ancianos e imposibilitados. Algunos de los golfos regresaron a Madrid el mismo día, y los útiles para el trabajo, en vista de los escasos jornales que se pagan en las obras de riegos, han marchado a El Run, donde les pagan más elevados jornales en las obras de la Compañía Catalana de Gas y Electricidad”.


En Seira, en 1917, aplicaron unas primas para intentar incentivar la permanencia de los obreros. Les pagaban el billete de “jornalero” desde la estación de origen a Barbastro, y el billete de autos de Barbastro a Seira y la vuelta si trabajaban 13 jornales la quincena durante tres meses. Si cumplían esas condiciones las 3,50 pesetas del jornal de un peón, se podían convertir en 4,66 pesetas.

La huelga.

En 1913 en Capdella hay una huelga, los obreros están cansados de dormir en lugares inmundos, comer mal y cobrar poco. La empresa llama a la Guardia Civil y 2.200 obreros van a la huelga. El gobernador hace de intermediario y llegan a un acuerdo. Los obreros no suponían riesgo por su conflictividad porque estaban desorganizados pero al comienzo de las obras se había aumentado la dotación del cuartel de la zona. Como todo se contaba por los obreros que circulaban entre las obras, en mayo de 1914 se declaran 300 obreros en huelga en Seira. Al anuncio se concentran las fuerzas de la guardia civil que permanecerán en la zona hasta que se soluciona el conflicto el día 21 de mayo.


Los obreros de Capdella habían mejorado mucho sus condiciones de trabajo, gracias a la huelga, pero de Seira no conocemos los motivos (**) de la misma ni el resultado de sus esfuerzos. El documento que hicieron en Capdella, tras la huelga, nos muestra los avances obtenidos, y permite conocer las condiciones de trabajo de la época.
"Cambiar la paja de los dormitorios, separar el espacio de la cocina al destinado a los dormitorios y poner, en estos últimos, ventanas" era una de las nueve cláusulas que habían obtenido.

En la época, en las obras públicas, se utilizaba la jornada “de sol a sol”, “en diciembre, desde las siete horas de la mañana, hasta las cuatro horas treinta minutos de la tarde, con treinta y cinco minutos para almorzar y una hora para comer; en junio desde las cuatro horas cuarenta y cinco minutos de la mañana, hasta las siete horas quince minutos de la tarde, con cuarenta minutos para almorzar, dos horas para comer y treinta minutos para merendar”.

Continuará.
José Antonio Cubero Guardiola


Bibliografía y notas:

(*) Lasaosa Susín, Ramón, Dos escultores ribagorzanos del siglo XX: Felipe Coscolla y José María Aventín, Graus, 2002, Lux Ripacurtiae VI, p 69-79.

Boneta i Carrera, Martí, La Vall Fosca: Els Llacs de la llum. Desenvolupament sòcio-econòmic a començaments del segle XX, Garsineu edicions, Tremp, 2003, 187p.

Las referencias a corresponsales y cifras están sacadas de diferentes hemerotecas, periódicos y publicaciones periódicas.

Este artículo se publicó en el número 6 de la revista " Els tres llugaróns ", Abi, Seira y Barbaruens, editada por las asociaciones culturales de dichos pueblos en el invierno de 2011.

(**) 20110106 Después de su publicación encontré la nota "perdida"; "Se han declarado en paro más de 300 obreros de los que trabajan en las obras de la Compañía de Gas y Electricidad del Run. Solicitan aumento de jornal. En previsión de acontecimientos se ha ordenado la concentración de fuerzas de la benemérita."

Don Federico Jiménez Fernández, un pintor de la Corte en Huesca.

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Federico Jiménez Fernández en 1907, Colección Familia Jiménez.

El Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid abrió sus puertas en 1835 “imbuído del más puro espíritu romántico-liberal”. En 1903 una importante selección de los intelectuales de la época aparecían como socios, entre los que se encontraba el político Segismundo Moret, presidente del mismo y del Gobierno de España en el periodo 1905-1906. En la lista de socios, que podemos consultar en la web del Ateneo, aparece un apartado de "socios de Mérito" y allí, entre multitud de personajes conocidos, encontramos pintores de renombre como Sorolla y Madrazo. Pero es el socio número 3.480, "Jiménez (D. Federico), Pintor, Atocha, 64", la persona de nuestro interés.

Don Federico Jiménez Fernández nació en Madrid el año 1841 y se formó en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado de San Fernando. Viajó a Paris, como otros pintores de la época, a conocer la vanguardia de aquellas fechas y ampliar su formación. Su trayectoria pictórica está principalmente dedicada a los bodegones y en especial a la pintura de animales domésticos y aves de corral. “Compró en el mercado unas gallinas y los pescados que necesitaba, los utilizó como modelos y después los llevó a la cocina para comer el día de Año Nuevo”, cuenta su nieta Pilar ante una de sus obras.

Sus cuadros de naturaleza fueron reconocidos en la época y ya en 1862 "el Estado pagó 2.000 reales" por una de sus pinturas. En 1865 la revista de arte "El Museo Universal" nos cuenta otro éxito al conseguir la medalla de tercera clase en la categoría "pintura de género". Participó en varias Exposiciones Nacionales de Bellas Artes obteniendo medallas y condecoraciones. Las exposiciones Internacionales de Bayona y Viena le supusieron nuevos premios. "En Paris obtuvo una medalla de oro"–relata orgullosa su nieta Pilar-.

Su visión de los bodegones le llevo a pintar una particular versión del "Juicio de Paris". En esta "divertida parodia" vemos a Paris y las tres bellas diosas sustituidas por un gallo y tres gallinas. (Esta obra del Museo del Prado -la podemos ver su diccionario on-line de pintores- está en depósito en el Museo Municipal de Játiva).

También tuvo interesantes incursiones en otros estilos y en el Ateneo de Madrid, en la galería de retratos, tenemos el de Don Agustín Arguelles “el divino”, ministro de Isabel II, obra que se le atribuye y ha sido recientemente restaurado. Allí, en la “Cacharrería”, podemos ver un cuadro en gran formato, de 1886, “Pájaros en la rama de un árbol” y, en otra sala, “Pavo real en una tapia” de 1880.

José Jiménez Fernández retratado por su hermano Federico, Colección familia Jiménez.

José Jiménez Fernández, Paisajista.

Federico no era el único artista de la familia, su hermano pequeño José también era pintor. Coincidieron en su formación en la Escuela de San Fernando pero José se decidió por la pintura de paisajes. Allí, un pintor hispano-belga, Carlos de Haes, estaba cambiando con sus cuadros la visión del paisajismo español y de sus discípulos, entre ellos José. De su escuela salieron importantes paisajistas como Dario de Regoyos y Aureliano de Berruete.

José es un alumno aventajado de Carlos de Haes y los tres años junto al maestro lo han convertido en un fiel seguidor de su técnica y un reputado pintor. Tras la Exposición Nacional de 1864, recibe una mención honorífica especial y un cuadro suyo pasa a formar parte de la colección del Museo del Prado. Un día sale a tomar los bocetos que, siguiendo la técnica de su maestro, deben coger en la naturaleza, parte rumbo a la sierra –cuenta 27 años- pero una pulmonía trunca su brillante futuro.

Federico se casó y tuvo con Josefa -su mujer- dos hijos; Josefina y, el 4 de Octubre de 1872, Federico. Vivían en la madrileña calle de Malasaña en el distrito de la Universidad. La pintura le permitió una vida acomodada y "alternaba la pintura de cuadros con encargos para decorar palacetes" -recuerda Pilar-.

Su hijo, Federico Francisco Isidro Alejandro Giménez y del Yerro, según el registro civil, se matriculó en la Escuela de Ingenieros de Caminos y gracias a los ingresos de su padre pudo acabar la carrera.

La familia Jiménez parte rumbo a Palencia. Todos juntos recorrerán cada uno de los destinos del joven ingeniero. El pintor ya cuenta sesenta años, los pinceles y el caballete son un entretenimiento para él.

En León, en alguno de sus largos paseos, su hijo Federico conoce a Carmen. Ella está huérfana y aunque nació en El Carpio -en la lejana Córdoba- un tío suyo la acoge. Se casan en la Catedral de León –un día a las siete de la mañana- y tienen tres hijos; José, María del Carmen y María de los Dolores. Para ayudar en las labores de la casa contratan a Venancia, una joven que les acompañará durante toda su vida.

Comenzaba el siglo, y en 1906, tras largos años de despropósitos, se terminó la obra del Canal de Aragón y Cataluña. En 1912 estaba a punto de llenarse el pantano de la Peña y, a su vez, era el comienzo de la aventura hidroeléctrica en Seira. Catalana de Gas y Electricidad, concesionaria del salto, se puso en contacto con su hijo y el 13 de agosto de 1912, tal como consta en su expediente personal, solicita el pase a supernumerario para "dedicarse a sus asuntos particulares".

“La Catalana”, como familiarmente se conocía a Catalana de Gas, construyó en el río Ésera la central Hidroeléctrica de Seira. “Don Federico”, tal como lo recuerdan en Seira, fue el ingeniero-jefe coordinando una obra que se desarrolló desde 1912 hasta su inauguración el 6 de agosto de 1918.

La familia Jiménez vuelve a trasladarse y Josefina, cuya salud es aparentemente más débil “aunque los enterró a todos” –comenta Pilar-, obliga a demorar el cambio de domicilio. Primero residen en Barbastro, para trasladarse en 1913 a Graus y, tras una breve estancia, fijar durante varios años su residencia en Seira. Allí, en las fotos de familia, lo podemos ver, con su abigarrada figura, luciendo el espeso bigote, en la comunión de su nieta. No se conocen cuadros de aquella época, seguía pintando por placer.

Las obras de Seira se acaban y tras una breve estancia en Monzón, donde nació Pilar -su nieta más joven-, la familia Jiménez fijó su residencia en el número 61 del Coso oscense. El nuevo puesto de su hijo en la recién formada Confederación Sindical Hidrográfica le obliga a recorrer las obras de los pantanos de Belsué y Cienfuens. Allí en la casa del director de las obras, en el gallinero, tenía vía libre para utilizar todas aquellas modelos y sólo con un carboncillo, en las paredes, pintaba bocetos del natural. “Venían los obreros del pantano a que les pintara en cartones y papeles algún dibujo”, recuerda Pilar.

Según su nieta pintó una particular versión de la campana de Huesca, sustituyendo los nobles por animales, pero no he podido encontrar ninguna información sobre su existencia.

En Huesca, con su gorro, su bata y su pipa escondida en el bolsillo –no le dejaban fumar-, por los largos pasillos de aquella vivienda, pasó los últimos años de su vida. Tras una mala caída falleció a los 90 años de edad el 31 de marzo de 1931.

En la Hemeroteca del Diario del Altoaragón, recientemente puesta en servicio, podemos consultar el Diario de Huesca de aquel lejano uno de abril de 1931, y allí nos informan que D. Federico ha iniciado su último viaje. Su esquela nos recuerda que era Comendador de la Real y Distinguida Orden de Carlos III, distintivo que desde 1771 premia los servicios prestados a la patria. En ese mismo periódico un artículo nos habla de su vida –el autor de la misma lo conoció en Seira- y glosa su personalidad como artista: “no experimentaba más goce que el de la Naturaleza y el de sus producciones pictóricas, acertadas y notables, y por ellas vivía apartado de toda relación social”.

BIBLIOGRAFIA:

Carlos Reyero, El valor del precio. Tasación y compraventa en el Madrid Isabelino (1850-1868), Universidad Autónoma de Madrid.

Triadó, Joan-Ramón y Triadó, Xavier, El paisaje de Giotto a Antonio López, Arte Carroggio, Barcelona 2007.

WEBGRAFIA:

Ateneo de Madrid.

Museo del Prado. Enciclopedia on-line.

Biblioteca virtual Cervantes, El Museo Universal.


Este artículo se publicó en el Diario del AltoAragón el domingo 9 de diciembre de 2011.

Me gustaría dedicarle este artículo a la nieta de Don Federico, Pilarín, que conserva su ilusión
por la viday su fino, e inteligente, sentido del humor.

Exposición “100 elementos del Patrimonio Industrial en España”, Real Fábrica de Tapices, Madrid

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La central hidroeléctrica de Seira ha sido seleccionada por TICCIH-España (The international committee for the conservation of the industrial heritage) para la exposition "100 elementos del patrimonio Industrial de España" que se inauguró el pasado día 22 en Madrid.
La exposición, que permanecerá en la Real fábrica de tapices hasta el próximo 27 de abril, se desplazará por diferentes ciudades de España.
La central de Seira, con el número 12, comparte en Aragón con las siguientes seleccionadas el privilegio de participar en esta exposición;
Fundición Averly, La fábrica de La Zaragozana, La electro-metalúrgica del Ebro (Sástago), La fábrica de harinas Polo, La fábrica de cementos Portland (Morata de Jalón), La fábrica de material eléctrico GIESA y el paisaje minero de Val de Ariño (Teruel).

Fotografía de la parte de los elementos de Aragón sacada del blog 100 elementos del patrimonio industrial de España.)

Página de TICCIH-España

Blog de la exposición “100 elementos del Patrimonio Industrial en España”

Lista de los 100 elementos del patrimonio de España (sacada del tríptico de la exposición)

Mariano Lacambra Marín, un barbastrense polifacético.

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Mariano Lacambra Marín, carboncillo de Tomás Fierro. Gentileza de Toni Buil.


Muy buenas tardes a todos.


Resumir la vida de una persona en tan breve tiempo es complicado pero, en cualquier caso, deberemos intentar contextualizarnos con la época, cerrar los ojos e imaginarnos como era la situación de nuestros antepasados para poder entender donde se desarrolló su vida y obra.

El siglo XIX fue un siglo de penurias; las guerras contra los franceses, las carlistas, la pobreza de la población y las sequías y enfermedades. También fue una época de cambios políticos. En 1833, por ejemplo, con la nueva organización de España por provincias y la rivalidad que surgió entre Barbastro y Huesca por la capitalidad.

La vida diaria.

En todos los lugares de España se tenían algunas costumbres que no eran muy saludables ni higiénicas. Como no había desagües se tiraban las “aguas” a la calle. El Coso barbastrense era de tierra y, para remediar el asunto, se construye una alcantarilla bajo el mismo. Novoa nos describe el cambio: “la que a principios de 1847 era una calle casi intransitable fue al final de 1848 la mas capaz y hermosa de la ciudad”

Algunas enfermedades eran bastante más frecuentes de lo que nos imaginamos. En 1855 el cólera arrasa la población y en pocos días se contaban 600 fallecidos.

La mayoría de las personas, un ochenta por ciento, eran analfabetas. La burguesía barbastrense era la clase privilegiada y los propietarios de casi todo.

En 1843 aparece el primer periódico publicado en Barbastro, llamado “La Atalaya de Aragón”, gracias al alto nivel económico de los burgueses de la ciudad y a la necesidad, como único método en aquella época, de informar y difundir las ideas políticas y religiosas.

D. Mariano.

En el popular Entremuro a las siete y media de la tarde, el 18 de diciembre de 1854, nació Mariano Lacambra Marín.

En 1870, tras las agitados tiempos de la revolución, el hijo, nieto y bisnieto de maestros albañiles, inicia su actividad con las obras de la fuente del Vivero y en 1876 construye una presa en el rio Vero.

El “Tramway” Barbastro-Selgua.

En 1861 inician el Ayuntamiento y los mayores contribuyentes de la ciudad, tras la inauguración del la línea de ferrocarril Barcelona-Zaragoza, los trámites de la concesión del “tramway de sangre”.

José Lacambra Mora, padre de Mariano, “realizó todos los trabajos, obras y explanación general del tranvía”. En 1878 cambia la concesión de las obras y allí está el joven maestro-albañil Mariano Lacambra.

El año 1886, a los 35 años, se casa con Ángela De Antonio.

La “luz eléctrica”.

Barbastro ya tenía alumbrado en sus calles mediante 119 faroles de aceite, pero en 1891 inaugurará, mucho antes que otras ciudades más grandes, la “luz eléctrica”. D. Mariano implicado en todas las obras importantes de la época -sin demasiada modestia- nos cuenta: “hice el artefacto que suministró el primer fluido eléctrico para Barbastro”.

Emprende la instalación del “alumbrado público y particular” de la Ciudad de Monzón. Se pone en servicio en 1899 gracias, según nos cuenta un periódico de la época, “al celo y actividad del inteligente Maestro de obras, nuestro particular amigo y paisano D. Mariano Lacambra”.

Sería interminable la lista de obras, croquis, proyectos y reparaciones que realizó y utilizando sus propias palabras; “por faltarme tiempo y espacio en este folleto sólo reseño a la ligera lo ya expresado”.

Mallada, Costa y su influencia.

En 1890 el oscense Lucas Mallada ya había radiografiado los “males de la patria” y aunque parecía lejano el desastre de las colonias, ya vaticinaba la necesaria “regeneración de la patria”.

La regeneración era el tema estrella de los titulares de la época -incluyendo “La Cruz del Sobrarbe” barbastrense- , que seguro leyó D. Mariano. En este periódico cada uno daba su propia receta para la regeneración de España pero, una cosa estaba clara, todos arrimaban la sardina a su ascua.

El espíritu emprendedor de D. Mariano, en aquellas fechas, ya estaba totalmente convencido de la necesidad de tomar parte activa en la regeneración de España.

La correspondencia con su amigo Joaquín Costa.

Joaquín Costa estuvo, en 1868, tal como nos cuenta el profesor Juan Carlos Ara, trabajando en la “Sociedad Extractora de Barbastro”. En esas fechas o en sus reuniones de la Cámara Agraria pudo tener lugar el encuentro entre Costa y Lacambra.

Según sus palabras, entre 1903 y 1910, se encontró varias veces con Joaquín Costa. Subiendo a "la peña de Barbastro" en "unión de D. Santiago Gómez y otros amigos", o comiendo, en su parada de camino a Madrid, en la fonda de "La Perla""pues quería aprovechar el tiempo para hablar exclusivamente conmigo".

Muchas líneas de sus libros están dedicadas a Costa y en ellas expresa la influencia que sus palabras y sus libros tuvieron en su pensamiento y escritos. Es, según sus propias palabras, su “tributo a mi eminente paisano y respetado señor”.

Sus campañas.

La influencia de los regeneracionistas Costa y Mallada y la lectura de los periódicos de la época hizo plantear a Lacambra la necesidad de emprender su particular campaña “en pro del bien común”.

Es a partir de 1906, fecha de su primera publicación, cuando D. Mariano escribió “miles de cartas” y envió sus "folletos" a todos los estamentos de la sociedad española.

El resumen de todo su trabajo es la obra, en dos volúmenes, “La Regeneración de España” que recoge casi todos los folletos que editó y es un compendio, interesantísimo, de su pensamiento.

Sus “inventos”.

Los “artefactos” de Lacambra, hoy en día, nos parecen curiosos e incluso extravagantes pero tenemos que entender las carencias, y necesidades de la época. El conmutador “sistema Lacambra”, la turbina “sistema Lacambra”, el sifón iris, el calendario decimal “barbastrense” y el reloj kilométrico decimal son algunos de ellos.

Todos sus inventos y campañas los presentó en la exposición Hispano Francesa de 1908. Por sus trabajos recibió algunas medallas y diplomas.

Los riegos.

Los proyectos del pantano de Alquezar y el canal del Sobrarbe ya venían de lejos y él coge el testigo promoviendo los mismos. Él es promotor de la cerrada de Torreciudad, para recoger las aguas del Cinca, que luego se materializaría en el actual pantano de El Grado.

Su intensa relación con los promotores de Riegos del Alto Aragón; Romañá, Izquierdo y Felix de los Ríos, en defensa de los riegos, pretende la culminación de tan “magno proyecto”.

Todas las cartas coinciden en los valores como persona de D. Mariano y en su espíritu regeneracionista. Rafael Izquierdo, Ingeniero, autor del proyecto de dichos Riegos, en una carta describe la "patriótica empresa de redención por su querida tierra aragonesa" que lleva a cabo Lacambra, para terminar en su misiva con un deseo; "Si en cada pueblo hubiera un hombre como usted, el bien de España, por que todos suspiramos, se conseguiría inmediatamente".

Epílogo

Sus trabajos, con mayor o menor acierto, pretendían hacer la vida de sus vecinos un poco mejor.

D. Mariano fue un propagandista y estuvo la mayor parte de su vida promoviendo riegos, ferrocarriles, minas e industrias, e intentando regenerar su tierra y su país.

Mariano Lacambra Marín falleció en Barbastro en 1917 y sus restos descansan, tras una sencilla lápida, en el undécimo cuartón, nicho 13, junto a su esposa Ángela De Antonio fallecida el año 1922.

Me gustaría que estas sencillas líneas sirvan para honrar su memoria y agradecerle sus esfuerzos “en pro del bien común”.

Muchas gracias por su atención, y espero que haya sido de su interés.

[Esta charla tuvo lugar en la Biblioteca de Barbastro, el día 14 de mayo de 2011, dentro de la “Semana de las letras” que organiza el Excmo. Ayuntamiento de Barbastro.]

Notas sobre la historia de la central de Seira (6), la hinca de cajones.

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La presa romana de Almonacid de la Cuba (Zaragoza)

La construcción de molinos -para la obtención de harina y tratamiento de tejidos- o de puentes –para salvar los obstáculos orográficos- obligaron a despertar el ingenio humano. Estas obras, requirieron de hábiles constructores y, aún hoy, nos sorprenden por su audacia.


Los cimientos de puentes y presas.
Los puentes y presas necesitan una base sólida -unos cimientos- que resistan el empuje y la erosión de las aguas de los ríos. Los romanos, auténticos maestros en la organización de las obras (1), realizaban las mismas mediante artesanos especializados. Desde el origen de los materiales, pasando por su transporte y, más tarde, su colocación; todas las tareas estaban meticulosamente organizadas.

El estado de las obras que hemos heredado de ellos, como la presa de Almonacid de la Cuba, o la de Muel, en la provincia de Zaragoza, entre otras, nos demuestran la eficiencia de su método constructivo. El “hormigón romano” u opus caementicium (2) es, con el uso de la cal como aglomerante, una de las razones de esta solidez.

Restos de la presa romana de Muel (Zaragoza)

Los cimientos (fundamenta) (3) se apoyaban en terrenos sólidos y si estos no lo permitían se hincaban pilotes de madera y sobre ellos, uniendo sus cabezas con otros maderos, se fundamentaban las pilas o muros. Para poder trabajar en lugares difíciles preparaban unos recintos en los que agotaban las filtraciones de agua.

Estas técnicas no evolucionaron prácticamente nada desde aquella época y llegaron sin mejora hasta mediados del siglo XIX.

Estas molestas filtraciones, que citábamos antes, dificultaban el trabajo de los constructores en el lecho de los ríos y les trajeron de cabeza durante siglos. No fue hasta el siglo XIX cuando se consiguió solucionar este problema y en 1830 el polifacético británico Thomas Cochrane (4) ideó y patentó un sistema para poder construir los cimientos en seco. En Francia, paralelamente, sin conocer el trabajo de Cochrane, en el año 1839, el Ingeniero de Minas francés Jacques Triger ideó un sistema para poder excavar en el interior de la mina de Chalonnes (5) -que dirigía- en la zona cubierta por el agua del cercano río Loira. Mediante una cámara llena de aire a presión conseguía evitar la entrada del agua y así poder trabajar cómodamente. Habían inventado el cajón de aire comprimido y este sistema parecía ser la solución a todos los problemas…pero…¿qué es eso de un cajón?.


La hinca de cajones por medio de aire comprimido.
Los cajones, de acero u hormigón, son unos compartimentos que bajo la presión de aire comprimido permiten trabajar en su interior, sin que el agua penetre. Para construirlos se prepara un molde con una forma trapezoidal -una altura de unos dos metros y medio- y se rodea el mismo mediante un encofrado. En los extremos inferiores se colocan unas cuchillas metálicas que estarán en contacto con el terreno. En la parte superior del mismo se deberá poner, al menos, un tubo –llamado chimenea- para la conexión de la esclusa. Se refuerza la estructura mediante ferralla –las barras de hierro de la armadura- y se rellena de hormigón.

La labor de desencofrado es la tarea más delicada de su construcción pues “la sobrecarga sobre cada puntal es tan grande que comienzan a producirse roturas; es muy conveniente que la madera no se parta bruscamente como lo hace el pino, sino que se astille sin saltar, debiendo mejor estar verde y tener pequeño diámetro; son mejores las maderas del tipo del álamo o incluso eucalipto” (6).

Cercano al lugar de hinca se debe instalar un compresor para la producción de aire comprimido.
Ahora sólo falta lo más importante: obreros que quieran trabajar en estas condiciones. Esta actividad no tiene demasiado atractivo y los candidatos no son muchos. La gran mayoría son trabajadores atraídos por unos sueldos más elevados.

Los cimientos de la Torre Eiffel, La Nature, París, 1887, p. 406, Biblioteca del Observatorio del Ebro, Roquetas, Tarragona.

Una vez que el cajón tiene todo el interior limpio, probablemente su propio peso lo haya clavado un poco en el terreno. Accediendo por el agujero superior, se va extrayendo la tierra del interior y gradualmente el cajón va bajando. Cuando el agua del nivel freático impida el trabajo en su interior, se deberá poner, al tubo ya previsto, un artefacto llamado esclusa, parte fundamental de esta técnica, que permite el sellado del mismo y la entrada/salida de obreros y escombros. Según el tamaño se puede instalar más de una para facilitar el trabajo.

La esclusa -o cámara de equilibrio- se conecta mediante tuberías y válvulas al compresor y se pone a una presión levemente superior a la del agua que hay en el interior del cajón. Para entrar en él, se deberá pasar por dicha esclusa, que hace de frontera entre las dos presiones.

Las diferentes partes de la cámara de equilibrio (Dibujo de Levi, 1926, y notas del autor)

Se continua la excavación, izando los escombros y vertiéndolos a una cámara. Cuando está completa, se cierra, se compensa la presión y se abre por el otro lado para sacarlos al exterior. Cerrada la cámara se restablece la presión y se abre la esclusa interior para iniciar un nuevo ciclo. Este pesado -y delicado- procedimiento se debe hacer cada vez que se abre cualquiera de las dos esclusas.

Cuando el cajón llega al nivel del río, se debe suplementar, prolongando la chimenea, y volviendo a colocar la esclusa en su nueva ubicación. El cajón, cuando baja, incrementa la presión hidrostática y, por ello, se debe aumentar la de trabajo.

Es fácil que los diferentes materiales del terreno, o los efectos de una riada, provoquen la inclinación del cajón. La solución es calzarlo y excavar en la parte contraria para nivelarlo. Todas estas tareas no son fáciles, se requiere de expertos operarios que, en todo momento, sepan reaccionar ante cualquier eventualidad.

El “boquillazo”, nombre dado al vaciado brusco del cajón, tiene múltiples aplicaciones, permitiendo bajar de golpe el último tramo o apagar un incendio –como sucedió en el cajón del puente de Brooklyn-.

Una vez alcanzada la profundidad deseada, se debe llenar de hormigón para fijarlo allí.

Harpers Weekly, Dec 17, 1870, Prints and Photographs Division, Library of Congress, Washington, DC, 3c24608u

Las sensaciones en el interior de los cajones.
“¿Quién de nosotros no se ha preguntado, pasando junto a un puente, cómo se habían podido hundir los cimientos bajo el agua y levantar de ese modo, en medio de un río, esos enormes pilares que soportan los arcos?” (7)

Estas dudas las expresaba, como muchos de sus coetáneos, el escritor francés Guy de Maupassant que pudo satisfacer su curiosidad al entrar, acompañado del ingeniero de la obra, en un cajón de la presa de Garenne, en el Sena, cerca de París. Su relato explica las sensaciones que vivió:
“Se abrió la pequeña puerta de una de esas escotillas, y pasamos uno tras otro, penosamente, por la abertura para entrar en una estrecha cámara redonda oscura, donde nos apretamos en círculo, como sardinas en su lata, alrededor de una placa de hierro redonda, comparable a los que cierran los agujeros de alcantarilla sobre las aceras, pero mucho más pequeña, tan pequeña que no se podía creer, viéndola, que un hombre pudiese descender por allí. Se abrió una llave: un ruido de aire furioso, un ruido de máquina de vapor se hizo oír, y bruscamente sentimos en el fondo del los oídos, una sensación extraña y dolorosa. El aire comprimido, invadiendo la cámara, tendía a destrozarnos los tímpanos…Había que descender por ese tubo por medio de escalones de hierro, gruesos como el dedo… Al cabo de dos o tres minutos… puse el pie sobre el suelo ¡ qué suelo ! una papilla donde hundí las piernas….El agua no puede entrar en este domicilio subterráneo, expulsada por la potencia del aire que las bombas insuflan sin cesar en su interior. Algunas bujías apenas iluminan a esta inmensa pieza lúgubre, silenciosa, donde los obreros se agitan como sombras.” (7)

Harpers Weekly, Dec 17, 1870, Prints and Photographs Division, Library of Congress, Washington, DC, 3c24944u

Riesgos y problemas de la hinca de cajones.
En 1865, un artículo sobre los cajones, en la revista de Obras Públicas, enumeraba las características de los obreros que se debían escoger para este trabajo; “que tengan de 18 a 30 años, robustos y de buenas costumbres, de un temperamento mixto, o al menos que no sea muy sanguíneo…” (8).

Los efectos debidos a las presiones a las que se somete el cuerpo humano en el interior de los cajones son muy variados y no sientan igual a todas las personas. La sobrepresión, principal problema, y los largos periodos en el interior de los cajones, fríos e insalubres, complementan los efectos.

Harpers Weekly, Dec 17, 1870, Prints and Photographs Division, Library of Congress, Washington, DC, 3c24608u

La hinca de cajones en Europa y América.
En Estados Unidos el ejemplo más espectacular son los cajones del puente de Brooklyn, en Nueva York, construidos en 1870. Sus dimensiones de 52 por 31 metros, en el lado de N.Y., obligaron a dividirlos en seis habitaciones donde trabajaban entre 15 y 20 personas en cada una de ellas –hasta 180 personas en su interior- y lo bajaron cerca de 24 metros bajo las aguas del Hudson (9). El desarrollo de la hinca del los mismos estuvo rodeado de problemas con las descompresiones –el cincuenta por ciento de los trabajadores tuvieron secuelas graves, incluido el ingeniero jefe Roebling-.

En 1880, en Escocia, en la construcción del puente Forth (10), para el ferrocarril, los cajones se hincaron hasta los 27 metros (10).

Los primeros trabajos en el Alto Aragón.
En la provincia de Huesca, a finales del XIX, se estaba iniciando la sustitución de los caminos de herradura por “modernas carreteras” que la sacaran de su ancestral incomunicación. La de Boltaña a Jánovas, en 1885, no tenía visos de acabarse, si hacemos caso de los periódicos de la época; “la actual generación desaparecerá por completo sin ver terminada esta carretera y aquel puente.” (11) El río Ara, a su paso por Ainsa, estaba poniendo las cosas difíciles a los contratistas del puente y se planteaban la utilización del aire comprimido para sus pilas.

No fue hasta 1888 cuando “se dio principio a los trabajos de fundaciones por aire comprimido” (12) para terminar dicha obra. Un mes más tarde, las “costosas y accidentadas” (13) obras seguían supervisadas por el ingeniero montisonense Blas Sorribas, primero, para luego ser dirigidas por Severino Bello. En 1890, por fin, se terminaron las fundaciones de dicho puente llegando a hincar los cajones más de 12 metros (14).

En 1908 el citado ingeniero Severino Bello, director de las obras del Pantano de la Peña, en las ataguías necesarias para los agotamientos de la construcción, también utiliza esta técnica.

Construcción de la cimbra del cajón nº 1 de la presa de Villanova, agosto de 1914.

La aplicación de los cajones en las obras de Catalana de Gas y Electricidad.
La presa de Villanova –lugar elegido para desviar las aguas del río Ésera- requirió el uso de cajones en la construcción de sus fundaciones. Los sondeos previos realizados en la glera del río situaban la roca a más de 20 metros bajo el nivel normal. En agosto de 1914 se inicia la construcción del cajón número 1. A éste le seguirían un número cercano a veinte que, de manera transversal al río, en dos hiladas paralelas, conforman los cimientos de la presa.


Numerosas dificultades aparecían en el trabajo de los sufridos obreros que, en número de tres o cuatro, permanecían en su interior. Los “bolos” de granito que se cruzaban en el camino de las cuchillas tenían que ser partidos a trozos, a golpe de martillo, para poder sacarlos al exterior. En algunos casos el tamaño de los mismos obligaba a la utilización de la dinamita para su rotura.
Un obrero debía estar en la esclusa para poder sacar los escombros y comunicarse con los que estaban fuera. Mediante unas pequeñas mirillas podía ver el exterior y saber cuando podía vaciar los escombros en las vagonetas.


En el estribo derecho de la presa, por una razón que desconocemos, se emplearon tablestacas metálicas para el agotamiento y no se utilizó el aire comprimido. Para la hinca de las largas piezas se utilizó una grúa con un martillo en su extremo.


Los trabajos de hinca de estos cajones se extendió hasta noviembre de 1916. Se unieron, mediante una placa armada, las cabezas de los mismos y sobre ella se construyó el cuerpo de la presa.


Las postales y fotografías, nos permiten conocer su número y seguir la evolución de su hinca. Según las imágenes, no tuvieron problemas con las riadas (*), aunque en mayo de 1915 las excavaciones del edificio de la central, aguas abajo, sí sufrieron sus efectos.


En Seira, en el puente para el paso de las tuberías de la central, también se utilizaron cajones para poder realizar las fundaciones de sus pilas y estribos. La hinca de cajones mediante el aire comprimido se siguió utilizando puntualmente en las obras de Catalana de Gas en la zona.

Continuará.

José Antonio Cubero Guardiola

Notas:

1 - González Tascón, Ignacio. Ingeniería Civil en España. Precedentes, historia y técnicas. Madrid, Ediciones del Umbral, 2008, p.131.
2 - González, 2008, p. 115.
3 - González, 2008, p. 169.
4 - Banyai, A. L., A great invention with built-in hazards [en línea], Chest, Oficial publication of the American College of Chest Physicians, 1975,.
5 - Martin, François, Le fonçage Triger [en línea], Article pour l'Association Française des Travaux En Souterrain, 2004.
6- Presa Santos, Jesus Luis, Las cimentaciones realizadas con cajones de aire comprimido [en línea], Revista de Obras Públicas, 1970, número 3064, p. 855-862.
7 - Maupassant, Guy de, Sur et sous l'eau [en línea], Le Gaulois, 30 de junio de 1884.
8 - Trabajo en el aire comprimido [en línea], Revista de Obras Públicas, 1865, número 17, p. 216-217.
9 - Shapiro, Mary J., A picture history of the Brooklyn Bridge. With 167 prints and photographs, New York, Dover publications, 1983.
10 - Interesantísima página sobre Benjamin Baker, ingeniero encargado de terminar el espectacular puente Forth en Escocia. http://www.benjaminbaker.org.uk/gallery.html. Wikipedia también tiene una interesante entrada sobre el puente; http://es.wikipedia.org/wiki/Forth_Bridge.
11- Carta de Boltaña 1º de abril [en línea], Diario de Huesca, 4 de abril de 1885.
12 - El puente de Ainsa [en línea], Diario de Huesca, 31 de agosto de 1888.
13 - El puente de Ainsa [en línea], Diario de Huesca, 21 de septiembre de 1888.
14 - El puente de Ainsa [en línea], Diario de Huesca, 5 de abril de 1890.

Bibliografía:

Levi, C., Tratado de construcciones civiles, tomo II: obras públicas e hidráulicas, Barcelona, Gustavo Gili, 1926.

Agradecimientos:

Me gustaría dedicarles unas líneas a todas aquellas personas que hacen posible estos artículos. Gracias, una vez más, por sus atenciones, dedicación, interés y…paciencia. Gracias también a María Genesca, directora de la Biblioteca del Observatorio del Ebro, por su colaboración. Espero poder volver a contar con todos vosotros para el próximo artículo.

Este artículo se publicó en el número 7 de la revista "Els tres llugaróns", Abi, Seira y Barbaruens, editada por las asociaciones culturales de dichos pueblos en el verano de 2011.(Algunas de las imágenes y notas que aparecen en este artículo no se pusieron en la revista por falta de espacio)

2011/08/05
(*) - En unas fotografías que he tenido la oportunidad de ver recientemente, he localizado algunas pequeñas afecciones por riadas, que interrumpieron temporalmente los trabajos, pero no supusieron demasiados daños a las obras –según estas imágenes-. Estas tuvieron lugar en mayo de 1917 –el mayenco- y en julio del mismo año.
Para ver los efectos -verdaderamente graves- que puede tener una riada en la hinca de cajones nos puede servir el ejemplo del río Ebro a su paso por las obras de la presa/azud de El Cortijo (Logroño). Las imágenes -antes y después- hablan por si mismas…


El ingeniero de Caminos J.L. Grasset –director de las obras- nos explica, a finales de la década de los veinte, como debían organizarse para los trabajos; “Por las fotografías de las avenidas…puede observarse que, desde luego, era preciso aprovechar el estiaje para el montaje o moldeado de los cajones y la gran ventaja del procedimiento del aire comprimido consistió en que podía seguirse trabajando en invierno en todos aquellos cajones que se había tenido la precaución de asegurar durante el estiaje clavándolos algunos metros. Estos trabajos de invierno sólo debieron ser necesariamente interrumpidos durante las riadas excepcionales, como se puede observar…, que se calcula de unos 3.000 metros cúbicos por segundo.” (Revista Ingenieria y Construcción, Madrid).


Otra imagen muy descriptiva de los efectos de las riadas en la construcción de las presas se tomó a finales de 1961 en el Duero y se trata de la presa de Aldeadávila. Allí se aforaron 9.000 metros cúbicos por segundo.

(Del libro Aldeadávila, Iberduero, 1987).

Mariano Lacambra Marín, un polifacético barbastrense [apuntes sobre su vida].

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Firma de Mariano Lacambra en su solicitud de Alarife municipal, 1888, Archivo Municipal de Barbastro.

Inquieto industrial barbastrense, sus trabajos, unos con más acierto que otros, sirvieron para intentar hacer la vida de sus vecinos un poco mejor, promoviendo riegos, ferrocarriles, minas e industrias, que su mente despierta pensaba eran interesantes para sus congéneres. “La paz universal ha de ser siempre la madre del adelanto” escribía en un prólogo como declaración de intenciones.

Juan y Bernarda, sus tatarabuelos.
Juan Lacambra, un joven “mancebo” natural de La Muela, en uno de aquellos avatares que provocaron tantas guerras y miserias en el siglo XVIII, llega a Barbastro caminando por los polvorientos caminos. Gaspar y Jerónima -sus padres- del pueblo de Bielsa, habían emigrado en busca de un trabajo que pudiera darles de comer y después de un largo periplo, hartos de viajes y de sufrimientos, deciden volver a su tierra. Las excelencias e industrias de la ciudad del Vero les atraen cual poderoso imán y allí se dirigen.
Aquel 16 de agosto –fecha que bien pudo llegar- el río Vero está “fuera de madre” y los ojos de Juan, abiertos como platos, no dan crédito de cómo había podido “crecer de tal suerte el río” (1) sin haber caído ni una gota en la ciudad; era el año 1727. Años después, camino del campo, conoce a la barbastrense Bernarda Montes. Su mirada se enciende y un rayo de luz ilumina sus ojos; su destino está fijado. Juan se casa con Bernarda, pero no son conscientes de ser el origen una saga de maestros-albañiles (2). Fruto de esta unión nace José, en 1759.

Su bisabuelo José.
José (3) tiene ocho hijos de su matrimonio con la barbastrense María Durán. Sus hijos Pedro y José continuan el apellido y fijan su residencia en el Entremuro, en la calle Esperanza, el primero, y en el cuartón del Mercado, en la calle Río Ancho, el segundo (4).
Su bisnieto refiriéndose a él, nos cuenta; “el puente del Portillo lo hizo mi bisabuelo en la misma época que el convento de los PP Escolapios“ (5).

Libro de Gestis, año 1834, Archivo Municipal de Barbastro.

El abuelo Pedro.
Pedro se casa, en 1808, con María Mora y tienen ese mismo año un hijo; Eugenio. Ese año, a Pedro Lacambra, los franceses que habían entrado en la ciudad, quisieron “obligarlo a denunciar los falsetes del comercio rico…y se lo llevaron y lo tuvieron ocho años prisionero en Francia” (6). En 1815, probablemente a su vuelta de Francia, tienen a su hijo José del que hablaremos un poco más tarde.
El puente de San Francisco había quedado dañado en 1788 por una excepcional riada (7) y en 1834, “se hallaba en estado ruinoso”. El concejo, apercibido por los vecinos, contrata al maestro-albañil Pedro Lacambra que deja el “puente reedificado a satisfacción de todo el pueblo” (8).
En 1836 Pedro y su hijo Eugenio suscriben, con el Ayuntamiento, una escritura para las obras del molino de aceite de la ciudad (9). Eugenio junto al también maestro albañil Joaquín Colomer, en 1840, se encarga de las obras “del camino carretera de Monzón…el cual se halla en el deplorable y ruinoso estado” (10).
Sería prolijo enumerar todas las obras en las que participaron, en la época, los maestros-albañiles de la familia Lacambra, pues muchas de las que se realizaron en aquellos años llevan su firma.

Mariano Lacambra Marín, carboncillo de Tomás Fierro, gentileza de Toni Buil.

D. Mariano Lacambra Marín.
En el cuartón del Entremuro a las siete y media de la tarde, el 18 de diciembre de 1854, nace el “hijo legítimo de José Lacambra y Tomasa Marín, cónyuges y naturales aquél de Barbastro y ésta de Cregenzán”, “y se le pone por nombre Mariano” (11). El año 1853 había nacido su hermano Pedro, y Mariano fue el pequeño hasta que en 1857 nace León, el tercer y último hijo del matrimonio. Tienen su residencia en el número 10 de la plaza de la Candelera (12) .
Mariano, siguiendo la tradición familiar, se hace albañil y comienza a trabajar. En 1870, tras los agitados tiempos de la revolución de 1868, inicia la obra de la fuente del Vivero “para evitar el constante peligro en que se veían las sirvientas al tener que pasar por encima del azud”. También, en 1876, construye una presa en el río Vero “encima de la Penilla” (13).

El “Tramway” Barbastro-Selgua.
La familia Lacambra, tal como veremos, participa en las importantes obras del ferrocarril Barbastro-Selgua.
En 1861 se inician, acordados por el Ayuntamiento y los mayores contribuyentes de la ciudad, los trámites de la concesión del “Tramway” que debía unir Barbastro con la Estación de tren de Selgua. Las obras, que durarán doce años, estarán plagadas de vicisitudes y servirán, en primer lugar, para aliviar la miseria de numerosos jornaleros y atraer a la ciudad a multitud de trabajadores y, una vez terminadas, como importante motor de desarrollo de la comarca.
José Lacambra Mora, tal como nos cuenta su hijo Mariano, “realizó todos los trabajos, obras y explanación general del tranvía” y junto a él, su hermano Eugenio Lacambra Mora con sus hijos Mariano Lacambra Sierra y Eugenio trabajan en las obras de los ferrocarriles “hasta Despeñaperros” (13).
En el ferrocarril Barbastro-Selgua, tras el parón de los trabajos del año 1878 y la concesión de las mismas a D. Ramón Acha, está el joven albañil Mariano Lacambra Marín, “aprovechando algunas obras hechas y abandonando las restantes” (13).
El año 1886 se casa con Ángela De Antonio “natural de Costeán” y fija su residencia en la calle Carreteras (14).

Portada de una escritura del Escribano Don Mariano Lacambra, gentileza de Leontina Plana.

Los Lacambra albañiles y los escribanos.
En esta época, el apellido –Lacambra- de nuestro maestro de obras es bastante habitual en Barbastro. Encontramos, casualmente, otro Mariano (15) con el mismo apellido, desempeñando una importante actividad; “Escribano Real y Notario público de S.M. (Dios Guarde) por todos sus Dominios, natural y vecino de la Ciudad de Barbastro” (16). Este notario está activo, como poco, hasta 1835 y se encarga de redactar el libro de Gestis de la ciudad. En 1859, ya viudo, vive en la calle Las fuentes número 4 del cuartón del Arrabal (17).
En 1855, cuando Mariano Lacambra Marín cuenta escasamente un año, fallece, por el cólera (18), Mariano Lacambra García, a los 41 años, hijo del Escribano del mismo nombre. Un Mariano que viene y otro que se va.

Fragmento de escritura del Escribano Don Mariano Lacambra, gentileza de Leontina Plana.

La “luz eléctrica”.
En 1887 el arquitecto de la Diputación recrimina al Ayuntamiento de Barbastro porque “no residía desde remoto e ignorado tiempo ningún arquitecto ni maestro de obras” en la ciudad y, como no solucionan el problema, le remite al juzgado de primera instancia una notificación sobre el tema (19).
Un año después, en 1888, D. Mariano solicita al Ayuntamiento la plaza de maestro alarife, tras el fallecimiento de titular de la misma Silvestre Lóriz, y se le “desestima la instancia por haber sido nombrado interino Eusebio Lahilla” (20).
El año 1890 ya se reúne “la comisión especial nombrada para el estudio del alumbrado eléctrico” y, unos meses más tarde, el memorándum del zaragozano Víctor Marín sobre “el proyecto de luz eléctrica” es estudiado por la Comisión de Policía Urbana (21).
En 1891 (22) la ciudad de Barbastro inaugura, mucho antes que otras ciudades más grandes, la “luz eléctrica” para la iluminación de sus calles. Mariano implicado en todas las obras importantes de la época -sin demasiada modestia- nos cuenta: “hice el artefacto que suministró el primer fluido eléctrico para Barbastro” (23).
El industrial D. Pablo Sánchez Samitier reconvierte para ello el “antiguo molino llamado de Fonz” -que comprara D. Hilario Sánchez en 1861 “en las ventas de bienes nacionales” (24)- en central eléctrica. Mediante una turbina Francis, del constructor “Planas, Flaquer y Cía” de Gerona, movida por las aguas del río Ésera y una línea de alta tensión “a 2500 voltios” (25) que permite llevar el “fluído eléctrico” hasta un transformador ubicado cerca de la ciudad, tras casi seis kilómetros.

Publicidad de la firma Planas, Flaquer y Cía, 1904

Por otro lado, con las aguas del Cinca, otros barbastrenses, industriales y comerciantes de la ciudad, forman la sociedad eléctrica “Hijos de Palá”, para llevar, también, la luz eléctrica desde el Molino de Enate a Barbastro (26).
Estas dos sociedades, tras bastantes cambios, acaban siendo el germen, de la parte eléctrica, de la actual compañía “Aguas de Barbastro”.
La construcción, como podemos ver, no es la única actividad que desarrolla nuestro protagonista y forma parte, como constructor o accionista, en diferentes negocios. En 1894, sin ir más lejos, se asocia con José Pueo para “constituir una sociedad de aserrar madera en un edificio que al efecto tienen ya construido adosado al molino de Enate” (27).

Publicidad de Siemens Schuckert, El Cruzado Aragonés, 25-5-1914

En 1897, tras varios meses esperando las dinamos de “la acreditada casa Schuckert y Compañía”, según nos cuenta un periódico de la época, se inaugura en Benasque el alumbrado eléctrico gracias “a los inteligentes industriales de esta ciudad D. Mariano Lacambra y don Constancio Gámiz que han hecho las obras de fábrica y forman parte de la Sociedad con los benasqueses” (28).
Después de estas obras emprende la instalación del “alumbrado público y particular” de la ciudad de Monzón de la que es “el concesionario autorizado por el Ayuntamiento” aprovechando las aguas del Cinca. Para ello realiza el paso de una línea por encima del cauce del río y, tras no pocos problemas con la jefatura de Obras Públicas (29), se pone en servicio en agosto de 1899 gracias “al celo y actividad del inteligente Maestro de obras, nuestro particular amigo y paisano D. Mariano Lacambra” (30).
Su labor en la modernización eléctrica de Huesca no se limita a estas instalaciones anteriormente citadas pues, según sus propias palabras, está implicado en las de Anciles, Cerler y Alcolea de Cinca (31).
Sería interminable la lista de obras, croquis, proyectos y reparaciones que realizó y, utilizando sus propias palabras, “por faltarme tiempo y espacio en este folleto sólo reseño a la ligera lo ya expresado”.

Portada del primer cuaderno -y único- de las cartas a Alfonso XIII de Lucas Mallada.

Lucas Mallada, Joaquín Costa y su influencia en Lacambra.
El oscense Lucas Mallada radiografía los “males de la patria” y, con una precisión de cirujano, describe sus problemas. En 1890, año de la publicación del libro, todavía estaba lejano el desastre de las colonias pero las mentes privilegiadas –como la suya- ya ven la necesidad de la “regeneración de la patria”.
En 1897 los periódicos retransmiten la crónica de una guerra perdida de antemano. Nuestras tropas, faltas de medios y con unos barcos mal equipados, luchan una batalla desigual en las colonias. España se gasta el dinero –que no tiene- y la vida de sus soldados, en una lejana Cuba que ya dan por perdida algunos en el Congreso.
La regeneración de España es el tema estrella de los titulares de la época -incluyendo “La Cruz del Sobrarbe” barbastrense- , que seguro lee D. Mariano. En este periódico, cada uno da su propia receta para la regeneración de España pero -una cosa está clara- todos arriman el ascua a su sardina.
En 1900, tras la salida de miembros de la Comisión Hidrológica del Ebro desde Barbastro, “con objeto de hacer estudios de los ríos” para “ultimar un Plan general de canales y pantanos” esta cabecera hace, con las siguientes palabras, una clara declaración de intenciones: "Nuestra modesta publicación se honra muchísimo al iniciar hoy esta campaña altamente beneficiosa para este país agrícola, a la que creemos nos ayudarán cuantos patriotas rindan culto a la regeneración de hermoso suelo que les vio nacer" (32).
Honestas palabras que despiertan el espíritu emprendedor de D. Mariano que, en aquellas fechas, ya está totalmente convencido de la necesidad de tomar parte activa en la regeneración de España.

Tarjeta postal enviada por Mariano Lacambra a Joaquín Costa, 20 de enero de 1911, Archivo Histórico Provincial de Huesca, Costa, carta 1345.


La correspondencia de D. Mariano con su amigo Joaquín Costa.

Joaquín Costa está, en 1868, trabajando, y aportando dinero para la compra de un nuevo aparato para extraer aceite del orujo en la “Sociedad Extractora de Barbastro” que su pariente Hilarión Rubio tiene en Barbastro (33) y, en esas fechas, o, más tarde, por sus reuniones de la Cámara Agraria, puede tener lugar el encuentro entre Costa y Lacambra.
Según sus palabras, entre 1903 y 1910, se encuentra varias veces con Joaquín Costa; subiendo a "la peña de Barbastro" en "unión de D. Santiago Gómez y otros amigos" o comiendo, en su parada de camino a Madrid, en la fonda de "La Perla""pues quería aprovechar el tiempo para hablar exclusivamente conmigo" (34).
En 1908 escribe a su admirado maestro y, tal como él mismo transcribe en su libro, le contesta Martina, hermana de Costa y, a continuación unas breves líneas autógrafas de Costa; "Mi distinguido amigo: agradezco el envío de su nueva interesante monografía hidraulista" y una sencilla, pero clara, explicación de su estado de salud y su posición sobre el tema; "Estoy lo mismo que estaba en punto a salud y a orientación respecto al canal; y me es imposible asistir a esa reunión” (35).
Cita un último encuentro, en su libro y en la postal que le envía el 20 de enero de 1911, en Barbastro, en el que "me tuvo en la fonda de San Ramón (Barbastro) mas de dos horas consecutivas” (36). Dicho encuentro, en septiembre de 1910 -si tiene lugar en esas fechas- es el último de Joaquín Costa desde su retiro en Graus. Según Cheyne (37), sale únicamente tres veces; la primera, en 1908, para intervenir en el Congreso de los Diputados de Madrid en contra del proyecto de Ley antiterrorista de Maura, una segunda, en 1909 y la tercera, de la que no da datos, que bien pudo ser ésta que cita Lacambra.
Muchas líneas de sus libros están dedicadas a Costa y en ellas expresa la influencia que sus palabras y sus libros han tenido en su pensamiento y escritos. Es, según sus propias palabras, el “tributo a mi eminente paisano y respetado señor” (38).

Folleto de MLM, Gentileza de Toni Buil

Su orientación política.
En una de sus innumerables misivas, D. Mariano, escribe al Cura de Vicién, Julio Prad, y éste, airado, le responde en “la Voz de la Provincia”:
“No creo que el nombre de Mariano Lacambra responda a una persona real, pues, si así fuera, en verdad que sería una persona fresca y burlona, cuando tiene la osadía y el atrevimiento de recomendar a un cura las candidaturas patrocinadas por el que en el impreso se dice “mal apellidado cacique D. Manuel Camo”…” (39).
La respuesta a dicha carta resume, con sus propias palabras, la explicación de su orientación política:
“Me he considerado y me considero independiente de todo partido social…Hasta hoy, han sido de mi afecto los liberales; pero si la entidad que ha de venir a regenerar este país por mis proyectos e iniciativas, me dijese que tenía su confianza en el moro Muza, y si por este distrito se presentara (por aquello de hágase el milagro por quien quiera,) yo votaría y recomendaría la candidatura…” (40).
El “representante” de Camo en Barbastro es el madrileño Lorenzo Álvarez Capra (41), diputado de 1886 a 1901 por ese distrito (42), con el que tiene relación D. Mariano pues es el autor del proyecto de la plaza de toros.
Tras las elecciones de 1910, D. Mariano edita un folleto para felicitar a Camo, “al tener la satisfacción de haber triunfado las fuerzas morales y materiales adictas a la personalidad de D. Manuel Camo” (43).
Una vez fallecido éste, en un homenaje promovido por su periódico, El Diario de Huesca, el año 1913, D. Mariano les envía una carta y una colaboración de 10 pesetas (44).

Folleto de MLM, Gentileza de Toni Buil

El Pantano de Alquézar y los canales de riego de Barbastro y del Sobrarbe.
En 1855 Miguel Ravella, con su proyecto del canal de la “Princesa de Asturias”, con las aguas del río Ara, participa en la larga lista de iniciativas para solucionar el problema del riego en el Alto Aragón. Los hermanos Teodoro y Antonio Bergnes de las Casas realizan el segundo intento por canalizar sus aguas y ya en el siglo XX, el proyecto liderado por Romañá, y diseñado, en su mayoría, por Rafael Izquierdo perfilan definitivamente las directrices de los modernos riegos del Alto Aragón.
Lacambra, defensor incansable del pantano de Alquézar, se beneficia de la primigenia idea de utilizar el cauce del río Vero como canal natural para las aguas del “canal del Sobrarbe”. Y dentro de su proyecto, para los riegos de la comarca de Barbastro, su idea es aprovechar “la cerrada de Torreciudad” para nacimiento del canal. Su proyecto se integra en los planes de Romañá tal como él mismo nos cuenta; “jamás consideré que mi humilde proyecto fuese envuelto en otro tan grande” (45).
El pensamiento, en pro de sus vecinos, es evidente en sus consideraciones sobre el primitivo proyecto:
“El Canal de riego de Sobrarbe, no riega un palmo de tierra en dicho Sobrarbe. Es decir, que los 50 kilómetros que recorre el canal de conducción desde encima de Boltaña a Lecina, pasa por varios pueblos…y ni se les consiente regar, ni se les reserva agua para salubridad, higiene, ni para servicios domésticos. ¿Consentirá este país construir estos 50 kilómetros de canal…?" (46).
Todos estos proyectos e ideas tienen, por el lado del Cinca, pobres inversiones y hasta el año 1959 no se pone en explotación el pantano de Mediano –terminado en 1945- (47). Y su idea del pantano en el Cinca se plasmará, años después, en el actual pantano de “El Grado”.
También conviene aclarar la doble vertiente –riegos/electricidad- que pretenden algunos de sus proyectos, como su solicitud de concesión de un salto en el río Cinca para “producir 15.600 caballos” (48). Él conoce los “grandes proyectos para saltos de agua” que, en estos años, proyecta en el río Ésera otro aragonés, Francisco Bastos y, según dice, “serán también aragoneses” (49).

Folleto de MLM, Gentileza de Toni Buil

Sus campañas en pro de los riegos y el bien común.
La influencia de los regeneracionistas Costa y Mallada, tal como hemos visto anteriormente, y la lectura de los periódicos de la época, le hace plantear la necesidad de emprender su particular campaña “en pro del bien común”. Es a partir de 1906, fecha de su primera publicación, cuando Mariano, “vocero incansable” (50), escribe infinidad de cartas, organiza reuniones y envía sus "folletos" a todos los estamentos de la sociedad española, desde el Rey, al que le dedica una poesía, pasando por Obispos, diputados, ingenieros, alcaldes, hasta llegar a los curas de pueblo. Las contestaciones, que él incluye en uno de sus libros, son de diferente talante, como el agradecimiento de la Casa Real "por la atenta felicitación que ha elevado al Augusto Señor con motivo de su fiesta onomástica".
Muchas de las respuestas son cartas llenas de buenas palabras, agradeciéndole sus esfuerzos en pro de los riegos. Todas las cartas coinciden en los valores como persona de D. Mariano y en su espíritu regeneracionista. El Barón de Romañá –emprendedor de los Riegos del Alto Aragón- cita la "honradez de su palabra" (51), Rafael Izquierdo, ingeniero y autor del proyecto de dichos Riegos, en su carta, describe la "patriótica empresa de redención por su querida tierra aragonesa" que lleva a cabo Lacambra, para terminar en su misiva con un deseo; "Si en cada pueblo hubiera un hombre como usted, el bien de España, por que todos suspiramos, se conseguiría inmediatamente" (51).

Primer tomo de "La regeneración de España...", edición en tela con dorados.

Los Folletos y recordatorios.
Desde 1906, fecha del primer folleto, hasta 1914, D. Mariano edita una cantidad indeterminada de pequeños folletos (52), muchos de los cuales sólo los conocemos por sus referencias y no ha sido posible localizarlos. La mayoría están dedicados a las campañas hidráulicas y algunos de ellos como la “doctrina práctica agrícola, industrial y comercial”, se dedican a divulgar los valores que el considera esenciales para “propagar la obediencia, aplicación y respeto del primer gremio de aprendizaje”. Es lo que él denomina, en una hoja de publicidad, “literatura práctica artesana”.
Pero, sin lugar a dudas, su obra cumbre es “Proyectos y propagandas para la regeneración de España en el Alto y Bajo Aragón por los Riegos, Ferrocarriles secundarios, Explotación de minerales y cuanto convenga en bien común” en dos tomos, editada en 1910. En estos libros recoge casi todos sus folletos y describe todas sus acciones e iniciativas para conseguir su ansiada regeneración.

Diario de Huesca, 13 de agosto de 1910, Hemeroteca Diario del Alto Aragón.

Todos sus trabajos están impresos, en su mayoría, por Jesús Corrales, de Barbastro y la imprenta de Tomás Blasco, en Huesca y Zaragoza. D. Mariano, con sus palabras, nos explica la cronología de la publicación y el formato del mismo; “terminé el segundo tomo de mi obra…y acometo a terminar mi primer tomo en folletos, incluyendo las hojas publicadas más interesantes.” (53). Tal como nos cuenta aparece primero el tomo número 2 y luego el complejo tomo 1. Este último está compuesto de siete folletos independientes y es un auténtico galimatías por sus repeticiones y saltos en el tiempo. En este tomo, entre otras cosas, nos cuenta un poco de su vida y la de su familia, y resulta muy interesante para intentar comprender su forma de pensar. El tomo dos recoge multitud de datos y manuales “para facilitar al mayor número de personas el conocimiento” (54).
Él, en sus trabajos, es consciente de sus limitaciones y en uno de ellos nos cuenta;
“mi humilde trabajo lo hallará repleto de faltas literarias; pero creo que no ha de faltarme su indulgencia, ante la consideración de que jamás he escrito para el público, por no ser patrimonio de los prácticos, como yo, las galanuras de frase de los publicistas” (55).
La edición de todas estas publicaciones las asume económicamente el propio Lacambra sin ninguna ayuda externa aunque, seguramente, tiene algún colaborador en la elaboración y preparación de dichos folletos y en la titánica tarea de enviar los miles de cartas que escribe.

Ejemplar de "La unión regional regeneradora", gentileza de Leontina Plana

La Asociación y el periódico de D. Mariano.
“El progreso” es el nombre de la sociedad que en 1910 pretende formar como “lo único capaz de regenerarnos” y fijando en Barbastro el centro de sus actividades.
Es en 1914, como complemento a sus publicaciones, cuando registra en el Gobierno Civil de Huesca la “Asociación en pro del bien común”, en la que consta como “Director propietario de la publicación LA REGENERACION DE ESPAÑA”.
De esta “publicación” sólo hemos podido localizar un ejemplar, sin numerar y sin fecha. El único dato que tenemos para ubicarla está en una hoja del “Calendario decimal de diez meses”, de su invención, correspondiente al quinto mes de 1914.
La portada, con sus sencillos dibujos, recorre todos los puntos básicos de su pensamiento regenerador y en el centro, a modo de escudo, dos manos cogidas con la leyenda “LA UNION HACE LA FUERZA” rematan el conjunto (56). Este lema, origen de sus ideas, ya lo utiliza en los bocetos de la primigenia asociación.
La publicación es un resumen de sus trabajos e incluye una transcripción de los estatutos de la asociación y una hoja con anuncios de comercios barbastrenses. El primer artículo condensa, “fiel propósito de mi campaña”, todo lo que él siempre ha buscado con sus trabajos; ”LA REGENERACION DE ESPAÑA por la unión popular, regional y nacional española, y por la ilustración, instrucción, orientación y propaganda constante progresiva”.
Al final, tras veinticinco artículos, aparece “la junta de representación” que reúne en sus tres apartados a las personas más importantes, de dichos aspectos, en la economía barbastrense: Agricultura, D. Manuel Gómez, Industria, D. Félix Lalanne y Comercio, D. Constancio Artero. La publicación titulada “LA UNION REGIONAL REGENERADORA” debe, según sus intenciones, ser la portavoz de dicha Asociación.

Stand de MLM para la Exposición Hispano-Francesa de 1908, gentileza de Leontina Plana.

Sus inventos y la participación en la Exposición Hispano-Francesa de 1908.
Sus “artefactos”, hoy en día, nos parecen curiosos, aunque de alguno de ellos no podemos ni dar nuestra opinión por la escasa información que tenemos. Es el caso del SIFÓN IRIS cuyo funcionamiento es “en sentido contrario de los hasta hoy conocidos” y, por sus explicaciones, debía aspirar el agua. La TURBINA sistema LACAMBRA “de extraordinaria utilidad” es otro de estos desconocidos artefactos. Y, según sus palabras, “sirve para mover todo cuanto desee” y puede funcionar en cualquier sentido y su posición puede ser horizontal y vertical.
El, quizás, más conocido sistema de su invención es el CONMUTADOR sistema LACAMBRA, que soluciona el problema de la ubicación fija de las lámparas eléctricas evitando “fraude alguno”–no olvidemos que tenía una empresa eléctrica- y así poder colocar “cuantas correderas necesite el abonado” para poder iluminar “infinitos departamentos” (57).
D. Mariano es un ferviente defensor del sistema decimal, “cuya modificación tanto beneficio viene reportando” (58), en una época en la que todavía se mide en cahizadas y nietros. Y, por ello, se le ocurre la idea de un “calendario decimal” de diez meses y, a partir de éste, un reloj kilométrico en el que el día tiene diez horas y la noche otras diez. Todo esto lo justifica “porque al paso natural del hombre, éste anda cien metros, y cada diez minutos, un kilómetro; cada hora cinco kilómetros” (58). La revista satírica Gedeón, en 1911, se mofa de su idea; ”El Sr. D. Mariano Lacambra es un hombre admirable. ¿Qué dirán ustedes que ha hecho, así de golpe y sin decírselo a nadie? Pues la tontería de reformar completamente el calendario. ¡Hombre, no hay derecho! ¡ Y sin avisarnos…” (59).
Todos estos inventos los lleva a la exposición provincial de Huesca de 1906 donde recibe la medalla de plata por su conmutador (60). En 1908, con ocasión de la exposición Hispano-Francesa, lleva su “stand” -que podemos ver en la única fotografía suya que se conserva- con sus inventos y publicaciones. Allí recibe la felicitación de Basilio Paraiso comunicándole la concesión, por el comité de la misma, de “un diploma especial de cooperación” (61). En esta exposición, según sus escritos, “el comité oficial me concedió medallas de cobre, plata y oro, con sus correspondientes diplomas” (62).
En 1912 lo nombran Comendador de la Orden Civil del Mérito Agrícola. Otros altoaragoneses como Tomás Costa o el madrileño Severino Bello, entre otros, ya pertenecen a esta orden que premia, desde 1905, los servicios prestados en ese campo (63).

Publicidad de MLM en "La unión regional regeneradora", gentileza de Leontina Plana

Otras obras, iniciativas y sociedades.
Muchas obras e historias quedan, sin nombrar siquiera, de la larga lista de sus trabajos en Barbastro. Quizás la más singular sea la construcción de la plaza de toros de Barbastro “merced al lavatorio que ha sufrido, no de la cara, sino de todo el cuerpo”. También la concesión de la misma, tras sus obras, al “laborioso e infatigable barbastrense don Mariano Lacambra”. O el palco número 28 que se reserva “para poder ver los toros en el corral” (64).
El desmontaje y traslado de la portada de la iglesia de San Juan, desde la orilla del Vero, a su actual ubicación en el cementerio, también lo realiza D. Mariano (65).

Sello de un folleto de MLM, IBA, Fondo George J.G. Cheyne

Los ferrocarriles, por el Cinca o el Ésera, quedan en la imaginación de sus proyectistas y en los sueños de D. Mariano. Ideas que, pasado el tiempo, siguen sin salir del papel.
Muchos son los proyectos que -seguro- también quedan en su particular tintero. Como la sociedad llamada “La parra industrial”, de cuya existencia nos quedan, tan solo, sus anagramas.
Él mismo pone su “Conclusión definitiva” y escribe “Hora es ya de dejar la pluma y que las películas cerebrales descansen y se rehagan. Mis fuerzas, mis recursos y mi influencia, rebasan ya del límite que me pertenece.” (66).

Epílogo
Podemos considerarlo un soñador, e incluso un ingenuo, pero su corazón, que dejó de latir aquella tarde del siete de abril de 1917, era limpio y honesto como sus palabras. Sus ideas perduran en el tiempo en forma de folletos pero, desafortunadamente, fue ingratamente olvidado por aquellos que él estimaba –otra muestra más de la proverbial ingratitud aragonesa- (67). Quizás sea un buen momento, como ya propusieron (68), para dedicarle una calle en su ciudad. Ahora, pasado el tiempo, me gustaría que estas sencillas líneas sirvan para honrar su memoria y agradecerle, allá donde esté, sus esfuerzos “en pro del bien común”.
Tras una sencilla lápida y la inscripción "Mariano Lacambra y familia", descansa en el undécimo cuartón, nicho 13, D. Mariano Lacambra Marín junto a su esposa Ángela De Antonio fallecida el año 1922.

Nicho de la familia Lacambra, fotografía del autor.


Notas:
1. López Novoa, Saturnino, Historia de la muy noble y muy leal ciudad de Barbastro, Barcelona, Pedro Riera, 1861, t. I, p. 351.
2. Archivo Diocesano de Barbastro, (en adelante A.D.B.). Libro sacramental 15, Matrimonios, p. 46. Los datos y los hechos son ciertos, pero el desarrollo es una hipótesis.
3. José Lacambra Montes (Barbastro, [1759]-1833) tuvo un hijo del mismo nombre llamado José Lacambra Durán (Barbastro, [1793]-1865) y un nieto también llamado José Lacambra Mora (Barbastro, 1815-¿?). Las obras llevadas a cabo esta época pudieron ser realizadas por cualquiera de los tres y hace difícil distinguir las que hizo cada cual.
4. Archivo Municipal de Barbastro (en adelante A.M.B.), Padrón de 1859.
5- Lacambra Marín, Mariano. Proyectos y propagandas para la regeneración de España en el Alto y Bajo Aragón por los Riegos, Ferrocarriles secundarios, Explotación de minerales y cuanto convenga en bien común por…, Zaragoza, Tomás Blasco, 1910, Huesca, 2 tomos. Nota en t I, folleto ”Al Gobierno y a las Cortes”, p. 43. Las citas del propio Lacambra hay que tenerlas con la lógica cautela y, donde ha sido posible, se han comprobado.
6. Lacambra, 1910, t. I, ”Al Gobierno y a las Cortes”, p. 44.
7. López, 1861, p. 352.
8. Citado por Lascorz, 1987, [21-8-2011. La cita 8 se ha quedado sin la fuente al esclarecer la bibliografía para reducirla y es: Lascorz Garcés, María Pilar, Barbastro y su desarrollo urbano en el siglo XIX, IEA, Colección de Estudios Altoaragoneses 21, Huesca, 1987.], p. 39-42. Sacado de A.M.B., Libro de Gestis, año 1834. La autora atribuye esta obra y la autoría del libro de Gestis al maestro albañil Mariano Lacambra. Consultado dicho libro de Gestis aparece Pedro Lacambra como el autor de la obra y no Mariano como cita la autora, por error, en su libro. El dicho Mariano, ver nota 15, es el “Escribano y Notario público” de la Ciudad y el autor de las notas del libro de Gestis. El libro Arquitectos en Aragón, de Martinez Verón, reproduce la nota y le atribuye la obra al inexistente maestro albañil.
9. A.M.B., A512-005.
10. A.M.B., A512-009
11. A.D.B., Libro sacramental 31, Bautizados, p. 159.
12. A.M.B., Padrón de 1859.
13. Lacambra, 1910, t. I, ”Al Gobierno y a las Cortes”, p. 58-59.
14. A.D.B., Libro sacramental 39, Matrimonios, p. 89. Censo de 1890. Gentileza Silvia Montes.
15. Mariano Lacambra es el Escribano y Notario de Barbastro, autor de las notas del libro de Gestis, pues coincide su firma en los protocolos de 1824 y en el libro de Gestis en 1834, ver nota 8. Y, por ello, creo que pudiera ser D. Mariano Lacambra Millaruelo (Barbastro, [1787]-1863), por su edad y por las notas de su matrimonio. Aunque la coincidencia de nombre y primer apellido con su hijo no ayuda mucho a clarificarlo. Me parecía apasionante encontrar un parentesco entre “notarios” y “albañiles”, pero no ha sido posible porque el Notario viene de Fornillos.
16. A.H.P.H., Protocolo 5671. Existen protocolos de este notario desde el año 1813 hasta 1835.
17. A.M.B., Padrón de 1859.
18. A.D.B., Libro sacramental 31, Defunciones, p. 106.
19. Citado por Lascorz 1987, p. 71-72. A.M.B., Legajo 207, testimonios de condena, 1887.
20. A.M.B., A514-035. En esta instancia firma como “Mariano Lacambra y Marín”.
21. A.M.B., Minutero de actas municipales, 1890-1892, A471-005.
22. Ferré Castán, Juan Carlos. “Barbastro a comienzos del siglo XX, La ciudad en la que nació y vivió sus primeros años El Cruzado Aragonés”. El Cruzado Aragonés. Un siglo 1903-2003, Barbastro, 2004, p. 108 y Lacambra, 1910, t. I, folleto ”Al Gobierno y a las Cortes”, p. 59.
23. Lacambra, 1910, t. I, folleto ”Al Gobierno y a las Cortes”, p. 59
24. A.H.P.H., Obras Públicas, expediente 135/8.
25. Memoria histórica de la sociedad anónima Aguas Potables de Barbastro : 1903-2003 / [Enrique Padrós], Barbastro, 2003, p. 18.
26. A.H.P.H., Obras Públicas, expediente 135/9.
27. Escritura de constitución de la sociedad. Gentileza de Dña. Leontina Plana.
28. I.E.A., La Cruz del Sobrarbe, Barbastro, 6-11-1897.
29. A.H.P.H., Obras Públicas, expediente 135/5.
30. I.E.A., La Cruz del Sobrarbe, Barbastro, 26-8-1899.
31. Lacambra, 1910, t. 2, p. 9.
32. I.E.A., La Cruz del Sobrarbe, Barbastro, 11-8-1900.
33. Cheyne, George J. G. Joaquín Costa el gran desconocido, Ariel, Barcelona, 2011, p. 60 y conferencia de D. Juan Carlos Ara, Barbastro, 11-5-2011.
34. Lacambra,1910, t.1, “Sexto y séptimo folleto”, p. 43
35. Lacambra,1910, t.1, ”Al Gobierno y a las Cortes”, p. 48. Costa añade a la carta de respuesta impresa estas líneas.
36. Lacambra,1910, t.1, “Sexto y séptimo folleto”, p. 43.
37. Cheyne, 2011, p. 161.
38. Lacambra,1910, t. 2, p. 148.
39. Lacambra,1910, t. 2, p. 212.
40. Lacambra,1910, t. 2, p. 214.
41. Diputado por Barbastro. Autor del proyecto de la plaza de Toros de Goya de Madrid y de la plaza de Toros de Barbastro (1891).
42. Web http://www.congreso.es, Diputados históricos 1812-1977.
43. Lacambra Marín, Mariano. Campaña política y campaña hidráulica en el Alto y Bajo Aragón por…, Huesca, Tipografía de Blasco, 1910, p. 44. El ejemplar del Instituto Bibliográfico Aragonés, IBA, perteneció a George J.G. Cheyne y lleva su firma.
44. I.E.A., El Diario de Huesca, 2-4-1913.
45. Lacambra, 1910, t. 1, ”Al Gobierno y a las Cortes”, p. 14.
46. Lacambra Marín, Mariano. Proyectos hidráulicos, Consideraciones prácticas entre los dos canales de riego de Barbastro y Sobrarbe por…y breve reseña del pantano de Alquézar. Barbastro, tipografía de Jesús Corrales, 1906, p.17.
47. Agua, ingeniería hidráulica y fotografía en los orígenes de la CHE: Los años decisivos. [exposición], Palacio Sástago, DPZ, Zaragoza, 2008, p. 232.
48. Lacambra, 1910, t.1, ”Al Gobierno y a las Cortes”, p. 13.
49. A.D.P.H., Fototeca, Mariano Lacambra, Barcelona, Imprenta Clavero, 1912, 2r.
50. Bolea Foradada, Juan Antonio. Los riegos de Aragón, Zaragoza, 1986, p. 164.
51. Lacambra, 1910, t. 1, ”Al Gobierno y a las Cortes”, p. 54.
52. George J. G. Cheyne poseyó dos folletos, actualmente depositados en el IBA (ver nota 43).
53. Lacambra 1910, t. 1, ”Al Gobierno y a las Cortes”, p. 9.
54. Lacambra,1910, t. 2, p. 89.
55. Lacambra,1906, p. 28.
56. Lacambra,1912, En este folleto se utilizó la portada.
57. Lacambra,1910, t. 2, p. 170.
58. Archivo histórico de la Oficina Española de Patentes y Marcas. Exp. 52498, 29-2-1912.
59. Gedeón, Madrid, 26-2-1911.
60. I.E.A., Diario de Huesca, 3-12-1906.
61. Lacambra, 1910, t. 2, p. 204.
62. Lacambra, 1910, t. 1, ”Al Gobierno y a las Cortes”, p. 1. No he localizado confirmación.
63. El ABC y La Época del 7-12-1912, publicaban su concesión pero no aparece en la Gaceta de Madrid.
64. I.E.A., Diario de Huesca, 31-5-1909 y 18-10-1909. Charla con Dña. Leontina Plana.
65. Lacambra, 1910, t. 1, ” Al Gobierno y a las Cortes”, p. 40.
66. Lacambra, 1910, t. 1, ” Al Gobierno y a las Cortes”, p. 116.
67. No he podido encontrar ningún artículo en los periódicos de la época sobre su fallecimiento y las únicas referencias a su vida y obras, son los trabajos de Joaquín Coll en la GEA, los dos artículos de Antonio Abarca, uno en El Cruzado Aragonés, 28-4-1978 y otro en Zimbel de abril de 1983, y el artículo de José Noguero en Ro zimbeler, 2011, nº 22.
68. Abarca, op. cit.


Nota final:
Este artículo, junto a otros, aparece en el blog seirapowerplant.blogspot.com para intercambiar ideas, sugerencias y comentarios sobre los errores que, seguro, he cometido. Cualquier colaboración sobre la vida, publicaciones o fotografías de Mariano Lacambra será bienvenida en este correo jacuberog@terra.es.

Lista de agradecimientos (pido perdón a los que, por olvido, no cite):
Antonio Abarca, Enrique Albert, Vicky Alcañiz, Tomás Arcas, Charo Bordes, Luis Borruel, Antonio Buil, Toni Buil, Joaquín Coll, Joaquín Ferrer, Laura Fontova, Santiago Lisa, Francisco Molina, Silvia Montes, José Noguero, Ana Oliva, Jesús Paraiso, Enrique Pascau, Leontina Plana, Ángel Tornés.

Este artículo se publicó en el extra de fiestas de El Cruzado Aragonés de septiembre del 2011. Se han añadido algunas imágenes que no aparecen en el artículo original.

Notas sobre la historia de la Central de Seira (7). Los túneles.

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El próximo año se cumplen cien años del inicio de las obras de Catalana de Gas y Electricidad en el Valle del Ésera, aquel lejano año 1912.
Gracias a la valiosa información que nos transmiten las fotografías que se realizaron en estos trabajos podemos saber, consultando los álbumes de fotografías, que la primera fotografía con fecha es la denominada “R.M. 18” y se toma el día 25 de septiembre de 1912. Las siglas “R.M.” tienen un significado desconocido y son las que agrupan las 48 fotografías de dicha colección. Hay otras colecciones con las siglas siguientes; O.R. [Obras Run] y O.S. [Obras Seira], que secuencialmente permiten seguir las obras y los trabajos en la zona hasta finales del año 1930.
La fecha del inicio, “a fines de agosto de 1912”, nos la indica el ingeniero director de las obras en un escrito suyo. Estos primeros trabajos consisten, entre otros, en la construcción de la central auxiliar número uno en El Run, para atender la demanda de electricidad de las obras. Por otro lado, en Seira, se inicia la construcción de los almacenes, el taller mecánico y la central auxiliar número dos que utiliza el agua de la presa ubicada en el congosto del Ventamillo. El alternador de esta central permite abastecer el consumo de las obras de la central principal y los nuevos edificios de servicios.
En este primer álbum, la fotografía número uno muestra un pequeño puente de nieve y la número dos una cascada sin localizar. La serie continua con los diferentes trabajos y en ellas no faltan los detalles etnológicos. En algunas podemos ver los prados –todavía intactos– con sus montones de hierba. A su lado una hilera de vagonetas espera, en sus vías, las piedras que se amontonan junto a ellas.


Entre otros temas, aparece la ubicación de la presa de Villanova –lugar elegido para desviar las aguas del Ésera– como una línea de piedras, en medio del río, marcando la singular ubicación.

Los túneles en las obras de la Catalana.
Una parte bastante desconocida de las centrales hidroeléctricas son los túneles. Ubicados en el interior de las montañas por los que transitan, la vegetación tapó los vestigios que quedaron tras su construcción y están camuflados perfectamente.
Dichas construcciones son un elemento vital para muchas de las instalaciones, pues permiten llevar las aguas desde la presa hasta la casa de máquinas.
Don Federico Jiménez, director de las obras, es una persona muy poco dada a la escritura de artículos. “Obligado por requerimientos cariñosos y sin otro motivo que el haber intervenido como modesto colaborador, a las órdenes del Ingeniero Jefe don Diego Mayoral”, escribe el artículo titulado “Túneles a presión. Normas de cálculo. Experiencia en los túneles de la Catalana de Gas y Electricidad“. En este trabajo, presentado en la Conferencia Mundial de la Energía que se celebra en Barcelona, en mayo de 1929, los describe y explica brevemente los criterios técnicos que utilizaron para su construcción.
Para unir la presa y la central, los dos ingenieros, descartaron la construcción de un canal a cielo abierto para llevar las aguas, por “su fuerte inclinación” y la “espesa capa de piedras sueltas” y por ello deciden elegir un túnel a presión como conducción. El recorrido de este túnel se hace tras un riguroso estudio, descartando algunos tramos por “lo deleznable del terreno”.


Este túnel de 8.871 metros de longitud se encarga de transportar las aguas del río Ésera desde la presa Villanova hasta la casa de máquinas ubicada en Seira. Compuesto por varios tramos, en su inicio está interrumpido por tres pequeñas secciones descubiertas y, más tarde, su paso por los prados de El Run se realiza de manera artificial por un gran tubo de 300 m. y casi cuatro de diámetro, encajado en una trinchera.
Imaginemos un túnel de mas de ocho kilómetros,…es difícil ya lo sé. Imaginemos, más fácil, que ponemos el túnel de la carretera España-Francia por Bielsa -tres kilómetros- y luego el de Viella –cinco kilómetros-, uno detrás de otro; pues juntos tendrían la longitud de túnel que tiene la central de Seira.



Sacar los escombros, en esta distancia, con los medios de la época, mediante vagonetas tiradas por los propios mineros y por caballerías, al principio, mientras las distancias son cortas puede ser una faena ligera, pero cuando vamos perforando, la distancia al exterior aumenta, complicando este trabajo y endureciéndolo. Para solucionar el problema se parte el recorrido a excavar en tramos y se van haciendo galerías auxiliares, hacia el exterior, para permitir la entrada a la galería principal y optimizar las tareas. Estas galerías auxiliares, terminadas en “ventanales” -por parecer ventanas en los lugares donde se ubican- permiten la extracción de los escombros, la entrada de personas y la instalación de las tuberías del aire comprimido. Los ventanales, en un número cercano a 16 en nuestro caso, tienen una galería con una distancia media de 65 metros, aunque en el número doce se necesitan 123 metros para acceder al túnel principal.


Desde estas galerías se puede acceder a dos extremos y mientras en un lado perforan, en el otro se sacan los escombros. Esta simultaneidad permite que llegue “a perforarse en favorables condiciones 5 metros lineales diarios”.
El proceso de construcción de un túnel es bastante más complicado de lo que, a primera vista, pudiera parecer. Explicaremos, a continuación, las distintas fases de dicho proceso que se ven claramente definidas en las fotografías. Estas operaciones se deben realizar en un orden determinado y la calidad de la roca, la aparición de corrientes de agua y “chimeneas” condicionan las tareas y el desarrollo de las mismas.


Pero, ¿qué son las chimeneas? Las montañas y las rocas de las que están formadas no son homogéneas, y en su interior aparecen grietas que están llenas de otros materiales, normalmente de inferior calidad, que al perforarlas se desploman. Por ello, cuando aparece una de estas “chimeneas” se debe taponar ”mediante materiales en seco bien atacados y arena” para impedir su desmoronamiento. Un minero debía subir por su interior y rellenarla…
Pero sigamos “picando”. La “galería de avance” o ataque es el primer “agujero” que se debe hacer. Ubicada en la parte alta de lo que constituirá la galería, se abre un agujero de 2 x 2 metros. Se inicia la perforación, atacando por los dos lados simultáneamente, para encontrarse –calado– y conectar las excavaciones. Dichos trabajos atraviesan variados tipos de roca y se tiene que entibar –apuntalar con maderos– en las zonas donde es muy mala. Sacando por partes el entibado se instala la cimbra –pesado molde de madera en forma de media circunferencia- que permite una vez colocada, el revestimiento de piedras o ladrillos, según la constitución de la roca, quedando la media galería superior terminada. Una vez completado este recubrimiento y seco, se pica a sus pies para poder apearlo –sujetarlo con maderas- para evitar el hundimiento y permitir la “destroza” que es el ensanche de la galería a su medida definitiva. El apeo se va sustituyendo por piedras, sacando los maderos, y dejando la galería prácticamente terminada. El recubrimiento del suelo de la galería, junto con los drenajes de la misma, para conducir las filtraciones laterales, completa el proceso.


Las excavaciones se realizan mediante martillos de aire comprimido. Los picadores tiene un ayudante para poder maniobrar las pesadas herramientas y disponen como elemento de seguridad, tal como vemos en la fotografía, de boina, abarcas y un pitillo. La cara tiznada, como señal del gremio, identifica a todos. Muchos de ellos son jóvenes que miran al fotógrafo sorprendidos de la visita y de la intensa luz que brevemente los ilumina, acostumbrados a la luz de los carbureros, como única iluminación en las galerías.
Se instalan varias estaciones de compresores para suministrar, mediante tubos, el aire a los mineros. Una de ellas está en el sendero que pasa por encima del Congosto del Ventamillo, junto al Ésera. Más abajo, un puente de “tijera” –en la curva ancha– permite el paso hacia una pequeña fragua, situada en “la cueva de San Pedro” donde se “llucián” –afilan– los punteros de los martillos. Los agujeros estratégicamente realizados permiten, mediante la dinamita, romper la roca. El uso de esta última provoca accidentes, algunos de ellos mortales.
Los mineros que realizaron estos trabajos merecen, como no podía ser de otra manera, todo nuestro respeto y homenaje por la entrega y entereza que demostraron en la realización de unos trabajos que aún hoy, con los medios existentes, nos sorprenden por la perfección de su acabado y ejecución. Sirva como ejemplo las nivelaciones realizadas, en los cerca de 9 kilómetros que separan la presa de Villanova de la cámara de agua, el error es prácticamente nulo. En reposo, comienza a saltar simultáneamente el agua en los dos extremos.


Catalana de Gas y Electricidad y el centenario del inicio de las obras en el valle del Ésera.
Como citábamos al comienzo, el próximo año tendrá lugar el centenario de “La Catalana” y por tal motivo se están organizando desde varias instituciones una serie de actividades para celebrarlo. En la próxima revista daremos noticia de los eventos que se programen.

José Antonio Cubero Guardiola

Este artículo se publicó en el número 8 de la revista "Els tres llugaróns", Abi, Seira y Barbaruens, editada por las asociaciones culturales de dichos pueblos en el invierno de 2011.
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